Hay un país en el mundo con una riqueza artística, histórica y de una tradición popular única. Esa riqueza pide a gritos ser rescatada, conservada y revitalizada.

Hay un país en el mundo con un enorme potencial de artistas y profesionales de la cultura que debería ser mejor aprovechado.

Hay un país en el mundo que recorre con su música todos los confines del planeta, y lo estremece y lo pone a bailar y a gozar.

Hay un país en el mundo al que medio mundo desearía conocer por la autenticidad de su cultura y la virginal candidez de su solidaridad. Un país de gente que sabe darse, aún sin tener.

Pero… ¿y todo ese potencial artístico y cultural está siendo debidamente encauzado, fomentado y estimulado por la institución rectora y promotora de las artes en nuestra República Dominicana?

A partir del 16 de agosto próximo, el Ministerio de Cultura de la República Dominicana, implementador de la política cultural del país, enfrentará una nueva etapa de trabajo. Justo en este punto limítrofe entre las luces y las sombras que pesan aún, deberá establecer nuevas directrices que propicien el necesario salto cualitativo capaz de allanar el camino hacia el desarrollo del arte y la cultura dominicanos. Sea quien sea el titular y su equipo de trabajo, el Ministerio de Cultura deberá enfrentar desafíos antiquísimos, otros de nueva factura y caminos por redireccionar.

Desde mi humilde opinión, basada no solo en los conocimientos que proveyeron la Licenciatura en Historia del Arte y la Maestría en Desarrollo Cultural Comunitario, sino en los 30 años de experiencia como gestora y gerente cultural, me atrevo a hacer algunas reflexiones y sugerencias con el mejor ánimo de aportar.

Considerando que uno de los principios básicos de la política cultural de cualquier país debe ser el fomento de la creación y formación artística, se hace necesario reorientar salarios que hoy día desestimulan, pues existe una dicotomía espantosa entre las bajas remuneraciones de los que hacen y enseñan arte, y los altísimos salarios de los burócratas. Me pregunto, ¿cómo es posible que los bailarines del Ballet Nacional Dominicano ganen 8,000 pesos mensuales (al cambio son US$ 174, es decir,  US$ 43.50 a la semana) y la Directora de Recursos Humanos del Ministerio de Cultura devengue un sueldo mensual de 180,000 pesos (US$ 3,915.59, equivalentes a US$ 978 semanales). Lo situación se torna más difícil para los maestros de las escuelas de Bellas Artes y de las Academias de Música en las provincias, quienes tienen que arreglárselas con apenas 5 000 pesos mensuales, a pesar del gran volumen de actividades a su cargo.

¿Cómo saber qué cantidad de grupos y artistas populares hay en las comunidades para apoyarlos? ¿Cuántas actividades culturales se hacen diariamente en el país?  No existen referentes al respecto. Precisamente, unos de los retos de las autoridades culturales dominicanas continúa siendo el campo de las investigaciones socioculturales, así como el desarrollo de un sistema de estadísticas capaz de proporcionar datos exactos y actualizados del sector. Es necesario saber cuántas actividades se realizan en las provincias, en qué manifestaciones artísticas, quiénes participan, cuáles son sus edades y sexos… Sin este tipo de información se complejiza sobremanera elaborar un proyecto cultural orgánico y retroalimentado, sin caer de bruces en brazos de la improvisación.

Uno de los principios básicos de cualquier política cultural nacional es su proyección allende las fronteras. Empero, el Ministerio de Cultura dominicano carece de una dirección de relaciones internacionales que fomente proyectos de intercambio, de promoción y de procuración de fondos. La que existe se reduce a Trámites y Protocolo.

Otro detalle causa desconcierto: ¿Cómo es posible que un país cuya locomotora económica  es el turismo, carezca de una  estructura que atienda ese frente en el ámbito cultural? No tenemos ni siquiera especialistas que impulsen esta estratégica línea de desarrollo.

La cultura dominicana deberá despojarse de su carácter “eventista” para convertirse en sistemática y sistémica. No son precisos eventos millonarios de una noche o de una tarde, como el Gran Desfile Nacional del Carnaval, porque lo que realmente se necesita es que el pueblo dominicano “¡baile en las calles, de noche, baile en las calles, de día!” Se necesita estimularlo más y hacerlo creador y consumidor de su propia cultura.  Es una alternativa para contrarrestar la violencia y fomentar el verdadero desarrollo. ¿De qué sirve  una Noche Larga de los Museos en el año, si las restantes 364 noches de una Ciudad Colonial Patrimonio de la Humanidad tiemblan de silencio, oscuridad e inactividad?

