A lo largo de los últimos ocho años han pasado muchas cosas hermosas. El tan deseado 4% por fin fue destinado a educación. Con virtudes y defectos vimos a nuestro presidente Danilo Medina hacer una verdadera defensa del país en foros internacionales al tiempo de que por primera vez en República Dominicana se iniciaba un proceso de regulación migratoria.
El turismo ha aumentado. Quedan 10 mil aulas para nuestros alumnos más vulnerables. Se ha creado la tanda extendida acompañada de almuerzo y merienda compuesta por productos de productores dominicanos locales. La atención a los más vulnerables, entiéndase los niños con capacidades diferentes ha tenido un puesto especial con el CAID pilotado por la primera dama de la nación.
El país se ha minado de cooperativas que, con apoyo estatal, han empezado, incluso, a comercializar sus productos en Europa y Estados Unidos. Las voces periodísticas más críticas e independientes respecto al PLD han sido premiadas con el Premio Nacional al Periodismo—que han aceptado—constituyendo ello una soberana bofetada sin mano o carcajada del destino sobre aquellos que aborrecen al Partido de la Liberación Dominicana (PLD), entidad que demuestra con esto respetar y admirar la libertad de expresión y el disenso en el país.
Se ha tratado de un gobierno dominicano—con luces y sombras—despojado de la estupidez y la incompetencia que siempre ha presentado la oposición cuando gobierna. Se trata de un gobierno en el cual, a la vez que hay nepotismo también hay dirigentes de otros partidos que, sin influencia ni cuñas, han ganado concursos para hacer escuelas y otras obras de construcción en el país.
Mientras tanto, la capacidad de producción de riqueza del país aumenta y a la sombra de esto los que nunca han aceptado que los dirigentes morados pudiesen hacer esto instrumentalizan la vieja y antigua corrupción de todos los gobiernos que hemos tenido y la enfocan y proyectan hacia el Partido de la Liberación Dominicana, como si fuese el que hubiese traído este mal a nuestra nación.
La lucha anticorrupción en nuestro país, en estos momentos, es una palanca de desgaste utilizada para corroer el apoyo popular que todavía tiene el PLD. No hay nada más que animosidad, frustración y envidia en esos sectores resentidos cuyo enemigo es el PLD.
Cientos de reportajes y reseñas de prensa sobre la corrupción y el nepotismo actual no moverán a los miles (o millones) que vemos más allá de eso y que palpamos las obras de progreso y las acciones sabías de gobierno de la actual administración morada.
El odio, pese a lo negativo que es, indudablemente que da un inmenso sentido de propósito a quien lo siente y le impulsa, como poderoso combustible, a hacer todo tipo de cosas en contra del objeto de su odio, e incluso, en contra de aquellos que simpatizamos con el objeto de su odio.
No hacemos caso de esas personas que hoy en día tienen sueños húmedos mientras acarician la idea de una coalición de oposición para, otra vez, e inútilmente, enfrentar al PLD. Nuestro más sincero deseo es que fracasen una vez más, pues en el fracaso electoral ya tienen un nivel profesional. Y lo mejor de ello, es que quienes impulsan a estos malogrados opositores no les aportan ni una sola crítica para que mejoren. Ojalá sigan así.
Este tiempo verdaderamente hermoso debe continuar. El PLD debe continuar y si es necesario un breve paréntesis de desastre con la oposición al mando del país, que suceda eso, para que de una vez y por todas, el pueblo dominicano entienda que la actual oposición es mucho, muchísimo peor que el PLD.