Elías Wessin Chávez, ex administrador de Bienes Nacionales, se prepara a continuar defendiéndose, en el proceso que se le sigue por alegada malversación de 157 millones de pesos.
Mientras el ex director de la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado y hoy senador Félix Bautista, afirma que las entidades que le acusan de gastos extrapresupuestarios y retención de impuestos por RD$ 883 millones durante el 2008, “manipulan y distorsionan una auditoria de la Cámara de Cuentas, interpretando a su antojo los datos de ese experticio”.
Quedando archivada y congelada en el tiempo, la denuncia que interpuso el ex fiscal Guillermo Moreno y presidente de Alianza País contra el ex presidente Leonel Fernández y la Fundación Global Democracia y Desarrollo (FUNGLODE), por la acusación de corrupción y lavado de activos.
Todas estas son noticias de un mismo día, 29 de mayo del 2013.
Aires de corrupción parecen soplar, impregnándolo todo de impunidad, minimizado, cual tornado, actos y escándalos recurrentes, por los cuales nunca nadie ha pagado.
Hechos a los cuales nos somete la clase política, algo a lo que no sé si nos hemos acostumbrado, por la naturalidad y descaro con que se manejan los temas.
Entre acuerdos, préstamos y contratos hechos y desechos de minas y carreteras.
Uno de los pocos inculpados “se indigna”, dispuesto a “acudir donde sea a defender honra e integridad personal” (el senador Bautista).
Mientras, Yeni Berenice Reynoso, la Fiscal del Distrito Nacional, en un intento de explicar el auto que sustenta su decisión de archivar el expediente del ex presidente Fernández, nos recuerda desde un canal de televisión que “ siempre la corrupción administrativa tiene un elemento político” que “la ética y la moral no entran en lo jurídico”, aclarando que “a la luz de lo que dice el Código Procesal Penal hay conductas de esas que son delito en otros países” pero no aquí, donde “ tenemos muchas leyes…” que no se aplican.
Se pregunta la magistrada fiscal si “¿tenemos las leyes que debemos tener?” pues “el Ministerio Publico no cuenta con normas para perseguir la corrupción“.
Como conclusión, parece que no tenemos nada, ni para llevar a las puertas de los tribunales a los corruptos, que están y estarán de pláceme en los días por venir.
¿Y es esta la realidad en la cual vivimos, o es esto apenas una interpretación de la realidad que en el fondo oculta lo que realmente existe?