Monseñor Eliseo Pérez Sánchez (1891-1979) fue un sacerdote que ocupó las más altas posiciones y honores dentro de la Iglesia católica dominicana, excepto que no llegó a obispo. En la época actual  habría llegado, y fácilmente, pero en los años ‘30 y ‘40  del siglo pasado ese  era un escalón reservado a unos pocos dotados de cualidades y apoyo político que él no poseía.

El 14 de marzo de  1934, tras  la muerte del padre Rafael Conrado Castellanos (ocurrida el 21 de enero anterior), quedó al frente de  la Iglesia como “administrador apostólico sede plena”, cargo en el cual  duró un año y ocho meses.

Según José Luis Sáez, PérezSánchez contaba con que lo nombrarían arzobispo,  ya que mandó a preparar un escudo. Sáez cita varios periódicos de la época que criticaron no se nombrara al padre  Pérez sino a un sacerdote extranjero, el salesiano italiano  de nacionalidad  estadounidense  Ricardo Pittini. Relata Sáez: “Los periódicos que dieron cabida a esas críticas fueron El Deber (San Francisco de Macorís), El Progreso (La Vega), La Tribuna y Diario del Comercio (Santo Domingo).

Las ideas barajadasoscilaban entre la marginación de los dominicanos y el extraño hecho de contar el paíscon dos arzobispos. Cfr. El Progreso (La Vega, 23 de noviembre de 1935), p. 2, cols. 5-6. Lareacción del canónigo Pérez Sánchez, que parece albergaba la esperanza de ser el sucesor de Nouel, quizás se pruebe con el escudo que ya había mandado preparar con el lema Ora etLabora”. (LA SUMISIÓN BIEN PAGADA La Iglesia dominicana bajo la Era de Trujillo 1930-1961, Tomo I, AGN, Santo Domingo, 2008, páginas  44-45).

Sáez valora así la gestión de Pérez Sánchez: “Es posible, sin embargo, que su mejor logro a la larga fuese la gestión y puesta en marcha de la denominada ‘‘Misión Fronteriza’’, de la que se harían cargo los jesuitas en 1936, y el lanzamiento del semanario La Verdad Católica (2 de junio de 1935), que distribuía gratuitamente 10,000 ejemplares” (ídem, p. 45).

Y agrega: “Con evidente sorpresa de muchos, y sin faltar las consabidas críticas en la prensa a un arzobispoextranjero y además religioso, nombrado por el papa Pio XI el 11 de octubre de 1935, el padre Pittini asumió oficialmente el gobierno de la Iglesia dominicana el 24 de octubre, nombrando el mismo día de su consagración episcopal como su vicario general al aparentemente descontento o frustrado Mons. Eliseo Pérez Sánchez”. (Ídem, p.47).

Pérez Sánchez seria pasado por alto una vez más cuando en 1945, teniendo él 54 años de edad,  el Vaticano nombró un arzobispo coadjutor. Sáez lo relata así: “La paulatina marginación del arzobispo salesiano con el nombramientoen 1945 de un arzobispo coadjutor con derecho a sucesión en la personade Mons. Octavio Beras Rojas y como auxiliar al padre Felipe Gallego, el jesuitaespañol que había sido superior de la misión fronteriza desde 1936, hizoque durante esta segunda etapa se fortaleciese la dependencia de la Iglesiadel gobierno de Trujillo” (ídem,  p. 49).

Pérez Sánchez pasó el resto de la Era de Trujillo alineado al régimen, como los demás jerarcas eclesiásticos. Resurgiría al primer plano de la palestra pública al finalizar  1961 cuando formó parte del primer Consejo de Estado (1º de enero de 1962)presidido por Joaquín Balaguer, Rafael F. Bonnelly, vicepresidente y Eduardo Read Barreras segundo vicepresidente. Miembros: Mons. Eliseo Pérez Sánchez, Nicolás Pichardo, Luis Amiama Tio y Antonio Imbert Barreras.

Monseñor Pérez Sánchez, encabezando el Consejo de Estado en 1962Tras la Matanza del Parque Independencia, 16 de enero de 1962,  Pérez Sánchez estuvo detenido brevemente junto  a los demás miembros del Gobierno. Cuando la efímera Junta Cívico-Militar  (presidida por Huberto Bogaert. Miembros: Armando Oscar Pacheco, Luis AmiamaTio, Antonio Imbert Barreras, contralmirante Enrique Valdez Vidaurre, coronel piloto Wilfredo Medina Natalio y el coronel del ejército Neit Rafael  Nivar Seijas fue derrocada por una potente huelga política general  los consejeros de Estado fueron liberados y monseñor Pérez se reintegró  a sus funciones en el nuevo Consejo, esta vez presidido por Rafael Filiberto  Bonnelly yal  que se agregó como miembro  a Donald Reid Cabral.