Es un gran reto la formación artística superior. ¿Cómo se entiende que, por culpa de rivalidades retrógradas, no exista una universidad de las artes en la República Dominicana? La UASD no forma trompetistas, saxofonistas, violinistas, ni bailarines. ¿Hasta cuándo, en el privilegiado país de la música y el baile, seguiremos importando bailarines y músicos, y lanzando a la calle a los graduados de las Escuelas Nacionales de Arte, las cuales, por cierto, de nacionales solo tienen el nombre? Ningún niño de San José de Ocoa o de Samaná puede venir a la Capital a estudiar, sencillamente porque carecen de recursos y de residencias estudiantiles. ¡Cuántos talentos perdidos!

¿Existe en el Ministerio de Cultura un Plan de Capacitación para sus empleados que parta de la Determinación de Necesidades de Aprendizaje (DNA) individual, de cada artista y de cada empleado, combinando los intereses de éste con los requerimientos según su puesto de trabajo? Apuesto a que aún no lo tienen, tal vez por la falta de preparación de la Directora de Capacitación del Ministerio de Cultura, quien ni siquiera es licenciada. Si los funcionarios no están preparados en los fundamentos de la gerencia cultural y los elementos básicos de la cultura, ¿cómo van a poder dirigir algo que ignoran? ¿Alguien puede decir si ya los egresados de la Maestría en Gestión de las Industrias Culturales son funcionarios en el Ministerio de Cultura?

Parafraseando aquel popular merengue típico: Lo que importa aquí sí es el cuernoque son las graves brechas en la gerencia cultural, lo que importa es la causa, y no el cuchicheo estéril, símbolo de mediocridad.

Lo que importa es que la Noche Larga de los Museos se multiplique en muchas noches durante el año y sea uno de los mejores incentivos para el turismo internacional; que los turistas y los estudiantes de colegios y escuelas llenen las instituciones culturales; que nuestros hoteleros ofrezcan clases de Merengue, Bachata, Perico Ripiao, Mangulina… ; y que en el menú no falte el mofongo, los pasteles en hojas, el salamí y los dulces tradicionales hechos de coco o yuca (huella taína distintiva de la dominicanidad), entre otras opcionales turísticas regionales y nacionales. Además, que los restaurants de ese Gran Santo Domingo que amo se llenen de Perico Ripiao, instrumentistas y poemas, y que las Gift Shop vendan artesanía nacional.

Lo que importa es que en alguna Plaza de la Zona Colonial los escritores se junten y lean sus obras al público y vendan sus libros autografiados.  La Zona colonial debe ser un pabellón permanente de la Feria del Libro. Importa que en el Parque Colón cada noche haya un encuentro con uno de los grandes de la música dominicana. ¡Cuántos turistas viajarían a Santo Domingo solo porque saben que cada domingo en la noche podrán tener un encuentro personal con Juan Luis Guerra, y que el martes es el día del Jhonny Ventura, el miércoles es de… Y soñemos con un Centro Turístico Cultural “Anacaona” en Independencia/Pasteur con un show puramente dominicano, y por el que desfilen todas las orquestas del país. ¿Ustedes imaginan a nuestros actores representando pasajes de la historia colonial por toda esa divina Plaza de España? ¡Ay mi Dios, me engranujo!

¡Hay tantas acciones pendientes por el desarrollo cultural! Los que tienen el privilegio de poder estar, y no fueron excluídos, les toca asumir el reto. Siempre que me necesiten, pueden contar conmigo. ¡Vengan colosos de las artes y la cultura dominicana! ¡Vengan Chuineros de Baní, y venga Sr. Martínez con sus niños acordeonistas, de guayos y tamboras de futuro! ¡Vengan dominicanos de la música y la artesanía! ¡Vengan Masters del cambio cultural! ¡Vengan actores y espíritus de la danza!¡Vamos todos hacer la cultura que demanda este país, único en el mundo!

Referencias:

“Transparencia, Recursos Humanos, 2016. Ministerio de Cultura de República Dominicana. Recuperado el 29 de junio de 2016 de http://cultura.gob.do/transparencia_files/recursos-humanos/#ancla-2016

Poema:Hay un país en el mundo. Autor Pedro Mir. Recuperado el 29 de junio de 2016 dehttp://www.ciudadseva.com/textos/poesia/ha/mir/hay_un_pais_en_el_mundo.htm

Canción:Baila en las calles de noche, baila en las calles de día. Recuperado el 29 de junio de 2016 dehttps://www.youtube.com/watch?v=VdTbu64YQCo