Cuando era pequeño, en la fiesta de año nuevo, la familia se reunía al filo de la media noche y entre los abrazos y los doce cañonazos que anunciaban el nuevo año, cada quien tomaba una docena de uvas, una por cada mes del año, y cañonazo tras cañonazo la comía expresando muy quedo alguuna reflexión, algún deseo…

Aquí van mis doce uvas del 2020.

El Sueño:

1. Precisamente porque soñamos, tenemos derecho a la utopía. Lo que nos une como sociedad, como dominicanos es apenas un sueño compartido. El trabajo comunitario, no remunerado, fortalece ese sueño, te llenas de hermanos y descubres tu sueño en sus sueños.

2. Tengo la certeza de compartir un sueño con millones de dominicanos. A mí no me van a incluir en la dinámica del miedo. Yo bajo los vidrios.

3. “Tu y yo somos hermanos y del mismo cubil. Mi rastro va junto a tu rastro, mi caza es para ti” *1

4. Cultura de paz: Dominicana, dominicano, aquí estoy ante ti, vulnerable. Cuídame, que yo tampoco te haré daño.

El Compromiso:

5. La democracia es dialogo permanente, no puede ser monólogo de los gobernantes con una respuesta tartamuda, de los gobernados, cada cuatro años.

6. Tenemos que lograr un repudio social a la corrupción tal, que los corruptos no tengan nido.

7. Tenemos que llegar a un nivel de empoderamiento, a un ejercicio de ciudadanía capaz de decir a los gobernantes: Gobiernen bien, porque de lo contrario estaremos en las calles y así no van a poder gobernar.

8. En este mundo en el que con muy poco esfuerzo todos podemos estar interconectados y comunicados, cabe preguntarse: ¿Por qué necesito que alguien me represente si yo mismo puedo representarme? Las redes sociales y las calles!!!. El liderazgo permanece pero la representación tendrá que ser, cada vez, más democrática.

El ser humano:

9. El agua en su camino al mar algunas veces dice: Quiero ser lago. Para lograrlo se impone libremente limitaciones: -Yo no sobrepaso esas cumbres, yo soy lago. Las limitaciones impuestas libremente definen y dan contenido al ser humano. El ser humano sin límites auto impuestos, se diluye en el mar de la existencia.

10. Cuando mi conducta está en armonía con lo que siento y lo que pienso, tengo la paz. Si adicionalmente esa conducta alienta la vida del niño que llevo dentro, entonces soy feliz.

11. Al tomar decisiones, un sí a algo es necesariamente un no a muchas otras cosas. Si decido navegar Norte, todo lo que esté al Sur no está en mis planes. Por otra parte, la última palabra es del corazón. Cualquier posible decisión debe ser capaz de pasar la prueba del intelecto, pero no basta. Esa posible decisión que ya ha pasado la prueba del intelecto, debe ser pasada por el corazón:

¿Me siento en paz, luego de A?
¿Tendré que mentir luego de decidir A?
¿Seré un poco menos yo, luego de A?
Esas respuestas nada tienen que ver con el intelecto, son respuestas del corazón.
Si el corazón dijo que sí, corazón e intelecto aprueban, adelante con la decisión.
Si el corazón dijo que no, detente; el corazón tiene razones que la razón desconoce. ¡El corazón aunque mal pagues!

12. Para dejar a una mujer con rabia y llorando, basta ser cobarde. Para dejarla complacida y enamorada hay que ser muy hombre.

Hasta aquí mis doce uvas.

*1 Fragmento de canción de lobatos del Movimiento Scout