La doctora Altagracia Guzmán regresa a realizar lo que históricamente está preparada para ejecutar: reducir la mortalidad evitable y en especial, controlar los fallecimientos prevenibles de niños y mujeres embarazadas. Si la sabe aprovechar es una coyuntura favorable, pero insertada en una compleja situación. Favorable, pues tiene de su lado al Presidente Medina con elevados niveles de popularidad y clara vocación de eficiencia en problemas que sí puede resolver. Sumado a su experiencia como Ministra y la gestión en SENASA, donde ganó premios de calidad. Compleja, pues operará en los próximos 12 meses, con funcionarios y presupuesto que no fueron concebidos de acuerdo a sus planes. Sus fórmulas serían:

Primera fórmula: las reuniones mensuales con los directores provinciales y regionales del MINSA. Fue Guzmán Marcelino que instaló un especie de plenario cada 30 días con sus gerentes territoriales. Con una agenda enfocada en la prevención de la mortalidad infantil y materna, y en los programas de salud colectiva. Ahí se pasaba revista de todos los problemas de las provincias. Hoy le competen además de las provincias, las regiones; y aunque se haya creado una separación de funciones, ella tendrá mucho que aportar y exigir. La última vez que tuve conocimiento de estos plenarios mensuales de salud fue durante la gestión de Sabino Báez al frente del ministerio.

Ministra de Salud, Altagracia Guzmán Marcelino
Ministra de Salud, Altagracia Guzmán Marcelino

Segunda fórmula: lo mismo hacía Altagracia Guzmán con los directores de los grandes hospitales de la República, donde por su población se producen, altas tasas de mortalidad evitable. Los hospitales infantiles y de adultos de Santo Domingo,  Santiago, San Francisco de Macorís, San Pedro, San Cristóbal  y Barahona, entre otros, son vitales para la permanente realización de evaluaciones y exigencia de cumplimiento de normas. También son esenciales para asegurar muy bien su abastecimiento, su tecnología y la calidad de la gestión de los profesores y residentes de las especialidades médicas.

Tercera fórmula: el rigor de las auditorías médicas de mortalidad. La ministra también masificó las inspecciones a profundidad de todas las mortalidades de mujeres embarazadas y de niños que acontecían en hospitales y provincias. Ahí fue rigurosa y detallista en el diagnóstico oportuno y tratamiento precoz de los casos de riesgo. Ella misma estuvo presente en varias auditorías.

Cuarta fórmula: creación de un sistema de normas de atención y prevención. Guzmán consensuó, revisó y publicó más de 25 normas. Estableció qué pasos reglamentarios deben darse para evitar fallecimientos prevenibles y asegurar calidad. Una acción sin precedentes, pues aquí cada médico hacía lo que había aprendido en universidades y especialidades. Instaló normas y las hizo cumplir. Cuando fue trasladada del ministerio a la Asesoría Médica de la Presidencia (1999), dejó en edición, las Normas Pediátricas del Maestro de la Medicina, “Hugo Mendoza”. No conozco las causas del por qué la gestión 2000-2004, no reconoció estas normas, publicando otras, sin el aval científico de la precedente. Nunca he leído el nivel de cumplimiento de estas normas en los Hospitales Pediátricos, en especial en el H. Robert Reid.

Quinta fórmula: realizar una Vigilancia Epidemiológica extrema y proactiva. De 1997 a 1999, la Dirección de Epidemiología del Ministerio fue modernizada y equipada. Se crearon las Normas Nacionales para la Vigilancia, y todas las mañanas, la Ministro estudiada y tomaba acciones sobre el reporte de muertes infantiles-maternas y de Enfermedades de Notificación Obligatoria. Antes de eso, los ministros se enteraban por los periódicos de las mortalidades. Un sistema de vigilancia eficiente y eficaz te aporta la información crítica día a día, para controlar y detener a tiempo, los problemas.

Sexta fórmula: Altagracia Guzmán reestructuró la atención primaria, creó el nuevo modelo para esta estrategia. Un enfoque concentrado en Equipos de Salud Familiar (ESAF) distribuidos barrio a barrio, distrito a distrito y campo por campo. Luego vinieron algunos genios y le llamaron “académicamente” UNAP, burocratizando el modelo, cuando lo que se impone es que la salud se proteja desde la familia, siendo la familia el primer promotor de salud de la República.

Séptima fórmula: articuló una gran alianza de todo el sector salud y la sociedad a favor de la prevención, promoción y la calidad. Cientos de ONGs fueron  apoyadas, supervisadas y alineadas para que trabajaran a favor de la salud. Impulsó un gran acuerdo de gestión  para controlar y reducir la mortalidad infantil y materna, apeló a universidades, consejos de desarrollo territoriales, asociaciones empresariales, ONGs, juntas de vecinos, partidos políticos, sindicatos y más. Ministra, de eso se trata ahora: como escribió el profesor Juan Bosch, de “Volver al Puerto de Origen”, y ejecutar ¡Lo que Nunca Se Ha Hecho!