El tema de la moral ha sido ampliamente debatido en diferentes sectores poblacionales. La moral siempre ha estado en el tema de todas las culturas y las religiones estarán cimentadas sobre una gran base moral.
La ética y la moral nos van trazando las pautas de las cosas que socialmente son reconocidas como buenas y válidas y quien logre transgredirla se expone a que se aplique en él o ella el peso de la ley, si no tiene padrinos claro está.
Sin embargo en nuestro país existe un fenómeno interesante de estudiar y es la asociación de la moral con la ropa interior masculina y femenina. En el caso de la femenina lleva una mayor carga social porque las mujeres siempre han sido más condenadas que los hombres a acogerse a patrones de conductas que generalmente las recrimina si suelen salir de sus cánones.
La moral de la mujer estaba estrechamente ligada a la pulcritud de su ropa interior, sobre todo cuando era capaz de protegerse y no dejarla mostrar. Recuerdo que en una ocasión regresaba de la escuela con una compañera de clases. De camino tropezó y se cayó, mientras la ayudaba a levantarse su única pregunta fue si le habían visto los pantis.
Hace poco un joven compartió en las redes sociales un video en el que salía a la calle a hacerle preguntas sin importancia a la gente. Dentro de las personas entrevistadas hubo uno en particular que llamó mi atención pues, según él, María Trinidad Sánchez era una mujer a quien le pesaba los pantis y que cuando la iban a asesinar lo único que pidió fue que le enterraran con su falda bien cubierta para que nadie le viera sus pantis.
Se les conminaba a que debían ser visualmente pulcras, una mujer con ropa interior descuidada era criticada no solo por otras mujeres, sino por los mismos hombres. No podía estar rota y debían ser lavados cada vez que se diera un baño.
Que una mujer vocifere, al concluir una relación, que el hombre ni siquiera le compró un panti es rebajarlo a lo más bajo que pueda existir. Era importante llevar alguna prenda de vestir íntima en una cartera pues, a decir de las madres, sería una vergüenza que algo le sucediera en la calle y no tener ni siquiera un panti guardado.
En el caso de los hombres no sucede lo mismo, de hecho es peyorativo cuando decimos “una moral en calzoncillos”. Esta expresión por lo general está asociada con actitudes que se entienden desfasadas en el contexto social contemporáneo.
En otra interpretación también se habla de moral en calzoncillos cuando nos negamos a ponernos a la altura de países desarrollados en relación a su visión de ver las cosas. Por ejemplo, que en nuestro país todavía se satanice a alguien por llevar un tatuaje, que no se permita el aborto o nos opongamos a una ley de derechos reproductivos y sociales, cuando miles de países han superado esa discusión es lo que se entiende como moral en calzoncillos.
En el hombre lo que más se acercaba a la moral del panti, era el ruedo del pantalón. Decir que a un hombre le pesaba el ruedo era tildarlo de serio, un hombre honesto y respetado.
Entre el ruedo del pantalón del hombre y la ropa interior de la mujer ha existido un dejo de moral que ha cambiado en nuestros días, pero solo en algunas cosas.