El título les debe decir mucho de las intenciones de este escribidor, por lo menos que es economista por atreverse a incluir una categoría política; pero no es un atrevimiento, porque fui entrenado en la Harris School of Public Policy de la no siempre bien valorada Universidad de Chicago, donde el Prof. Russel Hardin y otros colegas me ofrecieron un curso sobre “Modelos matemáticos en el análisis político” o algo así, donde tomábamos modelos matemáticos aplicados en economía para su evaluación interpretando eventos políticos. (No es raro reconocer la presencia de connotados cientistas políticos de Chicago –como Norman Nie- en su elaboración alrededor del National Opinion Research Center, adscrito a esa universidad.). Prometo no llegar a las matemáticas.

Partamos definiendo el concepto de “monopolio competitivos” y cierta contradicción que  aparenta contener. Según Ana Cabello: “La competencia monopolística es un tipo de competencia imperfecta en la que existe un alto número de vendedores en el mercado que tienen un cierto poder para influir en el precio de su producto.” (Escojo la definición de una mujer para honrar a la creadora de la teoría del Monopolio Competitivo, Joan Robinson como competencia imperfecta.) A partir de esta definición, podemos ver en las corporaciones político-partidistas un comportamiento “monopolio competitivo”, lo que me hace temer que éste es un factor de la inestabilidad y poca basamenta de la institucionalidad de nuestro proceso democrático.

La vocación de todos los partidos es ser “Monopolios del Poder”, y con su secuela: controlar la economía y el control social, todo mediante el adoctrinamiento, hasta identificarlo en la figura del “Tirano” y, así encarnarlo hasta compararlo con un “demiurgo” por encima de los humanos mortales.

Pero la naturaleza humana por ser “una y única”, garantiza un diversidad de procesos identificadores de cada realidad propia por cada observador humano (gracias a las modernas neurociencias desarrollándose en este siglo XXI. La pluralidad humana (que algunos híper-radicales identifican como compartidos por todos los seres vivos) nos lleva a transar en una organización de acuerdos contínuos entre los seres humanos en el marco de la llamada democracia, que en su forma radical se identifica como el comunitarismo. De ahí sale que para organizar esos criterios compartidos se organizan en partidos, pero que derivan, por la misma fragilidad de la naturaleza, en relaciones de dependencia en alguien que sintetiza una “visión del futuro” para aquietar el temor de un futuro “inescrutable” porque el futuro es “riego”. Si no, vean lo que ha hecho un virus con una humanidad tan “insegura de sí misma”.

Pero, la cultura política de los dominicanos nos hace reproducir lazos de lealtad personales cuasi-religiosos como la institución del “compadrazgo” o lazos fraternales por un concepto de fidelidad de convertir la amistad en lazos equiparables a filiales, y, por lo tanto, anteponiendo razones extra-racionales y alegar motivos emocionales. Entonces, hay estructuras sub-partidarias que son las que mudan de acuerdos a las coyunturas políticas nacionales. Es decir, en el triunfo del 5 de julio pasado, el 53% designado ganador no permanece cohesionado y se nos presenta en tres grupos sub-partidarios como si fueran vocacionalmente monopolios pero deben competir con los otros, porque el marcado electoral los juntó pero no los amalgamó.

En economía pretendemos visualizar que la estructura (o “base” según Marx) está soportada por una superestructura ideológica que es esencialmente la cultura que nos amalgama como sociedad diferencia  del resto de las formaciones culturales: ¡las sociedades y civilizaciones que habitan este planeta Tierra!

Pisando tierra. Si el «gobierno del cambio» no se unifica frente a las demandas históricas de la “nueva política de Transparencia y eficiencia” no se cumplen por los designados y son tan osados de “montar” la “vieja política del cohecho y el irrespeto ciudadano”, entonces vale contar con el grado de conciencia del Pueblo sobre el relevo gubernamental más pronto que tarde en 2024. La competencia monopolística puede centrarse en ser más potable por encarnar ese espíritu de  la nueva política y así ganaremos todos. Es decir, esperar el momento que prueben resolver el “bache pandémico del Covid-19” para luego ganar méritos por los hechos y no por las “bocinas” derrochadoras de recursos del Estado.

Si las “condiciones” de monopolio se crean por dos procesos: la publicidad y la creación de un nicho mediante una fidelización de marca, por un lado; por el otro, por una razón tecnológica que produce eficiencia de costos e imposibilidad de “imitarlo” o “copiarlo”. En mundo político parece que la publicidad y creación de un nicho exclusivo se basa en caer en la tentación de “domesticar a las masas” con demagogias (el populismo), con el control social mediante la propaganda y el simplismo de reducir la verdad a “fake news”.

Por lo tanto, lo que tenemos es que los “políticos profesionales” tienden a considerarse con el derecho único y exclusivo de vivir del “erario público” en las buenas y en las malas; a diferencia de los profesionales que incursionamos en la política por nuestras competencias profesionales, criterio crítico y vocación de servicio a través del Estado.

Como un laboratorio social, nos encontramos en una nueva coyuntura para separar a los “populistas” de izquierda y derecha, de los “demagogos”, también de derecha y de izquierda. Así cambiaríamos el curso de la “infame” historia de la democracia en la Tierra de Duarte, Sánchez y Mella.

¿Dónde queda el “tercio” que compone una de las bandas en juego en el «Gobierno del Cambio», precisamente el que debe cohesionar todo el “esprit d’equipe” de la totalidad del estamento gubernamental? Los polvos levantados por los “chismorreos” de los grupos sectarios cuyo laborantismo temprano opaca las grandes esperanzas que las medidas de supresiones de “nidos de serpientes” pasen de largo en la opinión pública.

¿Es la intención producir este relegamiento de la transparencia para opacar el ambiente y volver a los “desvaríos, cohechos e indelicadezas” en sus respectivos “cotos de caza” próximos a estrenar? Es la prueba de fuego de tres grandes amigos, los guardianes de la transparencia a partir del 16 de agosto, la Dra. Milagros Ortiz Bosch, Lic. José Rijo y Lic. Carlos Pimentel, los cancerberos de la moralidad, el control del gasto público y de la pulcritud en el manejo de fondos públicos. Además de un Ministerio Publico independiente.