“Algunas veces…las empresas…sufren una especie de agorafobia industrial que no les permite salir públicamente a defender las verdades y los beneficios que su actividad provee. Si esto sigue así, los mitos no van a tener límites ni control, y las únicas verdades serán las sombras que vamos a seguir viendo desde nueva caverna”-El enemigo es la minería mal hecha, editorial del Periódico El Tiempo, 5 de mayo de 2017.

Hemos iniciado esta última entrega con un fragmento de un editorial del prestigioso diario El Tiempo, actualmente el de mayor circulación en Colombia. Lo hemos creído muy oportuno al ver cómo los mitos sobre la minería, partiendo del ejemplo de un proyecto minero en particular, se expanden como pólvora en nuestro país. Veamos algunos de los más importantes.

Mito 1. San Juan es una provincia agrícola próspera. Los presuntos defensores del ambiente presentan a San Juan como una de las provincias más prósperas del país. Aunque nadie se ha propuesto desmontar la vocación productiva de la zona, que sin lugar a duda es eminentemente agrícola (dedica alrededor del 36% de su mano de obra a las actividades agropecuarias, en contraste con el 13% del país), la realidad es que el modelo productivo dominante en ella, con sus muy bajos rendimientos relativos, es muy vulnerable. Más aun, podríamos considerarlo insostenible si no llegáramos a considerar su reconversión planificada en el mediano plazo.

Como consecuencia, y sin ninguna intervención perniciosa de la minería, los productores del Valle de San Juan dan los primeros pasos, con el apoyo del gobierno, en la implementación de un proyecto de reconversión productiva que parece estar motorizando la producción de hortalizas mediante invernaderos.

Muy lejos de pretender liquidar la agricultura, la minería vendría a diversificar la estructura productiva de la región; esta transformación debería suponer al mismo tiempo la reconversión paralela inteligente del sistema productivo agrícola actual, de modo que se garantice una mejor suerte para los casi treinta mil productores que sobreviven hoy explotando desmedidamente sus pequeñas parcelas, mientras otros miles subsisten ordeñando en condiciones precarias dos o tres vacas.

Debemos saber que es este modelo agrícola, junto la falta de políticas focalizadas, la escasa diversificación productiva regional y la prevalencia de una intermediación abusiva centenaria, constituyen los factores que determinan en esencia que el 63% y el 24% de los hogares de la próspera provincia de San Juan de la Maguana vivan en condiciones de pobreza general y pobreza extrema (entre las diez con más pobreza), respectivamente.

Mito 2. La minería no puede convivir con la agricultura. La única modalidad de minería que no podría convivir con la agricultura es la irresponsable en la que predominan los procesos de producción y procesamiento de minerales característicos de la primera y parte de la segunda mitad del siglo pasado.

Varios estudios serios sobre las realidades de países como Chile, Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Estados Unidos y Sudáfrica demuestran que la minería puede perfectamente cohabitar con la agricultura y el turismo. Y quisiéramos nosotros que nuestros productos agrícolas fueran tan competitivos en los mercados internacionales como los de los países mencionados, algo que, en general, no hemos podido lograr sin minería en las zonas del país con mayor peso relativo de la producción agrícola.

El Valle de Napa en California, famoso por la producción de vinos de alta calidad y también como destino turístico, no fue destruido por la famosa de mina de oro a cielo abierto McLaughlin, la cual operó hasta 2002 (17 años) recuperando el oro mediante… ¡el proceso de lixiviación con cianuro! En toda esa afamada región siguen floreciendo la agricultura y el turismo, pero ello ocurrió porque en los Estados Unidos las normas se cumplen rigurosamente y solo son aceptadas empresas mineras de clase mundial. 

Otro buen ejemplo es el de la empresa canadiense Red Eagle Mining que inició las operaciones del proyecto San Ramón en el municipio antioqueño de Santa Rosa de Osos, de vocación predominantemente agrícola, localizado a 65 kilómetros al norte de Medellín. La población de la zona aceptó el proyecto de recuperación de oro (mina subterránea), pero la Red Eagle también convino en que por allí hay lugares cuya importancia ecológica y ambiental no puede ser sacrificada bajo ninguna consideración económica (lo mismo hace hoy GoldQuest en San Juan). Además, y esto vale para el caso del proyecto Romero, la multinacional consideró, como una de sus más perentorias prioridades, la construcción de una relación de confianza con las comunidades, y lo hizo desde el mismo momento en que comenzó la recolección de muestras en los suelos del municipio.

Mito 3. El proyecto Romero causará un daño irreparable al sistema ambiental de la ladera sur de la Cordillera Central, lugar donde se encuentran dos importantes ríos, una presa y dos áreas protegidas. Sin perder de vista que la iniciativa de marras carece hasta el momento de licencia ambiental, vale la pena recordar que se trata del primer proyecto de minería subterránea del país, ventaja que ahora pretende menguarse recurriendo a ciertos planteamientos imprecisos y carentes de substancia técnica alguna.

Como el área de mineralización se encuentra entre los ríos San Juan y La Guama, cerca de la conocida presa de Sabaneta y dos parques nacionales, desde la misma etapa del diseño se contempló una rigurosa planificación del agua y del manejo hídrico, de tal modo que el sistema de manejó hídrico resultante es absolutamente independientemente de los mencionados ríos y de los demás acuíferos regionales. Mediante declaración jurada, la empresa actuante se comprometió, y así se hace constar en el estudio de prefactibilidad, que el río San Juan no se usará como fuente de suministro de agua al proyecto y mucho menos como destino para descargar los afluentes líquidos.

A diferencia de otros proyectos de este tipo, la iniciativa “…no anticipa un diseño para una laguna de decantación, un tanque de relaves o la descarga anticipada del agua en la laguna de decantación. El manejo de los relaves se realizará devolviendo el relave a la mina subterránea como pasta de relleno y mediante el almacenamiento seguro de los relaves secos en pilas de almacenamiento en superficie”. Además, y esto es muy importante, el proceso de separación del metal tendrá lugar fuera del país, esto es, la separación de las cantidades relativamente pequeñas de los metales consabidos del material no metálico en un proceso que se denomina “beneficio”.

En adición, admitido el hecho de que se trata de una mina subterránea, el paisaje no se verá afectado y las operaciones se realizarán en los límites de un área mínima requerida por las operaciones, ¡no en 270 mil tareas como han afirmado algunos ambientalistas radicales! ¡Las operaciones del proyecto San Ramón mencionado ocupan actualmente 16 de las 500 ha concesionadas! Finalmente, tanto el uso de substancias tóxicas (el cianuro, por ejemplo, utilizado comúnmente en el beneficio) como la irrupción en los parques nacionales limítrofes, están absolutamente prohibidos.

Corresponde a la autoridad recibir y evaluar el sistema de manejo ambiental ya delineado en el estudio de prefactibilidad; así como, velar por el más estricto cumplimiento de los requisitos concernientes a los aspectos relevantes que incluye (más los compromisos contenidos en la declaración jurada).

Así las cosas, la esperada licencia ambiental no es solo un documento oficial llamado a tranquilizarnos.  Una vez otorgada, ella resume de manera inequívoca y en todas partes el convencimiento de la autoridad de que los impactos son mínimos, previsibles y abordables, y de que se tiene la capacidad institucional, los medios y el compromiso moral para garantizarlos.

Si no somos capaces de hacer fructificar nuestros recursos de manera responsable, sostenible y transparente, y al mismo tiempo aprender de los errores y corregir rumbos, entonces recomendamos cerrar el país.