Pensaba dedicar este mensaje, el último del 2017, a presentar algunas ideas futuristas sobre los principales retos para el próximo año del sistema de salud y de seguridad social. Pero apareció una noticia que me imagino ha impactado a cualquier persona con un mínimo de sensibilidad social.
El Periódico HOY de este lunes publicó una información titulada “Mortalidad Infantil y Materna desafía eficacia del Gobierno”, calzada por la periodista Altagracia Ortiz la cual, por su trascendencia humana y social, no puede pasarse por alto, aún en medio de las festividades navideñas.
Faltando el registro de las últimas cinco semanas del año, ya la mortalidad infantil había llegado a 2,563 niños, cuando en todo el año 2016 se registraron 2,400 defunciones. Este ritmo supone una proyección de 2,836 para el año completo, con un aumento alarmante del 18% y un promedio 55 niños muertos cada mes.
En adición, también se registra una mayor cantidad de muertes maternas. Hasta la semana epidemiológica 47 se habían reportado 173, cantidad superior a los 155 casos del año pasado, con alza del 23%. De continuar esta tendencia llegaríamos a 191, algo verdaderamente alarmante, como para determinar causas y responsabilidades, y aplicar los correctivos y sanciones en los casos en que proceda.
Estas cifras oficiales no dejan lugar a dudas de que como país estamos retrocediendo a niveles inaceptables y vergonzosos, en un tema tan delicado y sensible para las familias dominicanas, especialmente para las más pobres y vulnerables, que son las principales víctimas de esta tragedia.
Recordemos que hace unas semanas el Dr. Waldo Suero hizo una denuncia similar. Y además, que a pesar del crecimiento sostenido del PIB, nuestro país no fue capaz de alcanzar los Objetivos del Milenio, que incluían precisamente, reducir la mortalidad materno-infantil.
En realidad, estos resultados no sorprenden porque, además de los problemas estructurales de fondo que caracterizan al sistema nacional de salud desde hace décadas, se agregan los desaciertos de mantener un gasto público en salud reducido, y de intervenir simultáneamente para remodelación, a toda la infraestructura sanitaria pública.
Mientras tanto, continuaremos repitiendo, hasta el cansancio, que la situación desastrosa por la que atraviesa la salud pública es insostenible desde cualquier punto de vista; que las familias dominicanas se merecen y reclaman una mejor oferta de servicio y una atención más profesional y oportuna, en donde se premien los aciertos y el desempeño, pero también se penalicen los resultados tan lamentables como los señalados.
Coincido con el Dr. Sergio Sarita Valdez cuando afirma, en su artículo de este martes, que “abandonemos la vieja práctica de buscar a un único culpable, a sabiendas de que la responsabilidad es de todo el sistema sanitario nacional”.
Sólo nos queda desear y esperar un mayor compromiso oficial para revertir estos resultados, de modo que al concluir el 2018 podamos exhibir, con orgullo, el haber superado definitivamente este lastre, que provoca tantos sufrimientos a las familias dominicanas y que constituye una afrenta nacional.
De nuestra parte, les deseamos sinceramente a todos nuestros lectores, que disfruten intensa y saludablemente estas fiestas de fin de año, y que todos iniciemos con nuevos bríos, compromisos y esperanza el 2018. Y en lo institucional, que en el nuevo año las autoridades del CNSS logren iniciar la atención primaria y comenzar a afiliar a los primeros contingentes de los trabajadores por cuenta propia.