Eduardo Latorre comenta la participación del padre Pérez en el  Consejo: “Había sido senador de Trujillo por varios años. Viejo y poco notado simbolizaba el apoyo de la iglesia al consejo (de Estado).  Política dominicana contemporánea, Santo Domingo, 1979, página 138

Tras el ascenso de Juan Bosch al poder el 27 de febrero de 1962monseñor Eliseo Pérez Sánchez reasumió sus funciones de vicario general o de la arquidiócesis, título que nunca le fue retirado mientras vivió.

Lo conocí personalmente en 1967 en la Catedral. Las veces que monseñor Polanco no podía asistir a impartir la confirmación, lo que estaba pautado  rutinariamente para cada domingo primero del mes, iban a buscar a monseñor Pérez. Hasta comienzos de los setenta fueron muchas las veces que conversé con él. Me contaba cosas del pasado y me daba algunas opiniones sobre el presente, siempre con el  pasado como telón de fondo.

Yo nunca le pregunté sobre su actuación bajo el régimen de Trujillo, ni era necesario,  porque eso estaba bien documentado en la  prensa de la  época y las imágenes se repitieron mucho en el periodo 1961-65. Curiosamente, a nadie  se le  ocurrió pedirle cuentas a la Iglesia como institución, parece que quedó sobreentendido en la  conciencia colectiva que la actuación del último año equivalía a dejar empate los 29 años anteriores.

Recuerdo  una muestra del conservadurismo de monseñor Pérez en que no aceptaba los nombres que estuvieran en desacuerdo con el santoral católico, una reminiscencia de la época en que los sacerdotes tenían la facultad de cambiarle  el nombre a un niño al momento de bautizarlo.

Me aventuro a  opinar que la gran  cantidad de nombres de santos en  los  países católicos, no solo  en Latinoamérica, se debe en parte a devoción, pero también en parte al miedo de que le  cambiaran el nombre al niño  y de que efectivamente se lo  cambiaran en el bautizo.

Volviendo a los domingos en la Catedral; se formaba la fila para la confirmación, cada padrino traía un papelito con el nombre del ahijado que yo le había dado al inscribirlo. El  procedimiento era que el padrino y el ahijado se adelantaban,  me daban el papelito, yo le decía el nombre a monseñor en voz baja.

Cuando el nombre no él no lo consideraba aceptable, por ejemplo Keyla,  Maikel, Yajaira, Lenin, Stalin, y así, monseñorPérez, en un proceso instantáneo,  no  se lo cambiaba, pero decía, invariablemente José, si era varón y María si  era niña “… yo te confirmo en el nombre del Padre, del Hijo…”; muchas veces fruncía el ceño en gesto de desaprobación; pero nunca me hizo ningún comentario sobre eso.

Un  domingo, no recuerdo la  fecha exacta pero debió ser a finales de los sesenta, fuimos  a impartir la confirmación a Chirino, localidad rural perteneciente a la actual provincia Monte Plata, entonces   parte del municipio de Bayaguana.

Conversamos  muchísimo todo el largo trayecto  ida y vuelta. Fue esa vez cuando me manifestó su queja de que el presidente Juan Bosch lo ignoró a él y a los demás miembros del Consejo de Estado no invitándolos a su toma de posesión el 27 de febrero de 1962.

Me dio detalles de la sorpresa de los consejeros, incluido el mismo presidente Rafael Bonnelly, y de los comentarios que se suscitaron entre ellos sobre el  tema. Al padre Pérez le quedó ese dolor pues él consideraba como que Bosch les debía la  presidencia en parte a ellos, eso me dejaba entrever en sus comentarios.

Monseñor Eliseo Pérez Sánchez fallecióen su hogar de la calle Dr. Báez, en Santo Domingo,  el 25 de enero de 1979, olvidado por la República a la que defendió oponiéndose a la intervención militar extranjera de 1916 a 1924. Hay quienes sostienen que el distinguido  eclesiástico quedó empate en la  historia, como en el resultado de un juego de béisbol 1 a 1, debido a su actuación durante la  Era de Trujillo.

Tan olvidado estaba que el principal órgano de prensa católico delpaís, la revista Amigo del Hogar, apenas lo elogió recordándolo como un “dulce anciano”. En su cuenta de ahorros dejó RD$300, según consigna Ángela Peña (Hoy 16 de diciembre de 2007).