Mu-Kien Adriana es del clan de los Sang Ben. Un accidente de dos culturas, ya que somos por fuerza de los genes “chinos han” (de la etnia mayoritaria en esa nación milenaria) y una pizca mulata por una abuela criollísima,  al mismo tiempo que epigenéticamente (el marco social que rodea a la arquitectura genética) somos antillanos, dominicanos de formación católica y santiagueros, que no es “paja de coco”.

 

Somos fruto de la “diáspora” china que el hambre, la violencia y las revueltas provocaron en los finales del siglo XIX (cuando el abuelo paterno llegó a Santo Domingo vía Cuba) y los principios del siglo XX (cuando el turno le tocó a Don Miguel, nuestro padre). Pero,  en Santiago no nos sentimos formar parte de ninguna diáspora y por indicación de nuestro padre, nos integramos en la sociedad: desde los clubes sociales hasta los movimientos culturales y a la juventud estudiantil católica.

 

Mu-Kien destacó por estudiosa: Licenciada en Educación, Especialidad en Educación de Adultos en CREFAL, México, y Doctora  en Historia en L’Ecole d’Hautes Etudes en Sciences Sociales, Paris, Francia. Como tal dirige el Doctorado Propio de la PUCAMAIMA de Historia del Caribe, un hito para la Alta Academia dominicana.

 

En palabras de nuestro progenitor, quién diría: la Dra. Sang Ben completó el círculo de su auto-identidad con el libro «La mujer china: del dolor a la esperanza». Un concepto que a nuestros años debemos tomar muy en cuenta. En la tradición china es como completar el proceso de hacernos humanos. En el caso de Mu-Kien, lo hace con la comprensión del ser femenino en la cultura china «reinvindicada» por sus estudios de la migración china hacia el Caribe.

 

No debo ser yo quien devele este proceso intelectual porque nos unen muchos nodos en la formación de una imagen crítica de la sociedad de todos los tiempos, principalmente, la que debemos construir en base a la justicia. La mayor injusticia fue la primera con el establecimiento del mundo patriarcal que conllevó la subordinación de la condición femenina al voluntarismo del hombre-macho-masculino y que se refleja en el debate actual de “las tres causales”.

 

Parto de la misma poesía de Li Po que Mu-Kien presenta en el inicio de los Prólogos. En el romanticismo chino, como regla no escrita, el altruismo y la condescendencia no se refieren a una “dama”, pues siempre se menciona a la fraternidad entre los hombres. (En el poema de Li Po, rememora al amigo, aunque el ambiente tenga connotación puramente femenina). Creo que vi este argumento en una de las páginas del filósofo de cabecera de Don Miguel, Lin Yutang y su Importancia de Vivir, un filósofo transcultural que actualizó la tradición china a la modernidad. [Dice Wikipedia: “Lin Yutang fue un escritor chino. Sus obras y traducciones de textos clásicos chinos fueron muy populares en Occidente. Nació en el suroeste de China, una región montañosa que le influyó de tal forma que se consideraba hijo de las montañas. Al igual que su padre, Yutang era cristiano.”]

 

Otro dato sobre la peculiaridad del mundo de la mujer china: ¿Alguien ha oído de una escritura de caligrafía más sencilla que los ideogramas chinos exclusiva para las mujeres? [Respuesta de Wikipedia: “El nüshu está considerado como la única escritura del mundo reservada exclusivamente a las mujeres. Nació en el siglo XIX en China, distrito de Jiangyong, provincia de Hunan. Con el tiempo y a partir de esta escritura, se fue desarrollando una verdadera cultura nüshu que hoy está en peligro.”]

 

Era la cultura secreta de las mujeres chinas que guardaban sus sentimientos y pensamientos propios sin el conocimiento de sus pares hombres-machos-masculinos; es decir, fuera del mundo patriarcal, que fue vandalizada por las hordas de los Guardias Rojos que Mao desató en su Revolución Cultural para acabar con los vestigios del capitalismo en China.

 

Perdona Mu-Kien, pero mi imaginación viaja con mi propia experiencia con la data que he recogido sobre nuestros orígenes. También espero, aquí como allá, en palabras rememoradas de un “nissei” japonés nacido de emigrantes, autor de El fin de la Historia y el último hombre, Francis Fukuyama: la historia se reabrirá cuando las mujeres se revindiquen y acaben con la supremacía patriarcal.

 

Sólo queda recomendar tu libro, porque en nuestra familia, todos revindicamos los derechos de la mitad del mundo que es, a la vez, madre de la otra mitad.