El novelista checo Milan Kundera ha logrado conformar una biblioteca donde no solo podemos encontrar libros, sino también huellas simbólicas y encuentros imaginarios de todo tipo. Su camino hacia lo incomprensible o lo comprensible del mundo, lo encontramos en esa vasta zona de los sentidos que movilizan los personajes, demonios y sombras que habitan sus libros escritos y ofrecidos como testimonios y rutarios que parecen no terminar como experiencia de escritura.

La memoria humana que ha escrito Milan Kundera está en su misma vida de escritor, errante y sujeto autobiográfico marcado por su propio pacto con el mundo y sus imágenes de vida. Por eso la novela, el ensayo y la crítica constituyen en su obra una cardinal de la ironía y la sombra espiritual desde la novela y sus derivaciones que, como podemos apreciar en sus obras sugieren una búsqueda y una salida crítica mediante la cual encontramos la pelea entre la sinrazón y la razón.  Dos grandes alegorías donde el pensamiento de Kundera genera siempre una duda acerca del ser del mundo y la palabra. Lo que podemos observar en Un encuentro  (2009), libro donde  el escritor reúne sus mundos, dudas, rupturas, reencuentros y sondeos en cuerpos imaginarios de la modernidad. Justo en este libro podemos encontrar hilos, enlaces, autores, espacios narrativos biográficos y testimoniales que definen lo que Kundera llama El arte de la novela (2006), El telón (2005), como teatro y testigos de presencias vivientes.

Por supuesto, para Kundera la novela es el instrumento que utiliza el escritor para investigar, reconocer y averiguar que sucede en la psique colectiva del hombre contemporáneo, a través de textos e imágenes encontradas en Dostoievski, Céline, Philip Roth, García Márquez, Goytisolo, Carlos Fuentes, Beckett, Cervantes, Fielding y otros que como el mismo Kundera han explorado los diversos tiempos de la huella. La sonda narrativa y existencial que advertimos en los conformantes de la novela, se pronuncia como instrumento intelectual que busca, explora y produce la fuerza de los ideologemas de la novela, tal como se destaca en la segunda parte de Un encuentro (Eds. Tusquets, Barcelona, 2009).

En efecto, se trata de leer y analizar travesías en las que Kundera revela ocurrencias a partir de síntomas que atraviesan la modernidad en textos que han originado visiones y reflexiones de personajes, autores e imágenes que alteran lo real como categoría ficcional generadora de situaciones dramáticas o trágicas. Pero el mismo escritor se deja conducir a lugares, formas y fuerzas paradójicas o políticas de tratamientos basada en imágenes y en la línea de un sondeo filosófico del mundo luego de la postguerra y la misma guerra fría.

¿Con quién se encuentra el escritor en este libro memorial y propiamente biográfico?     

El escritor reúne al arte y la literatura de nuestros tiempos. Elige sus autores y sus obras para releer demonios epocales, historias de mundos en crisis y políticas totalitarias que lo persiguen desde 1952 hasta su llegada a Francia donde puede elegir una condición social y política de cierta tolerancia.

Desde la Francia de los 70 vuelve a sus lecturas de signos, imágenes, y sentidos de la historia. La Geografía de la memoria y de los imaginarios subyacentes estará presente en sus novelas, ensayos, obras de teatro, entrevistas y reflexiones teóricas. Pero desde allí parte de una pesquisa de obras y autores a los cuales sitúa y resitúa como forma de acceder al conocimiento de una realidad espiritual trascendente.

La mirada del autor apátrida apunta a un escepticismo crítico donde, a través de sus obras hablan sus ideas marcadas por una aventura de pensamiento y valores que se abren al diálogo abierto de sus imágenes-cuerpos, tal y como ocurre en obras como La inmortalidad, La broma, La inmortalidad, La despedida, La vida está en otra parte y Jaques y su amo, esta última una vuelta a Diderot y a la cotidianidad de lo absurdo.

Kundera publicó en el 2005 El telón, una obra-reflexiva sobre la tradición narrativa de occidente, sus cardinales de agotamiento y crisis donde analiza y piensa sobre la relación historia-valor, la literatura mundial o Die Weltliteratur, “El provincianismo de los pequeños” y “El provincianismo de los grandes”, Europa Central, El hombre del Este, Otro continente, El poeta y el novelista y otros ensayos que constituyen un verdadero enmarque teórico sobre la novela como puesta en escena de los sentidos.

Entre la anécdota, la nostalgia y el pensamiento El telón es una síntesis de vida, creación y sorpresa en cuyo caso vemos y asimilamos los diversos modos de escritura, a partir de la enfermedad de los modernos y sus obsesiones. La teorización sobre el arte, la literatura y su filosofía de la experiencia concentra en El telón una concepción paradójica de la existencia. El valor estético de la literatura alcanza muchas zonas donde el escrito evoca todo aquello que registra su memoria-escritura.

“Fielding fue uno de los primeros novelistas capaces de pensar una poética de la novela” (p.17, op.cit.)

“La prosa: esta palabra no sólo significa un lenguaje no versificado; significa también el carácter concreto, cotidiano, corporal, de la vida. Decir que la novela es un arte de la prosa es una perogrullada; esta palabra define el sentido profundo de ese arte… Pero la prosa no es sólo el lado penoso o vulgar de la vida…(p.20,op.cit.).