El telón es una puesta en escena del arte y la narrativa de un pensamiento crucial de la modernidad tardía. En “los múltiples significados de la palabra “historia” Kundera piensa la variedad significante de dicho concepto-sentido y así: “La historia Alemana”, “la historia de la técnica”, “La historia de la ciencia”, “La historia de tal o cual arte”. No solo es distinto el complemento, sino que la palabra “historia” significa en cada caso otra cosa”. (p.28).

En efecto, el novelista lee en el barco de la historia el concepto de representación critica de la subjetividad. En tal sentido y para él,

“Una historia de la literatura, contrariamente a la historia secas, debería consistir sólo en nombres de victorias, para nadie”. La luminosa frase de Julien Gracq saca todas las consecuencias del hecho de que la historia de la literatura, “contrariamente a la historia a secas”, no es una historia de los acontecimientos, sino la historia de los valores” (p.29). La sonda teorética utilizada por Kundera revela  que la historia como valor  y presencia recurre a los  estados y cuerpos invisibles de mundos creados desde el imaginario individual  del escritor.  De esta suerte, nuestro autor vuelve a la aclaratoria estética y axiológica del ser histórico:

“La historia  “a secas”, la de la humanidad, es la historia de las cosas que ya no son y que no participan directamente en nuestra vida. La historia del arte puesto que es la historia de los valores,  por tanto de la cosas que  no son necesarias está siempre presente, siempre con nosotros…” (İbídem.)

Así las cosas, el modelo que frecuentemente abraza Kundera es el modelo de Dostoievski. Irónico, trágico, doloroso de la existencia y cuyo referente encontramos en El idiota, Los demonios,  el Diario de un escritor y Los hermanos Karamazov. El personaje de Dostoievski es el alma de la acción y al mismo tiempo  su sello fatal de definición y presencia de tal manera que Mishkin, Nastasia, Aglaia, Ojania, Evgueni Pavlovich  y otros, siembran sus propias semillas que van creciendo por los caminos de la modernidad.

El telón atravesado, desgarrado, zarandeado o pinchado al que se refiere Kundera, es aquel que logra convertirse en estado y trascendencia. La misma sonda existencial, ontológica y fenomenológica aspira a penetrar y explorar el organismo de la historia y la literatura como una posibilidad “demográfica” del espíritu.

En verdad, la novela y el ensayo en Kundera constituyen una amenaza para la literatura  y las políticas de una lectura que sobreactúa en sus escenarios y productividades. Los ritmos que se particularizan en La insoportable levedad del ser, y de La broma se desarrollan como clave, memoria de lectura y travesía de lo literario, lo musical y lo artístico en libertad y memoria.

A propósito de Franz Kafka surgen pensamientos caracterizados como problemática de una sustitución o cambio de función del personaje  en la novela,  la situación del existente como personaje. La determinabilidad es un método y un instrumento que Milan Kundera asimila a su “biblioteca”:

“Las tres novelas de Franz Kafka son tres variantes de la misma situación: el hombre entra en conflicto no con otro hombre sino con un mundo transformado en una inmensa administración. En la primera novela (escrita en 1912) el hombre se llama Karl Rossmann y el mundo es América. En la segunda (1917), el hombre se llama Joseph K. y el mundo es un enorme tribunal que le acusa. En la tercera (1922), el hombre se llama K y el mundo es una aldea dominada por un castillo”. (p.82)

Clásicos y modernos, así como tardomodernos y criptomodernos se encuentran en la escena de la novela de finales del pasado siglo y de comienzo del presente siglo. Todo un encuentro como El telón. Ensayo en siete partes  de Milan Kundera conformó un amplio cuerpo de ideas, reflexiones y  cardinales de una “Biblioteca” abierta a la lectura, que en sus lugares de lengua y  discurso pero además, de huellas, imágenes y fuerzas representación constituyen un patrimonio literario y cultural.