La movilidad en la ciudad de Santo Domingo es  muy complicada y se ha convertido en un factor disuasorio, incluso, para realizar los trayectos más cortos.

Desde nuestro punto de vista, no de urbanista pero sí de ciudadano, hemos observado como es prácticamente imposible desplazarse desde un punto de la ciudad hacia otro, hasta en horarios diferentes a las denominadas puntas u horas pico.

Este pequeño infernum  que nos hemos construido a nuestra medida es un poco responsabilidad de todos y no solo de los administradores de la cosa pública, sea esta municipal o central.

Creemos y sentimos que no nos equivocamos mucho, que siendo este un problema multifactorial, tiene dos grandes bases de sustentación: educación y falta de gestión.

Sobre la educación vial

La educación es lo único en el mundo mundial, que nos permite poder interactuar con niveles de convivencia adecuados. Esa educación elemental (¨gracias¨, ¨por favor¨, ¨permiso¨, ¨usted primero¨), esa cortesía, ese don de gente hogareño no es todo lo habitual que nos gustaría y no existe en el asfalto capitaleño.

Da igual cuantos planes, la gran mayoría de ellos muy buenos, se intenten poner en práctica, si no contamos con una población con el nivel de educación vial elemental nunca conseguiremos nada.

Es palpable que se ha consolidado una gran masa de conductores que no conocen los principios más elementales de la circulación vehicular y mucho menos la normativa de tránsito. Realizar un giro a la izquierda en lugar de realizarlo a la derecha, es decir, en el propio sentido de la circulación; estacionar en el carril de circulación; no señalizar para cambiar de carril; adelantar por la derecha; adelantar en sentido contrario; no respetar las prioridades de paso; son algunas de las prácticas habituales en esta nuestra selva. Curiosamente cualquier acción de estas puede ocasionar atascos consecutivos que luego se convierten en infinitos.

Seguir haciendo una relación de las faltas de tránsito de los conductores no es el objeto de nuestro escrito, simplemente lo señalamos como uno de los factores claves que ocasionan este pandemonio.

Falta de gestión 

Cuando nos referimos a la falta de gestión, reconocemos que utilizamos este eufemismo para englobar otros múltiples factores que van desde la desidia, pasando por la corrupción y rayando la ineptitud. También reconocemos que es muy fácil hablar de ineptitud en la administración del tema del tránsito vehicular, parapetados como estamos, detrás de nuestro teclado de ordenador.

Aun reconociendo todo esto no podemos dejar de señalar este coctel de falta de gestión, que va desde el que ¨ facilita ¨ la licencia de conducir, pasando por el que examina las condiciones de funcionamiento de los cacharros que circulan, hasta llegar al pobre agente del orden que no se ha desayunado a las 18 horas.

Esa falta de gestión a la que nos referimos, también abarca el trazado de las vías del centro urbano, las vías que alimentan a este centro urbano, el establecimiento del tipo de circulación (vehículos pesados, vehículos ligeros, ciclomotores), hasta llegar a los permisos de obras que sustituyen usos de suelos de viviendas unifamiliares por usos de suelos de torres de apartamentos sin planificar debidamente la multiplicación vehicular que soportará la misma vía, diseñada para 100 vehículos menos.

 Respuestas

Dar respuesta a esta problemática se ha convertido en tema de conversación habitual entre los profesionales del sector y entre los responsables del asunto multifactorial.

Desde aquí podemos hacer algunas sugerencias genéricas, las que haría cualquier ciudadano que padece este mal y que sabe que puede resolverse en varias etapas que completen una generación, es decir, con objetivos parciales de  lustros que completen un período de 25 años.

En líneas generales, podríamos decir que parte de la solución, una gran parte, sería llevar a la práctica toda la letra muerta con la que contamos, es decir, ejecutar las normativas y leyes existentes.

Otra línea general seria fomentar el transporte público, ordenado y decente que no tenemos en el país y mucho menos en la capital. Esto sería permitir que el transporte público resolviera parte del tema de la movilidad a un peatón que ha sido arrinconado en esta ciudad de cacharros y yipetas.

Seguiremos con el tema.