Cerca del Yaque, un río lleno de historias, símbolo de Santiago de los Caballeros, el 21 de agosto de 1945, abrió los ojos a la vida, Miguel Salvador Cocco Guerrero, que algunos le decían “Coquito” y que muchos de nosotros preferíamos llamarle “Miguel”.
Con sus padres, se mudó pequeño a la ciudad de Santo Domingo. Estudió en el Colegio católico de La Salle”. Luego, entró a la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), graduándose de “sociólogo”, siendo posteriormente docente e investigador de la Escuela de Sociología de esta universidad, la Universidad del Pueblo, la Primera de América. Fue cofundador, con el maestro Luis Gómez, del Centro de Estudios de la Realidad Social Dominicana (CERESD) adscrito a la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, el cual realizó los aportes más importantes para comprender y conocer la formación social dominicana y las coyunturas políticas de su quehacer histórico. ¡Momento de lucidez de la UASD!
Como emprendedor, Miguel fue un empresario exitoso insertado en el campo de la industria gráfica, definida en la impresión de libros. En el 1970 fundó la Editora Alfa y Omega, que por encima de la dimensión comercial, estaba insertada en la visión de aportar al conocimiento de la realidad social dominicana y apoyar a los intelectuales e investigadores que necesitaban recursos para difundir sus publicaciones. Siguió creciendo y en el 1980 creó la Revista para niños Tobogán, llenando un vacío trascendente, en la cual yo aporte tres números especiales sobre el folklore dominicano para niños. En el 1981 co-fundó la Editora Nuevo Diario S.A., el cual editaba el periódico Nuevo Diario y posteriormente editó Turing, periódico dedicado al sector turístico dominicano.
A pesar de ser un empresario exitoso, con una positiva dimensión mercadológica y un intelectual y científico social de luces, la pasión de Miguel era la política, la identificación y el compromiso con el pueblo, con la revolución, con la Patria. En la UASD, fue un fogoso líder estudiantil, dirigente del Bloque Revolucionario Universitario Camilista (BRUSC), de total trascendencia en la vida universitaria. Miguel era un soñador de principios, admirador de la Revolución Cubana, de Fidel, del Che, de Manolo, de Caamaño, del sacerdote colombiano guerrillero, Camilo Torres y sobre todo de la revolución dominicana como tentación y desafío, de la cual estaba comprometido.
Miguel fue el ideólogo, dirigente máximo, en la existencia de los Comandos Revolucionarios Camilo Torres (CORECATOS), grupo subversivo de lucha revolucionaria, de la cual fuimos parte, junto a los jóvenes más radicales de la izquierda cristiana, que no me atrevo a mencionar nombres con miedo de omitir a tantos compañeros militantes revolucionarios, en una jornada generosa de lucha y de entrega por los mejores intereses de la patria.
En este proceso, Miguel emergió como un líder con carisma, hablando con su ejemplo, coherente con sus principios, sin doblegarse, sin dudar, siempre como guía, siempre como faro, solidario, querido por todos los Corecatos y respetado por sus adversarios.
Después, Miguel pasó a ser parte del Partido de la Liberación Dominicana, amigo entrañable de Juan Bosch, Presidente histórico, el cual llegó a ser miembro distinguido y respetado de su Comité Político, la máxima instancia de dirección de ese partido. Durante 12 años, Miguel desempeño las funciones delicadas de Director General de Aduana, del cual dio muestras de su compromiso revolucionario, de su pulcritud y celo en el manejo de los bienes e intereses del pueblo y del país.
Miguel hizo rupturas y como funcionario público se convirtió en referencia, en el icono de la pulcritud, de la transparencia, en la imagen del funcionario sin tachas, en el símbolo de la honestidad y del funcionario para darle el mejor destino a los intereses de la nación. “Su labor frente a la D.G.A permitió transparencia, modernización y agilizar el trabajo en los puertos, reduciendo el contrabando y fortaleciendo el cumplimiento de las normas que agiliza el intercambio comercial entre los diversos países. Gracias a esto, la D.G.D es considerada como la Aduana más moderna de América Latina”.
Miguel logró grandes avances institucionales y fortalecimiento de la D:G:A , en el 2006, gracias a sus iniciativas, fue aprobada la Ley 206, donde “la D:G:A deja de ser una dependencia de la Secretaría de Estado de Finanzas, al adquirir, técnica y patrimonio propio”. Miguel logró que la Aduana dejara de ser un simple oficina recaudadora de recursos económicos del Estado, para convertirla además, en una institución de apoyo a las mejores causas del país, como fue el área artísticas, la exaltación de las gestas revolucionarias, la valorizacion y el apoyo a instituciones patrióticas, a las que luchan contra el olvido como el Museo de la Resistencia y instituciones de bien social, como la Universidad Autónoma de Santo Domingo, así como el apoyo a las causas revolucionarias. ¡Miguel nunca claudicó, no se vendió, no se corrompió, ocupó los espacios donde podía contribuir mejor con la Patria, sin renunciar a sus principios revolucionarios!.
Miguel, en base a su visión revolucionaria, redefinió lo que debe ser la función de una oficina recaudadora como la Dirección de Aduanas, convirtiéndola en una institución para beneficiar al pueblo y contribuir al desarrollo del país. ¡Es ejemplo de un revolucionario comprometido con la patria!
Miguel era un ser humano sin poses, discreto. La mil aventuras de Miguel, lo sabe muy bien, Minerva, su compañera de vida. Ella tendrá que escribirlas, para conocer mejor a Miguel Nadie, sabe más de él que ella.
Una fatídica mañana del 20 de mayo del 2009, me dieron la noticia de que Miguel pasó a otra vida. Su muerte me traspasó el corazón. Habíamos sido amigos durante muchos años y habíamos participado de cosas comunes, que compartimos en conjunto. Miguel fue único, sensible, sencillo, sereno, firme, siempre con una sonrisa, con cara de niño y corazón de gigante, eternamente solidario, amigo de los amigos. ¡Era un revolucionario y un ser humano excepcional! ¡Recordarlo es luchar contra el
Olvido!
Sentí tanta tristeza, tanto dolor, que no asistí a ninguna actividad de sus honras fúnebres. No quería aceptarlo. No quería quedarme con su imagen en una caja inerte, sin habla. Me negué a eso. Preferí la soledad, preferí que mis lagrimas salieran todo el tiempo que quisieran. No habían palabras para consolarme, para resignarme. El dolor era demasiado profundo. Preferí guardar en mi corazón, al Miguel ser humano, el revolucionario, el critico, el rebelde, el cimarron, el que soñaba con un amanecer de justicia, de igualdad y de amor. Recordemos con solemnidad a Miguel, en esta lucha contra el olvido.