Hace veinte años que la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 25 de noviembre, fecha en que tuvo lugar el horrendo asesinato de las hermanas Mirabal, como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La ONU también hubiera podido elegir el 11 de diciembre para tales fines. Ese día tuvo lugar un feminicidio tan horrendo, tan digno de ser recordado como el de las hermanas Mirabal, un feminicidio que, sin embargo, nadie recuerda: el asesinato de Miriam Pinedo, acaecido en Bruselas, Bélgica, en 1971.

Miriam Pinedo llegó a Bruselas huyendo de la pesadilla desatada por el régimen de Balaguer. Algunas semanas antes, Otto Morales, su esposo, dirigente del Movimiento Popular Dominicano, era cobardemente asesinado por miembros de la Policía Nacional, dejándola viuda y con cuatro niños. Tenía apenas veinticuatro años. Lejos estaba Miriam de imaginar que su pesadilla no hacía más que empezar.

En mayo de 1971, son encontrados los cuerpos inanimados de Miriam Pinedo y Maximiliano Gómez, el Moreno, en una pequeña habitación en las afueras de Bruselas. Ella sobrevive, milagrosamente, luego de pasar varias semanas en coma. Maximiliano Gómez, en cambio, muere en la ambulancia que los llevaba al hospital. Miriam no tenía nada que celebrar: su pesadilla continuaba.

A través de las investigaciones que he realizado para documentar “Morir en Bruselas”, una novela con la que pretendo resolver, de una vez por todas, y caiga quien caiga, el misterio que ha envuelto, durante casi medio siglo, las muertes de Gómez y Pinedo, he logrado reconstruir el infierno al que fue sometida esta última.

Durante su permanencia en el hospital, Miriam Pinedo fue vigilada. Cuando fue dada de alta, Miriam Pinedo fue acosada. Miriam Pinedo fue secuestrada. Miriam Pinedo fue separada de sus hijos. Miriam Pinedo fue torturada. Miriam Pinedo fue violada. Miriam Pinedo fue calumniada. Miriam Pinedo fue moralmente asesinada.

Pero no solo eso.

Miriam Pinedo fue maniatada. Miriam Pinedo fue físicamente asesinada. Miriam Pinedo fue desnudada. Miriam Pinedo fue descuartizada. Miriam Pinedo fue decapitada. Miriam Pinedo fue dejada en las aceras de Bruselas como se les dejan las fundas de inmundicias a los camiones de la basura.

Y a pesar de eso, Miriam Pinedo ha sido olvidada.

Miriam Pinedo ha sido olvidada porque en la machista sociedad dominicana no hay igualdad entre hombres y mujeres ni siquiera después de la muerte. Mientras que el asesinato de Miriam Pinedo se considera como un “daño colateral”, el asesinato de Maximiliano Gómez se considera como el de un héroe y de un mártir. Atención: no digo que no lo fuese. Todo asesinato es horrible, y el del Moreno sin dudas lo fue. Pero el asesinato de Miriam Pinedo, tan horroroso como el de las hermanas Mirabal, lo fue mil veces más. El asesinato – el feminicidio – de Miriam Pinedo no debe ser olvidado.

De esta desigualdad hay muchos ejemplos. No hay un solo artículo, no hay un solo reportaje que se centre en la muerte de Miriam Pinedo. Cuando se le menciona, si es que se le menciona, siempre es en relación con el de Maximiliano Gómez. Sobre Maximiliano Gómez se han escrito artículos buenos y numerosos (Pienso, particularmente, en los de Ángela Peña). También se han editado videos de igual calidad. Pero sobre Miriam Pinedo, nada. Quizás el ejemplo más flagrante de esta injusticia lo constituye el libro El Olor del Olvido, el único libro que, a mi entender, se ha escrito sobre el tema. En su libro, Freddy Aguasvivas deja un vacío. En primer lugar, porque se centra en el secuestro del coronel Crowley, tratando muy por encima los sucesos de Bruselas. En segundo lugar, porque se abstiene de enunciar claramente las conclusiones de sus investigaciones, dejando al lector en un limbo. Y tercero, porque al centrarse en el Moreno, al relegar a Miriam Pinedo a un plano tan menor como para incurrir en errores enormes (como el de afirmar que Miriam Pinedo fue apuñalada), se pierde una parte importante de este episodio histórico tan terrible.

La meta de mi libro es llenar este vacío, completar este rompecabezas terrible con la pieza que falta. La meta de mi libro es, ya lo he dicho, resolver el misterio de las muertes de Maximiliano Gómez, el Moreno,  y de Miriam Pinedo. La motivación de este libro es, en cambio, resarcir a Miriam Pinedo y rescatar su recuerdo.

Miriam Pinedo fue la verdadera víctima de esta tragedia. Comparto plenamente las palabras de un testigo de primera fila de estos acontecimientos, al que he entrevistado: “Miriam Pinedo fue una víctima. Miriam Pinedo fue ejecutada para sustentar la versión de un mito”. 

Ninguna víctima de un feminicidio merece ser olvidada. Por eso debemos recordar a Miriam Pinedo.