El mismo día de Navidad nos ha llegado la noticia de que el considerado hombre más obeso del mundo, el mexicano Andrés Moreno acaba de fallecer producto de una peritonitis e infarto agudo al miocardio.
Desde 1980 hasta el 2014 la obesidad se ha duplicado por dos en todo el mundo, alcanzando la cifra de 1900 millones de personas adultas con sobrepeso de los cuales 600 millones son obesos y a esto tenemos que añadir 42 millones de niños menores de 5 años que tenían sobrepeso al 2013 según cifras e OMS.
El sobrepeso y la obesidad se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. Para determinarlo se utiliza un indicador denominado índice de masa corporal (IMC) el cual es un indicador simple de la relación entre el peso y la talla que nos revela si estamos en sobrepeso u obesidad leve, moderada o severa la cual es denominada mórbida.
La causa fundamental del sobrepeso y la obesidad es muy simple, ingerimos más calorías que las que gastamos y nuestro organismo como una extraordinaria pieza de inteligencia natural con un programa para preservar la vida, utiliza el exceso de calorías ingeridas para almacenarlas ante la eventualidad de que se produzca una situación de peligro por las hambre y en la cual podrá utilizar esas calorías almacenadas como grasa para volverlas a convertir en azúcares de fácil combustión energética como es la glucosa.
Ojalá que la muerte del más obeso nos haga reflexionar sobre lo más importante: la obesidad puede prevenirse y curarse, existen múltiples métodos y programas que nos trazan pautas de cómo mantener una vida saludable y sin riesgos por causa de la obesidad, pero debemos tomar la decisión primero si queremos hacerlo, y es algo que nadie puede hacer por nosotros
En condiciones de vida en la naturaleza y donde se tenía que vivir a expensas de la caza y pesca este mecanismo resultaba indispensable para preservar la vida, sin embargo en un medio en donde no requerimos esfuerzo para sobrevivir y estamos permanentemente sobrealimentándonos, se genera un desequilibrio energético entre calorías consumidas y gastadas. De esta forma estamos almacenando mucha energía como grasa y al no gastarlas generamos como resultado graves desequilibrios en nuestra salud e incluso la muerte.
Cuando nos alimentamos en exceso con alimentos ricos en grasas, azúcares, harinas blancas, productos refinados, demasiada sal y por el contrario ingerimos pocas fibras vitaminas y micronutrientes, y no hacemos adecuados ejercicios físicos, entonces se incrementa el riesgo de padecer enfermedades cómo hipertensión y accidentes cerebrovasculares que siguen siendo la principal causa de defunción en todo el mundo, también se produce diabetes, degeneración ósea y articular, dificultad para dormir, descansar e incluso enfermedades como el Cáncer de endometrio, mama y colon que han sido asociados a la presencia de obesidad.
Ojalá que la muerte del más obeso nos haga reflexionar sobre lo más importante: la obesidad puede prevenirse y curarse, existen múltiples métodos y programas que nos trazan pautas de cómo mantener una vida saludable y sin riesgos por causa de la obesidad, pero debemos tomar la decisión primero si queremos hacerlo, y es algo que nadie puede hacer por nosotros, debe ser un impulso lleno de entereza que emane de lo más profundo de nuestro ser, a sabiendas que con la ayuda y el apoyo correcto el que quiere puede.
Aprovechar los días de descanso de Navidad y cada ocasión que podamos para procurar espacios al aire libre en donde hacer ejercicio y desintoxicarnos emocionalmente sea una prioridad, nos regala la oportunidad de comenzar una nueva etapas en el camino.
Adquirir un nuevo estilo de alimentación saludable, rico en frutas y vegetales nos pueden llevar a la meta de bajar de peso en el nuevo año y con ello una mejor calidad y cantidad de vida habremos conseguido. Yo ya lo hice anímate tú también.