El terreno de trabajo de los profesionales de la conducta es la crisis, ese momento que lleva a las familias, las parejas y las personas a compartir sus problemas con un especialista cuando los recursos se les han terminado o cuando ocurren eventos en sus vidas que los desbordan. Parte del proceso de transitar por estos momentos es aceptar lo que está ocurriendo e intentar descubrir los aprendizajes que este hecho dejará para la vida.
Las circunstancias difíciles sacan a flote el arsenal de recursos que quedan en el almacén del repertorio conductual para salir justamente cuando se necesitan. Talvez descubrir la propia fuerza es precisamente una de las principales lecciones que adquirimos en las crisis, nos redescubrimos, nos reencontramos al ponernos en contacto con esa persona desconocida que acaba de surgir y que nos ayuda a continuar hacia adelante. Al pasar el tiempo, por más difícil que haya sido la situación enfrentada, el reconocimiento de que ya pasó y seguimos aquí nos da la certeza de poder comenzar a asumirnos de manera distinta, con mayor confianza en la vida y en los seres humanos que somos
De manera que, después de más de 30 años de ejercicio de la psicoterapia y varias batallas personales afrontadas y vencidas ya no me sorprenden circunstancias como las que en los últimos tres meses hemos estado viviendo como país. Detrás de cada evento aparentemente negativo o difícil suelo esperar la fuerza que brotará del individual o del colectivo. Basta con el ejemplo de la suspensión de las recientes elecciones municipales que se convirtieron en la vía para desarrollar nuevas formas de expresión, nuevas propuestas y una nueva generación participando desde una nueva conciencia
De igual forma pasará con la crisis de salud del Coronavirus, es el nuevo reto que nos ha venido a mostrar aprendizajes que como pueblo y como humanidad debemos adquirir.
Mi ejercicio con la escritura de estos artículos es un disfrute muy personal sin pretensión de ser ejemplo para nadie, uso este canal que de manera generosa me ofrece Acento para compartir ideas que solo brotan y terminan siendo incontenibles, y lo hago a través de mis vivencias que podrían coincidir con las de algunas personas. De manera que solo intento compartir los aprendizajes que hemos experimentado mi familia y yo, a propósito de esta crisis general de salud.
Cuando fue declarada la cuarentena en el país yo ya llevaba justo un mes recluida en la casa por la fractura de un pie, de manera que fue para mí un poco más de lo mismo esta declaratoria y había iniciado ya algunos aprendizajes que compartí en mi artículo anterior.
Una de las recomendaciones que hago a mis pacientes con frecuencia es leer, estudiar, investigar, buscar información certera acerca de lo que les está ocurriendo, es un elemento clave que da poder y evita preocuparnos más de la cuenta. Esto hicimos como familia, buscar información confiable, ver lo que estaba ocurriendo en otros países, aprender de la experiencia de ellos; de manera que muy temprano decidimos asumir una actitud responsable y practicar el aislamiento social. Nos preparamos para ello, pues vimos claramente que era la manera de contribuir con la propia salud y la ajena; a partir de ese momento la vida cambió.
Ya el lunes 16 mi hija menor comenzó a trabajar desde la casa y yo no regresé más al consultorio. Aprendí con ella que se trabaja más desde la casa que en la oficina, pues la pasión por terminar una tarea no tiene límites y puedes llevarte el computador inclusive al baño, sobre todo si no hay más nada en que ocuparse y tienes el trabajo que te hace feliz.
Aprendí a organizar desde casa a un buen equipo de trabajo que acompaña a mujeres que viven violencia, para cuidarnos nosotras y no dejar de ofrecer apoyo a las emergencias que pudieran presentárseles en casa a propósito del confinamiento. Logramos desde la Fiscalía del Distrito Nacional, coordinar y mantener un servicio no presencial para las mujeres que atendemos.
Aprendí que puedo darle un uso más noble a la tecnología, incluso las redes sociales me han dado algunas sorpresas, a pesar de que hoy en día debemos aprender a administrarlas para evitar el impacto emocional de la sobreinformación. Por ejemplo, me impresionó una publicación en Twitter de @NassefPerdomo que muy temprano en el proceso, motivó a enviar a las empleadas del servicio doméstico a sus casas y mantener el pago de su salario. Me pareció noble plantar esa semilla de humanidad hacia esta población tan olvidada de mujeres trabajadoras, en una red que suele ser tan ácida.
Aprendí que puedo ver a mis pacientes por Skype o Video Llamada desde mi oficina en la casa. Esto ya lo hago desde hace mucho tiempo con pacientes que se van al extranjero y continuamos el proceso por estas vías, pero con los que viven en el país, nos obligó la cuarentena. Es una alternativa necesaria pues el estrés de la crisis pudiera provocar necesidades de apoyo que se reciben sin salir de casa.
Aprendí que es posible respetar el aislamiento social y celebrar un cumpleaños con la familia. Sentir cerca a la gente amada y cantar juntas cumpleaños feliz, a través de una conferencia por la aplicación ZOOM.
De esta misma forma un grupo de personas, en su mayoría con educación análoga, aprendieron a bajar la aplicación y continuaron sus prácticas de yoga, aun en tiempos de Coronavirus.
Aprendí a disfrutar un concierto completamente gratis y lleno de sencillez que Alejandro Sanz y Juanes donaron a todo el universo a través de YouTube así como el documental Isla de Plástico de José María Cabral; o la juntadera de trovadores en vivo con José Antonio Rodríguez desde Francia por Instagram.
Aprendimos en familia la sencillez de reírnos con un juego de la infancia, pero a través de WhatsApp, cuando una de las sobrinas lo inició desde su casa y las demás respondíamos desde las nuestras en el teléfono (Se murió Lola- Qué Lola- Lo lamento- Qué Mento- Mento santo…) Además, a brindar por esta vía con una foto y compartir un vino cada una en casa viendo una película o un concierto.
Aprendimos a integrar la sabia costumbre oriental de dejar los zapatos fuera para no contaminar al llegar a la casa de la calle.
Muchas veces los momentos de crisis desnudan las sombras y las peores áreas de las personas, talvez por miedo, ignorancia, necesidad o inconciencia, pero de todo esto también hemos aprendido.
Como todo en la vida, esto también pasará, dentro de un tiempo lo veremos con otra mirada y descubriremos que nos hemos convertido en mejores personas, mejores familias y en una mejor humanidad, pues habremos tenido la oportunidad de impulsar un desarrollo superior de la conciencia de manera colectiva.