El éxito de una acción militar no depende de ellos, sino del

hombre que grita entre las filas "¡Estamos perdidos!" O "¡Hurra!".

Sólo en esas filas puede sentirse con certeza que se es útil.

León Tolstoi

 

En un artículo anterior referido a la necesidad en nuestro país de una cultura de Seguridad y Defensa, me había referido en el sentido de que estos son temas objeto de políticas públicas y que estas últimas son diseñadas por los gobiernos como solución a demandas sociales y de seguridad, por lo que se debía entender que son los políticos quienes tienen a cargo la elaboración de los planes, acciones, y programas que constituyen tales políticas.

El pasado día 30 de agosto vimos publicadas en algunos medios de comunicación, las declaraciones del senador por la Provincia de Santiago, Julio César Valentín, informando que llevaba a cabo, junto a un grupo de legisladores, el sometimiento de un proyecto de ley que modificaría la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas N0. 139-13 para que siempre sea un civil el Ministro de Defensa.

Quien esto escribe, desde hace un buen tiempo entiende que es un avance que el país tiene que dar con pies de plomo (con cautela), pues soy de parecer que los aspectos que maneja un ministerio de Defensa no necesariamente sean más transparentes o tengan las fuerzas de defensa, un empleo más eficiente con un civil al frente de la cartera, aunque la justificación sea inscribirnos en el proceso internacional de consolidación de la democracia como hace un buen tiempo se llevó a cabo en algunos países de Centro y Suramérica, con el concurso de la Organización de Estados Americanos (OEA), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), pues en la República Dominicana la Democracia hace tiempo que viste pantalones largos aunque de vez en cuando haya que hacerle remiendos.

Lo que no admite discusión es que deben existir ciertas condicionantes del perfil de un ministro de Defensa civil. Veremos algunas consideraciones:

Aquí emerge el asunto de la cultura de Seguridad y Defensa con el cual se alude principalmente a la conciencia racional y crítica ciudadana sobre estos temas, las relaciones de la ciudadanía con ellos, además de la comprensión, apoyo y compromiso con la Seguridad y Defensa del Estado. Los políticos que tengan a su cargo el tratamiento de estos temas deben exhibir alto grado de Cultura de Seguridad y Defensa, deben poseer el conocimiento necesario sobre la materia, de manera que estén capacitados para elaborar las políticas requeridas en estas áreas, lo que no es muy común poder apreciarlo en nuestros políticos.

Con el objetivo de formar civiles en América Latina para dotarlos de capacidad de ejercer funciones en el área de la Defensa, los Estados Unidos por medio del Pentágono crearon el Centro de Estudios Hemisféricos para la Defensa como un departamento de la National Defense University, con sede en Washington. En la República Dominicana, el Ministerio de Defensa cuenta con el Instituto Superior para la Defensa (INSUDE) que a través de la Maestría en Defensa y Seguridad Nacional que Imparte la Escuela de Graduados de Altos Estudios Estratégicos (EGAEE), tiene la misión de formar profesionales e investigadores que dominen los asuntos relacionados con la Seguridad y Defensa Nacional, y con las políticas internacionales; en esta escuela, conjuntamente con oficiales generales y superiores, se han graduado una considerable cantidad de civiles de estratos políticos, académicos y sociales donde han adquirido una considerable Cultura de Defensa actualizada.

Un Ministro civil de la Defensa, tratará a diario con las vistas y discusiones congresuales sobre presupuesto de Seguridad y Defensa, los sistemas de armas y sus ciclos de vida, cuestiones referentes a los asuntos geopolítico-estratégicos internacionales, formulación de políticas, y asignación de recursos, entre otros temas esenciales para la Seguridad y Defensa Nacional que pasarán por distintos niveles de consideración, desde el político hasta el operacional. Desde luego, no deberá estar dentro de sus funciones los asuntos puramente militares, de cuarteles, y del servicio militar, ni siquiera tendrán que ser expertos en asuntos de Seguridad Nacional; pero definitivamente tendrán que hacerse de los conocimientos en niveles apropiados sobre las áreas que hemos mencionado.

Cuando se trata el tema militar, de inmediato se empieza por examinar los asuntos que tienen que ver con las relaciones civiles-militares; sobre ese particular, Thomas C. Bruneau, Destacado profesor del Center for Civil-Military Relations, Naval Postgraduate School, Monterrey, California; se refería a los ministerios de defensa, en el sentido de que sólo la existencia de ellos es un indicador importante de la existencia de relaciones civiles-militares en un país. Y es que en muchos de los casos, estos juegan un papel de gran importancia para la consolidación de estas relaciones y su carácter democrático, lo que ha sido palpable a partir del fin de la Guerra Fria avanzando positivamente en los últimos años del siglo pasado y los primeros del actual.

Sin embargo, no debe parecernos fuera de lugar las posiciones encontradas en este tema, pues hasta en los Estados Unidos que en los años noventa fue uno de los principales promotores de la región, del planteamiento de ministros civiles en la defensa, se tiene idea clara sobre el manejo político de los asuntos relativos a esta materia, así como de la competencia de los civiles ante la multiplicidad de las dimensiones de las nuevas amenazas a la Seguridad y la Defensa Nacionales frente a una oficialidad profesional en estos ámbitos. Como ejemplo, recordemos que al crearse los comandos conjuntos en el país del norte, se estableció la figura del Jefe de Estado Mayor Conjunto como asesor que despacha directamente con el Presidente, indistintamente del Secretario (Ministro) de Defensa. Esto nos trae la idea de lo que sería un Ministro civil de la defensa respecto a sus funciones, distintas a las militares.

Continuará en la siguiente entrega…