En la medida en que maduramos, es cuando las mujeres nos hacemos mas conscientes de esta soledad intangible. Hemos hecho experiencias, y aprendido de ellas. Estamos más despiertas, más alertas a los latigazos de un falocentrismo que se resiste a ser derrocado
Con el advenimiento de la segunda ola del movimiento feminista, la vida de una gran cantidad de mujeres ha experimentado una revolución silenciosa. El derecho al voto femenino, el mayor acceso a la educación y la entrada masiva de las mujeres al mercado laboral son la base de esta revolución.
Janne Haaland Matláry ha llegado a llamarle al siglo XXI el tiempo de las mujeres.
Las conquistas alcanzadas por las mujeres no han sido fáciles, ni gratuitas. Han dejado tras de sí, y aún siguen dejando, una estela de historias de luchas, de dolor, de sacrificios, y pérdida de la vida de muchas mujeres, que nos heredaron sus sueños e ideales, en la búsqueda de la igualdad de derechos entre mujeres y hombres.
Las batallas libradas no han sido en vano. Son muchos los avances con los que podemos contar de hace 50 años a la fecha, particularment respecto a la igualdad formal entre hombres y mujeres, refrendada por las constituciones y sistemas jurídico-legales de la mayoría de los países del mundo.
Sin menosprecio de tales conquistas, queda mucho trecho por recorrer aún para poder equiparar igualdad formal con igualdad de facto.
Los hechos de la realidad hablan por sí solos:
- La tasa de pobreza femenina es 25% mayor que la de los hombres en la República Dominicana.
- Las mujeres constituyen más del 50% de la fuerza laboral informal.
- Los trabajos del sector servicios o terciario, que son los peor remunerados y los de mayor nivel de precarización, son realizados predominante por mujeres.
- A pesar de la mejoría alcanzada en los últimos años en la a participación política de las mujeres y su posicionamiento en puestos de poder, las cifras muestran de manera persistente un rezago en comparación con los hombres.
- El cuerpo, la sexualidad y los derechos reproductivos de las mujeres siguen estando bajo el control masculino.
- Con el ingreso de las mujeres al ámbito laboral y al ámbito político, las mujeres desempeñan el triple rol de cuidadoras de los hijos y del hogar, trabajadoras remuneradas e integrantes de organizaciones comunitarias y/o políticas.
- A pesar de representar más del 60% de la matricula universitaria y mas del 80% de las/os graduadas/os con honores, las profesionales no representan más del 30% de la fuerza laboral en la República Dominicana.
- Cada año mueren alrededor de 200 mujeres víctimas de feminicidios.
En medio de este panorama, las mujeres seguimos en pie de lucha, escindidas entre el trabajo y el hogar, en un mundo en el que la división sexual del trabajo está lejos de superarse.
Los progresivos cambios socioculturales le han abierto a las mujeres acceso a una transformación, pero aún no somos seres realmente autónomos, y mientras, padecemos de tristeza cultural, en palabras de Mariam Alizade, al ser presas de un ideal cultural que nos menosprecia, que nos hace sentir solas, una soledad invisible, que nos abruma cada vez más, que duele.
En la medida en que maduramos, es cuando las mujeres nos hacemos mas conscientes de esta soledad intangible. Hemos hecho experiencias, y aprendido de ellas. Estamos más despiertas, más alertas a los latigazos de un falocentrismo que se resiste a ser derrocado, y ese estar despiertas nos causa tristeza y dolor.
Nos encontramos actualmente en una coyuntura crítica, en la que las mujeres, aún conservando la fe en el amor, en los valores femeninos, nos estamos volcando hacia un espectro de relaciones y actividades, de las que los hombres ya no son el centro.
Y me pregunto: ¿Se dan cuenta los hombres de que es imperativo un cambio en su forma de ver el mundo, la política, la economía, las relaciones de pareja, el amor?