Es un hecho que lo dominicano como entidad política se fraguó debido al estallido de la Revolución Francesa de 1789 y su continuación en la Revolución Haitiana que se plasmó en su independencia del 1804. A partir de ese hecho y hasta el 1855, cuando ocurrió la última invasión haitiana a nuestro territorio, lo dominicano se fue articulando en confrontación con Haití. Haití se convirtió en el catalizador de lo dominicano hasta que logramos constituirnos en 1844 en un Estado independiente. Varios hechos definieron ese proceso, explicados en la historiografía dominicana conservadora con tintes de leyenda, semejante a lo ocurrido con el caso del Santo Cerro en el siglo XV. Por tanto, debemos apoyarnos en estudios académicos de calidad para superar las visiones patrioteras cargadas de mitos racistas.

Sobre 1805 muchos comunicadores afirman que ocurrió un degüello en la ciudad de Moca por las tropas haitianas que se retiraban luego de fracasar en tomar la ciudad de Santo Domingo. Incluso Frank Moya Pons en su Manual de Historia Dominicana lo menciona (Moya, p. 200). Un periódico digital llamado Diario Dominicano en su edición del 3 de abril del 2014 lo presenta de la siguiente manera. “El 3 de abril de 1805, los haitianos después de haber saqueados y quemados las comunidades de Monte Plata, Cotuí y La Vega, se dirigieron a Moca, donde pasaron a cuchillo a sus habitantes y luego incendiaron las viviendas. Luego repitieron sus atrocidades en la ciudad de Santiago de los Caballeros. Una versión histórica resalta que el 3 de abril de 1805, todo el que cayó en Moca en manos de los haitianos fue degollado, y la ciudad fue incendiada al extremo de que los altares de la Iglesia, los archivos y el reloj público de la ciudad fueron reducidos a cenizas. De acuerdo con la información, en Moca, sólo salvaron la vida dos personas, porque sus cuerpos quedaron ocultos debajo de la pila de cadáveres que dejaron a su paso las tropas haitianas en su marcha de regreso a la República de Haití. Además de Moca, los haitianos llevaron a cabo matanzas en Santiago y San José de las Matas” El texto carece de autor y la apelación a una “versión histórica” se agota, aunque no lo menciona, al libro de José Gabriel García Compendio de la historia de Santo Domingo publicado entre 1867 y 1906 y que sirvió de manual de enseñanza por muchos años en las escuelas dominicanas.

El texto de García es el siguiente: “También en Moca se representaron escenas terribles capaces de consternar a los corazones más endurecidos. dadas por Cristóbal amplias garantías a fray pedro Geraldino, sacerdote de reconocidas virtudes, en favor de las familias fugitivas, fueron éstas saliendo poco a poco de sus escondites, y se dirigieron a la población, donde en vez de seguridades con que contaban, no encontraron sino una muerte desastrosa; pues habiéndose anunciado que el día 3 de abril se cantaría un tedeum solemne en acción de gracias por la feliz terminación de la lucha, acudieron al templo más de quinientas personas de todas clases, sexos y edades, además de la soldadesca desenfrenada de Faubert, la cual cerró todas las puertas al comenzar la ceremonia y se entregó de lleno al desorden, saciando su furor brutal sobre aquella concurrencia inofensiva, de la que quedaron muy pocas personas con vida, porque hasta el sacerdote que oficiaba fue ensartado en las bayonetas, en medio de la espantosa gritería de aquella horda de salvajes” (García, p. 264).

