Gracias al cielo Duarte ya volvió a pasar de moda. Le hicieron una “bullita” por su cumple años, un churria de políticos se empinguinaron para hablarle a la nación sobre los ideales de Duarte, en las escuelas y colegios (estos últimos con nombres casi siempre en ingles; de algún santo pero en inglés) hastiaron a cada niño con biografías y frases del susodicho hasta que lograron sembrar en sus pequeñas mentes ese odio saludable hacia los padres fundadores, se hicieron pinturas horribles y libros aun peores y todo para conmemorar nuestro vacío de nación.
Todos sabemos que nunca me harto de jactarme de lo deliciosa que es mi vida. Pues esta vez no será la excepción; a mi toda esa comedia de Duarte me afectó, no digo que no, pero en el último conteo el balance fue definitivamente positivo. El primer golpe a todas luces negativo fue que ese fin de semana el parque Duarte se volvió un patio lleno de lodo y “dominicanidad” totalmente intransitable. En otras palabras Duarte me aguó el fin de semana y lo único salvable fue una exposición en el Taller Evolutivo de Arte Contemporáneo, donde descubrí un pintor del que hablaremos después, quizás.
El segundo golpe fue sin dudas una caricia, de esas caricias tiernas y maternales que se dan sin motivo alguno, y fue más bien una caricia disfrazada porque sucede que Aguilar sugiere dedicar la tertulia al patriotismo añejo o algo así (deben perdonar mis olvidos, un hombre ya pasado de años tiene derecho a olvidar, queriendo o sin querer, los detalles importantes de cualquier tema).
Y ahora dirán “¿Quién es Aguilar? ¿De qué bendita tertulia habla este tipo?”, y lo normal es que me ofenda y les recuerde que esto no es un diccionario y que ahí esta Google y que el que sabe, sabe; y el que no, que tenga religión. Pero esta vez les daré información detallada de ambas cosas, ya sea por variar o por payola (en realidad es porque la minuta de la tertulia es el tema de este ensayo, pero finjan sorpresa hasta el final).
Alejandro Aguilar es un pana que venció mi habitual escepticismo xenófobo usando solamente sus conocimientos, esto fue porque las primeras veces que lo vi fue porque lo invitaron a dar un taller en Cultura al que asistimos. Luego tuve el honor de tratarlo un poquito más y descubrí un tipo digno de tenerle envidia: es extremadamente joven y humilde y ambas cosas pese a su saber y condición social, ha estado (viviendo o de visita) en la mitad del mundo y ha elegido quedarse (aunque sea un tiempo) aquí y para colmo su esposa es una artista increíble (que esto último no es del todo una virtud personal pero habla de su buen gusto o buena suerte).
De la tertulia les diré que si no saben de lo que hablo se han perdido gran parte de sus vidas. La tertulia se hace un lunes si y un lunes no en casa de teatro y está llena de extraños (y exquisitos) personajes. Casa de Teatro para mí era un negocio más, como cualquier otro de la zona, pero gracias a la tertulia he conocido sus entrañas, y dentro de estas, toda su magia (exagero porque sé que no conozco ni la mitad de esta magia, la que no está demás decir que es exageradamente mucha). Es importante recalcar que la tertulia es en Casa de Teatro porque Aguilar no miente al decir a los nuevos (lo dice en cada tertulia porque siempre hay nuevos) “imaginen que estamos en la casa de un amigo donde nos juntamos a hablar, no hay necesidad de formalismos ni de panegíricos”. Se los juro esa bella informalidad que propone se cumple cabalmente cada lunes de esos. Una vez se intentó documentar, no sé el porqué no se continuó intentando.
Cerrado el espacio de las explicaciones continuamos con la programación habitual. Les decía que fue un poco incomodo saber que le iban a dedicar una tertulia a un tema tan simplón, pero debo admitir que subestime a los miembros de la tertulia al pensar así. Ese fue uno de los más divertidos lunes. Y me queje (cuando leí el tema en el grupo de facebook) grite que “patriotismo el de los dominicanyork y ya, muerto el tema”. Fui un iluso total amigos míos (para que vean que hasta yo me equivoco de medio a medio).
Lunes 28, día de la tertulia. Tocaba acomodarnos en la pequeña biblioteca de la Casa, donde la decoración y la bibliografía promueve un cuarto creciente en las ansias delictivas. De entrada todos eran caras conocidas y frecuentes salvo un afro demencial y perfecto que pertenece a muy buena artista, creo que se llama Laura (nombre evocativo y problemático pero bueno, tal vez ella no tenía la culpa), trago en mano comenzó el debate… un comienzo nada tímido debo decir. Duarte, Desmitificación y posmodernidad deben ser las palabras claves. En eso llegaron otro par, uno de ellos (el más activo) debía apellidarse Ortiz. Creo (y no aseguro nada) que la primera (o la segunda) vez que la tal Laura habló no me quedo más remedio que hacer una broma anarquista y proponerle matrimonio. El amigo Ortiz no se quedó atrás aunque sus acotaciones eran un poco demasiado extensas aunque sin lugar a dudas muy divertidas.
Lo que no se es porque llegamos al chofer de las Mirabal, que ni era chofer (según aclaro Saba) ni es comercial para la causa. Lo que si se es que el señor Saba había llegado un poco antes, pero también un poco después de que empezáramos, con unas empanadas que olían de maravilla. Debo notar que con el señor Saba me pasa lo mismo que con la Casa, quiero decir que no me caía ni bien ni mal hasta que lo trate en la tertulia y desde ese punto me cae increíblemente bien por lo desenfadado de su temperamento (no por las empanadas). En fin, el hablar del chofer de las Mirabal llevo al señor Saba a una broma sexista y esta a un comentario sexista del amigo Ortiz, creo que Aguilar intento suavizar pero con la buena vibra que reinaba ambas cosas fueron bien acogidas (y devueltas con envidiable velocidad de sinopsis) por las damas… ahora que recuerdo fue ahí cuando no me quedo más remedio que postrarme ante la inteligencia de la tal laura.
Al final de los finales (como dice un amigo) sacamos conclusiones indudablemente acertadas y no lo digo porque concuerden con las conclusiones con las que venía prejuiciado (porque la mayoría fueron contrarias a mi pensar) sino todo lo contrario porque a más de uno nos hicieron cambiar de parecer y de pensar. Por eso os invito a unirse a nuestra secta si es que se creen tan libres pensadores como para cambiar de opinión y dejarse vencer por argumentos ajenos y por una inusual buena vibra.