“Nosotros podemos caer pero el pueblo no debe permitir que caiga la dignidad democrática”. Juan Bosch.

Este 25 de Septiembre se cumplen 57 años de aquel fatídico, funesto, vil, cobarde y criminal Golpe de Estado ocurrido en 1963 contra el primer gobierno constitucional y democrático que se dio el país, luego de que fuera decapitada la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, presidido por el Profesor Juan Bosch, electo legítimamente con casi el 60% de los votos emitidos en las Elecciones Generales del 20 de diciembre de 1962, con apenas siete meses en el poder, con el apoyo de la oligarquía empresarial, los altos jefes militares, la Unión Cívica Nacional, la Embajada de los Estados Unidos y lamentablemente, por la jerarquía de la iglesia católica.

Esta fecha no puede pasar desapercibida, pues “aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo. Consideramos que las presentes y futuras generaciones deben conocer todo sobre este fatal acontecimiento de nuestra historia reciente, pues le generó a nuestro país un retroceso de más de 50 años en lo económico, político, social, cultural e institucional, del cual todavía no nos hemos recuperado.

Para un país en vía de desarrollo como el nuestro, cuando se interrumpe o se quiebra el orden constitucional, le toma mucho tiempo poder recuperarse. A pesar de haber transcurrido ya 57 años de aquel fatídico Golpe de Estado, aún están vigentes las consecuencias catastróficas de ese imperdonable y bochornoso hecho, pues continuamos arrastrando una gran deuda social acumulada y una serie de males, que por falta de voluntad política, parecen interminables; los mismos que Don Juan enfrentó y que fueron las razones por las que no lo dejaron gobernar.

El fantasma de los golpes de estado todavía no ha desaparecido. Ya no se producen de forma violenta como ocurrió contra el gobierno de Bosch y el de Salvador Allende diez años después en Chile. Ahora se aplica la presión internacional utilizando los poderes fácticos nacionales para obligar a los presidentes a renunciar, como ocurrió en Brasil contra Dilma Rousseff y recientemente contra Evo Morales, en Bolivia, después de este haber realizado una excelente gestión gubernamental, pero su afán desmedido de querer continuar en el poder por más de tres períodos, hizo que todas sus grandes realizaciones lamentablemente se echaran por el suelo.

En ese espejo todos debemos mirarnos pues el continuismo, más allá de lo que dicta la Constitución de la República, puede resultar muy peligroso para el país.

Si aún confrontamos graves problemas económicos, políticos, sociales y culturales; si en 1965 libramos una sangrienta guerra civil entre dominicanos, exigiendo la reposición del Presidente Bosch, la cual fue abortada por la invasión de más de cuarenta y dos mil marines auspiciada por la OEA; si hoy no hemos podido cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenibles, exigidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y que están contemplados en nuestra Estrategia Nacional de Desarrollo, se debe precisamente a este abominable acontecimiento, que llenó de sangre, luto y dolor a nuestro país, por lo que en nuestras escuelas debe ser dado a conocer para que no se quede en el olvido y que todos colaboremos para que no vuelva a suceder.

Este aniversario casi coincide con la inauguración de un nuevo gobierno, que ha sido denominado el “Gobierno del Cambio”, presidido por el señor Luis Rodolfo Abinader Corona, del cual la población tiene grandes expectativas. Ojalá que su gobierno no pierda de vista que desgraciadamente aún está pendiente de completar el proceso de transición hacia un orden democrático, el cual fue iniciado durante el gobierno sietemesino del ex Presidente Juan Bosch pero que fue interrumpido con su derrocamiento. Ya es tiempo de romper con la cultura de continuar haciendo casi siempre más de lo mismo y no contribuir con el fortalecimiento de nuestras instituciones democráticas.