“Es mucho mejor prever, incluso sin certeza, que no prever en absoluto”-Henri Poincaré.

Uno de los aspectos interesantes del nuevo Anteproyecto de la Minería Nacional es el tratamiento de los llamados minerales estratégicos, término que puede ser objeto de variadas interpretaciones. Puede considerarse, no obstante, que el término alude a sustancias minerales que revisten un gran interés para las industrias modernas por sus especiales particularidades intrínsecas. También pueden entenderse que son aquellos minerales que aportan ingentes ingresos a las economías nacionales, tales como, en el caso de nuestro país, el oro, plata, níquel y cobre.

El criterio dominante en el anteproyecto parece haber sido el de la rareza combinada con su enorme importancia para la fabricación de equipos de alta tecnología o aleaciones de calidad usadas en los sectores industriales de punta. Como no hay en el país potencial establecido con certeza en relación a la gran mayoría de los minerales incluidos en la lista de estratégicos, nadie puede negar hoy que a futuro pudieran tener lugar descubrimientos de reservas aprovechables, ya sea mediante exploraciones y explotaciones especialmente enfocadas en ellos, o bien por su hallazgo casual al margen de la finalidad declarada en la licencia o concesión otorgada.

En todo caso, debemos saber que los lugares donde existan o se sospeche la existencia de estos minerales, siempre serán “prioridad geoestratégica”- asegurar activos de importancia militar o política- para las potencias industrializadas o en curso de serlo, pudiendo ellas recurrir a la fuerza militar o a la intimidación diplomática para garantizar el acceso seguro a estas “materias motoras” de los sistemas económicos de nuestros días, a semejanza de lo ocurrido en siglos pasados y en años recientes alrededor del petróleo y otros recursos no renovables.

A propósito del “oro negro”, Michael Klare en su magnífico trabajo “La Guerra por los recursos” (Barcelona 2003), señala lo siguiente:

“Estados Unidos no es la única gran potencia estratégicamente interesada en la disponibilidad y circulación del petróleo. China también, puesto que depende cada vez más del aprovisionamiento exterior, y por su parte, Rusia procura dominar los flujos del crudo y gas natural emergentes en la región del Caspio. Estas naciones, al igual que EUA, han suministrado armas a los Gobiernos amigos de las principales regiones productoras, y en algunos casos han desplegado fuerzas militares. En la medida en que las grandes potencias identifican su acceso al petróleo con su interés nacional, aumenta el riesgo de escalada de los conflictos locales hasta convertirlos en conflagraciones regionales de mayores dimensiones”.

El autor no podía dejar de mencionar en su análisis el agua y las sustancias minerales, aunque no las llama estratégicas:

“El agua, el petróleo y el gas natural atizan la intensa competencia mientras otros conflictos se incuban en relación con los minerales (negritas mías, js), las piedras preciosas y la madera para la construcción, especialmente en los países en vías de desarrollo que no poseen muchas fuentes de riquezas internas. Las facciones étnicas y políticas que tratan de apoderarse de los recursos lucrativos, una mina de cobre muy productiva, un yacimiento de diamantes o una plantación maderera, suelen verse arrastradas a sangrientas luchas intestinas. Conforme aumenta la demanda de este tipo de recursos, muchos países se deslizan por la pendiente del endeudamiento y la intensidad del conflicto alrededor de estas zonas no puede sino aumentar (negritas mías, js).

El agua es un recurso estratégico de primera línea y el fin último de las futuras guerras y conflictos podría tenerla como caldo de cultivo, tal y como predecía el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, al declarar en 2001 que “la fuente principal de guerras y conflictos interestatales en el futuro es el agua.” Desafortunamente, los datos disponibles parecen darle al señor Annan toda la razón y será en otra entrega donde abordemos el asunto.

Las reservas minerales que hoy se consideran estratégicas no se encuentran precisamente en los territorios de las grandes potencias. Algunos investigadores estiman que en el continente africano se encuentra el 30 % de las reservas de minerales y metales aún sin explotar a nivel mundial. En particular, entre el 35 y el 98% de los minerales estratégicos comprados por los Estados Unidos en el extranjero provienen de África. Por otro lado, se estima que China posee un 35% de las reservas mundiales de tierras raras y cuenta con la mayor reserva conocida situada en Baotou, Mongolia Interior. Actualmente China suministra el 97% de las tierras raras para el mercado global, esto, disponiendo solo del referido porcentaje de las reservas mundiales.

 

Una primera propuesta del anteproyecto incluye 28 minerales (ver cuadro), todos considerados como “imprescindibles para la economía mundial” o asociados a los últimos avances tecnológicos. Se entiende que se trata de una lista dinámica, esto es, sujeta a cambios.

Como lo dispone el anteproyecto, colgado en el portal Web del Ministerio de Energía y Minas,  las tierras raras y sus elementos químicos económicamente útiles, los minerales radioactivos y cualquier otra sustancia mineral definida previamente como de carácter estratégico mediante decreto, cuando se encuentren en concentraciones con valor comercial, se reservan para el Estado y solo podrán ser explotados mediante contratos especiales (negritas mías, js), en estricta conformidad con las regulaciones que se establezcan a tales fines”.

Esta es una previsión de política crucial. El desarrollo de la minería e industria de los minerales estratégicos probados dependerá, en gran medida, del papel que el Estado decida jugar. En el anteproyecto se vislumbra ya que será un rol activo al considerar que podrá participar como empresario en este importante ámbito económico de futuro.