Las universidades en un mundo globalizado corren el riesgo de renunciar a su función humanística, propiciando la deshumanización de la razón desde una lógica neoliberal que propicia abandonar la responsabilidad que tiene toda academia con la formación de una ciudadanía responsable.
Kant en su ensayo Respuesta a la pregunta Qué es la Ilustración, publicado en 1784, cuestionó el ser humano que no utilizaba su capacidad de razonamiento permaneciendo en la minoría de edad, es decir, en la dependencia total de lo que otros le trazaban sin plantear su punto de vista. El espectáculo mediático de la supuesta democracia liberal ha llegado a la universidad, imponiendo no sólo su esquema de organización, sino el olvido de su misión fundamental: formar para una mejor sociedad.
José Ignacio Gapalsoro (2008) en su artículo “Derridá: la Universidad en el horizonte de la globalización” plantea que son el “último lugar de resistencia crítica a todos los poderes de apropiciación dogmáticos e injustos”. Desde esta perspectiva, la universidad se convierte en la guardiana de las humanidades, en el pensamiento crítico que impide la “deshumanización de la razón”, es decir, la condición teórica que asume repensar el mundo para hacerlo más humano y habitable.
Las universidades deben propiciar repensar las desigualdades instaurada desde la perspectiva de la globalización, lo que implica a juicio de Eggar Morin en su libro Para una política de la civilización (2009), recuperar la humanidad de su autodestrucción y del letargo de los siglos.
La Universidad Autónoma de Santo Domingo necesita un proceso de transformación a corto, mediano y largo plazo. Es urgente una reforma interna que garantice cambios significativos. A largo plazo, amerita de un plan estratégico donde se consulte la sociedad civil, grupos estudiantiles, docentes, personal administrativo y de apoyo; así como las autoridades internas y gubernamentales con la finalidad de relanzarla con visión de futuro, respetando los procedimientos que plantea el Estatuto Orgánico.
Es importante recuperar el rol que tiene la UASD en la sociedad dominicana, como plantea el Estatuto Orgánico en su Artículo 8 cuando dice: “ Ser una institución de excelencia y liderazgo académico, gestionada con eficiencia, acreditada nacional e internacionalmente, con un personal docente, investigador, extensionista y egresados de alta calificación; creadora de conocimientos científicos y nuevas tecnologías; sustentada en valores; reconocida por su contribución al desarrollo humano con equidad y al desarrollo de una sociedad democrática y solidaria”.
Los candidatos y candidatas a la rectoría y otros puestos, deben tener en cuenta que, si no promueven procesos de cambios en la UASD, se agudizará la crisis y una consecuencia inmediata sería el retiro de los estudiantes. En este momento, los candidatos a rectores no pueden quedarse en su proselitismo, deben integrarse a proponer soluciones consensuadas a los problemas de la academia.
Recuperar la UASD es un compromiso social y del Estado, pensando en el estudiantado dominicano que depende de esta academia. La crisis que vive la Universidad Autónoma de Santo Domingo es una oportunidad para su transformación con los sectores involucrados, siempre que prime la intención de cambiarla.
El gobierno y la UASD tienen que volver a la mesa del diálogo con puntos claros de ambas partes, donde existan compromisos creíbles en el tiempo para lograr un mejor funcionamiento de la academia.
Las implicaciones de una trasformación de esta naturaleza, tiene repercusiones en todos los estamentos de la academia. Cuando se habla de saneamiento tiene que ser un proceso integral que abarque reducir puestos innecesarios, procesos obsoletos a nivel administrativo, aumento de la investigación, reducción de la carga docente para la investigación, modernización de las aulas con las tecnologías necesarias para contribuir con la calidad de los procesos de enseñanza-aprendizaje, promoción automática de las categorías docentes, solución a la falta de aulas y erradicación del clientelismo porque entra en contradicción con la misión y visión de la academia.
La autonomía de la UASD se fortalecerá con la transparencia, no con prácticas clientelistas que no contemplen su visión de futuro y sociedad ¿De qué vale la autonomía si no hay confianza social? Es necesario fortalecerla no abolirla con acciones retrógradas que no propician visualizar los aportes de la academia a la sociedad.
El Artículo 2 del Estatuto Orgánico dice que: “La universidad es una institución que une los profesores, estudiantes y servidores de apoyo a la labor académica, con el propósito de dar cumplimiento a la misión y la visión universitaria”. En este sentido, tenemos que iniciar un proceso interno de cambio y transformación sostenible en el tiempo.
Es recomendable que el rector Dr. Iván Grullón y Faprouasd concreten un encuentro que garantice la docencia. La actitud no debe ser la autodefensa, sino presentar con claridad la situación y reunirse con los organismos que componen la universidad con la finalidad de ir garantizando la búsqueda de soluciones a los problemas urgentes de la academia pensando en su rol en el futuro.
El Comité Ejecutivo Nacional de Faprouasd y las asociaciones de profesores de los centros regionales deben definir una ruta crítica en asambleas internas, de donde emanen propuestas viables sobre su visión de la academia. Luego es pertinente un congreso con mesas de trabajo, para realizar una propuesta consensuada sobre los puntos que ameritan ser asumidos para transformar la UASD.
Es importante que los candidatos a rectores se reúnan de urgencia para que firmen un documento de compromiso para resolver la crisis de la UASD. El documento puede ser un primer paso de búsqueda de soluciones consensuadas.
Es tiempo de transformar la UASD, de relanzarla y sentarse a la mesa del diálogo con sinceridad. Los problemas de la UASD todos lo conocemos, lleguemos a acuerdos internos para resolverlos.
Por último, la UASD necesita un pacto interno donde se presenten los cambios que necesita la academia, no pueden esperar una solución externa, es responsabilidad de la academia con sus organismos de participación asumir este reto de cara al futuro, de lo contrario se convertirá en una instancia inoperante y obsoleta.