La noticia de la destitución de Dilma Rousseff fue presentada como inminente. Hasta apareció la reseña de cómo el vicepresidente Michel Temer se aprestaba a realizar las alianzas para detentar el poder. Pero, Temer es de temer.

No lo digo yo, sino Juan Arias, corresponsal de El País, en Río de Janeiro en el artículo “Temer y la dictadura de la corrupción. Llama a tenerle ojeriza cómo está anunciando un programa de apertura económica a lo “Macri”, pareciéndose a sus vecinos del sur.

¿Podrá mantenerse en un congreso donde el cincuenta por ciento están investigados por corrupción en el expediente de Lava Jato? Arias habla de la tiranía de la corrupción la que se ha revelado con las investigaciones en marcha. Como el ataque es la mejor defensa, la denestración de Rosseff es que algo cambie para que nadie cambie, según la vieja fórmula “gatopardiana” de Lampedusa.

Dice Arias: “La dictadura de la corrupción hiere y mata, física y psicológicamente, a los millones de personas golpeadas por el drama del desempleo o ahogadas por las deudas. O a las que quedarán culturalmente inválidas toda la vida por haber sido castigadas con una enseñanza que no les prepara para enfrentarse al futuro.”

Dilma ha viajado a Naciones Unidas y en el marco de la Asamblea General ha denunciado el golpe de estado que ha significado su impeachment.

El Senado tiene 30 días para completar su proceso: ¿esperará completar el drama o lo hará como comedia?

Para leer Arias, ver el enlace siguiente: http://internacional.elpais.com/internacional/2016/04/20/america/1461182663_377119.html