Héctor Martínez, un historiador muy destacado, plantea el problema de la veracidad de ese hecho en un artículo de El Caribe del 28 de enero del 2012, su argumento es el siguiente: “…Jean Jacques Dessalines y sus tropas -en lucha contra el colonialismo francés acantonado en el Este-, tras levantar un asedio de 25 días sobre Santo Domingo, se retiraban a Occidente. Entonces, el cuerpo del ejército que comandaba Henri Christophe, al pasar por la villa de Moca, habría cometido el más tiplisonante de los excesos criminales al degollar en la iglesia parroquial -donde convocaron, de común acuerdo con el cura, a un Tedéum solemne por la feliz terminación de la lucha – a “más de quinientas personas de todas clases, sexos y edades” y “hasta el sacerdote (fray Pedro Geraldino, HMF) que oficiaba fue ensartado en las bayonetas, en medio de la espantosa gritería de aquella horda de salvajes”. Los argumentos de Martínez para demostrar que dicha matanza nunca ocurrió son los siguientes: “En cambio, para el historiador Delmonte y Tejada, (contemporáneo de aquellos hechos, y de cuyo antihaitianismo no cabe dudar), los degollados fueron “varios fugitivos” “en la parroquia de Moca” (Historia de Santo Domingo, t. III). En 1923, el viejo y odioso relato de lo sucedido en Moca fue objeto de un interesante debate. Entonces, el agudo investigador Fray Cipriano de Utrera emitió consideraciones dignas de la mayor ponderación. Observa éste que la retirada de Dessalines de la periferia de Santo Domingo se inicia en la tarde del 29 de marzo de 1805, y que el decantado “degüello” se sitúa en la mañana del 3 de abril, lo que considera tiempo limitado para desplazar un ejército por pésimos caminos de Santo Domingo a Moca, y una vez en Moca convocar a los fugitivos dispersos por campos y montes (y esperar que acudan) a un Tedéum en la mañana del día 3. Más aún, los “degollados” no podían ser “más de 500 personas de todas las clases, sexos y edades”, en razón de que para 1805 la población total de la villa de Moca no llegaba a 500 personas, y el sacerdote Pedro Geraldino, que según J. G. García “fue ensartado en las bayonetas en medio de la gritería de aquella horda de salvajes”, aparece vivo y coleando dos años después (en 1807) como capellán de la ermita de Santa Ana, en San Francisco de Macorís. Estas realidades llevan a Utrera a sostener que en la Moca de 1805 “No hubo tal Tedéum ni el sacerdote fue ensartado en las bayonetas, ni la matanza fue por esta razón dentro de la iglesia”. Por si fuere poco, acota que el sacerdote Silvestre Núñez, cura en Moca de 1834 a 1872, escribió una relación sobre el desenvolvimiento de su iglesia que abarca desde antes de la invasión de 1805… y no hace referencia al “degüello”.

Esta confrontación de pareceres diferentes y con argumentos muy sólidos de parte de Martínez nos lleva a dos preguntas. ¿Por qué ocurrió la invasión haitiana a la colonia francesa de Saint Domingue? Ya que éramos colonia francesa en ese momento. ¿Qué fue lo ocurrió realmente en Moca? Una vez definida la frontera de Haití mediante las armas al iniciar el 1804, el resto de la isla quedó como colonia francesa, fruto del Tratado de Basilea del 1795. Como Francia había reestablecido la esclavitud, el Gobernador francés Louis Marie Ferrand ordenó a sus tropas y los habitantes de la parte oriental que cazaran niños y niñas haitianos de hasta 14 años para venderlos como esclavos. Esta ordenanza fue proclamada el 6 de enero de 1805. Por supuesto esa acción no podía ser ignorada por el presidente haitiano Jean Jacques Dessalines, por tanto, organizó tropas y decidió avanzar hacia el este para desocupar a los franceses de esta parte de la isla. Desde que nació Haití sus líderes tenían claro que permitir un régimen esclavista del lado oriental siempre sería un peligro para su existencia como sociedad y Estado. Ese hecho ha sido ignorado continuamente por historiadores dominicanos anti haitianos que interpretan esa acción como una agresión contra los dominicanos, cuando de hecho el propósito de Dessalines era erradicar a los franceses de esta parte por sus prácticas esclavistas contra sus hijos.