(Ilustraciones del Dr. Odalís G. Pérez)
Hoy iniciamos el nuevo año 2021. A pesar de estar en un tiempo enfermizo, donde la humanidad está azotada por el COVID-19, en su segunda oleada, yo tengo mis deseos para este tiempo.
Lo prioritario, en estos momentos, es la salud. Salud para todos y todas, sin importar el color, la raza, ni la religión. La salud debe ser asumida como una razón de Estado, prioritaria. De nada puede servir producir mucho dinero y que la ciudadanía siga muriendo afectada por el virus, por falta de políticas ciudadanas coherentes.
Saludo la posición asumida de manera pública y muy responsable, por el Dr. Mario Lama, actual director del Servicio Nacional de Salud, en el sentido de que restringiendo de día y concediendo facilidades de noche, no podremos combatir con certeza esta lucha contra el COVID-19.
A sabiendas de que vivimos en una sociedad del "tercer mundo", indisciplinada e irresponsable, hay que asumir políticas públicas que induzcan a la ciudadanía a respetar su vida y la vida de los demás, por encima del interés del empresariado. Preservar la vida está por encima de cualquier otro interés de la gente.
Ante esta pandemia, no perder la esperanza de volver a la normalidad, debe ser nuestra gran consigna. Ese es mi gran deseo, el hecho de que nuestra gente, nuestra sociedad, no pierda su derecho a la utopía de volver a soñar con la libertad, sobretodo, cuando ya salimos de otra pandemia nacional que intentó, de manera impertinente, perpetuarse en el poder, sin importar las consecuencias políticas y sociales y esa histórica batalla, la ganamos por la certera decisión de un líder que no piensa en sus intereses personales o familiares, sino en el interés de este país, ante la comunidad internacional.
Es el momento de aplicar reformas…pero en el sistema educativo nacional. Necesitamos una ciudadanía disciplinada, responsable. Que se valore y que valore al otro. La otredad es parte de la nueva simbología social que este virus nos obliga a tener muy en cuenta, junto con la convivencia en colaboración, sin aquel individualismo rampante que no ha impuesto el capitalismo salvaje, aquel que nada más usa a la gente, como una pieza más de la fábrica, en procura de rentabilidad económica, sin importarle la vida de los otros.
Pude expresarlo desde un poema, pero no…esto hay que decirlo de manera directa y llana. No podemos seguir permitiendo que se nos muera la gente, por falta indisciplina. El Estado debe seguir asumiendo políticas que conlleven a la defensa de la vida, aunque reciba el mal truño de "los financistas".
No olvidemos que "a males colectivos hay que buscarles soluciones colectivas", esa es la sabia máxima expresada por el político más preclaro y con sobrada experiencia de Estado que hoy tiene el país, el Dr. Leonel Fernández, a quien hay que escuchar con atención y consultar. Es un momento de ejecutar políticas en cooperación, para bien de nuestro país.
Este tiempo pandémico, ha obligado a mirar el ejercicio de la política desde nuevas perspectivas. Aquel momento de los políticos o politiqueros caudillistas, buscadores de "mi congreso", ha llegado a su fin. Es la hora de escuchar la voz y los latidos del pueblo dominicano, desde sus más apartados rincones olorosos a madrigueras y madretierra.
La sociedad dominicana y el mundo, entran a un nuevo año (2021), con nuevos retos y nuevas visiones vitales, para la convivencia en armonía. Otro de mis deseos para este nuevo año, es que, desde cada hogar dominicano, y, a partir de un rediseño curricular pertinente, iniciemos la construcción de una ciudadanía responsable, disciplinada, crítica, creativa, propositiva y proactiva. Ese sería el mejor regalo de año nuevo para esta nación.