El gobierno dominicano por exceso de vanidad y protagonismo, está algo más que  atrapado por decisión propia  en el síndrome del ratón dentro del Güiro. El ratón  no sólo es símbolo de inteligencia como rata, sino, que se desafía en hacer lo que nunca se ha hecho y dañar como bueno lo que toca.

Las declaraciones del Ministro de lo Interior de la República Bolivariana de Venezuela le pone la  Tapa al pomo del   diálogo que desarrollan oposición y gobierno venezolano con la mediación torpe del presidente de la República Dominicana y su ignorante Canciller. Declarar, como lo hizo un alto funcionario venezolano sin la condena enérgica y rechazo del Estado Dominicano, que el  espacio de diálogo  llamado a conservar vidas y el retorno a la paz de la sociedad venezolana, devenga en un archipiélago de delaciones y probables traiciones, es triste e inaceptable que ocurra en territorio dominicano con la participación de su Presidente de la República. 

Hemos afirmado en otras publicaciones que este es un diálogo torpemente organizado que lacera los principios del derecho  internacional y el sentido de la diplomacia en lo atinente a los pactos internacionales adoptados por la Asamblea General de la ONU en  1966/A/res.2200/XXI/, declaración como recoge en su texto Derecho Internacional Público Contemporáneo, el Dr., Luis Arias:  “Pactos destinados a completar la Declaración Universal y sobre todo adecuar los compromisos de los estados  de medidas de control y de aplicación. El citado autor precisa que son dos los pactos: El pacto internacional relativo a los derechos  civiles y políticos y el pacto internacional  relativo a los derechos económicos, sociales y culturales”.

Desde este mismo lugar el padre de la Revolución Bolivariana, grande entre los grades del siglo XX, Hugo Chávez, lanzó el grito de compromiso latinoamericano desde el lecho y cabecera del Gran Maestro de la democracia dominicana  de hacer del pensamiento de Juan Bosch, su luz  de compromiso. El núcleo  del pensamiento de Bosch, en este sentido es preclaro, cuando establece, “que no se puede vivir dando vuelta alrededor del odio”. Hemos dicho y repetimos que la acción de ANULAR los efectos jurídicos de la Comisión de UNASUR con este recurso en dominicana, es una torpeza que desvincula sus  efectos  ante la comunidad internacional en términos de  obligaciones y compromisos. El afán ególatra del presidente Medina de colocar su estrella de negociador por encima del expresidente Leonel Fernández, es pobre y propia de seres pequeños con el veneno en la cola. Lo más grave de esta experiencia inmerecida para República Dominicana en materia  de política internacional,  es que tenemos una diplomacia que piensa más con el bigote que con el cerebro.