Después de los resultados electorales de la pasada convención del PRD, pensé de inmediato que de Hipólito Mejía ganar las elecciones del 2012, a Miguel Vargas Maldonado se le abría un mundo de posibilidades para ser el candidato incuestionable del PRD para las elecciones del 2016, apoyándose ahora en un gobierno perredeista, que no le haría lo que hizo el PLD en las elecciones del 2008 y 2010.

No voy a entrar aquí en los errores que cometió Miguel para perder la convención, porque son cosas del pasado y fueron descritos magistralmente en un artículo de Juan Bolívar Díaz en el periódico Hoy del domingo 3 de marzo. Mi análisis se centra en el periodo post convención, cuando ya no hay vuelta atrás sobre quien será candidato presidencial del PRD.

Al referirme a ese mundo de posibilidades, estoy hablando de que Miguel lucharía por la presidencia de la republica en un escenario totalmente distinto, porque no es lo mismo hacerlo desde la oposición que hacerlo desde el poder. Es una gran ventaja que muchas veces hace la diferencia entre ganar y perder. 

Miguel podría haber negociado con Hipólito, en un ambiente de paz y armonía, un gobierno compartido, donde sus más cercanos colaboradores ocuparían cargos importantes en la administración pública, tal como lo acordaron en el pacto de honor que ambos firmaron previo a la Convención.

¿Esperar 4 años? Eso vuela y más si tu partido está en el poder. Hipólito Mejía esperó el doble bajo el fuego cruzado de un gobierno rapaz y una prensa mayormente enemiga, donde muchos de sus colaboradores le dieron la espalda o lo traicionaron. Esa prensa lo hostigaba a tal punto que sus palabras eran tergiversadas y las burlas contra su imagen, casi cotidianas.

¿Existe en este momento la posibilidad de que eso que decimos sobre Miguel se haga realidad? Si se logra un acuerdo rápido y se proclama a Hipólito como ganador, es posible, pero cada día que pasa negando ese triunfo, esa posibilidad se aleja, se aleja y se aleja cada vez más.

De hecho, ya hay una herida profunda, que puede curarse con el tiempo aunque dejaría algunas pequeñas cicatrices. Gentes del pueblo, amigos y conocidos, algunos de ellos simpatizantes de Miguel, me dicen que están sorprendidos de su comportamiento y que no ven como un hombre con todo el futuro en sus manos, se entierra políticamente. Algunos comentan que su comportamiento hasta el momento, negando la victoria de Hipólito Mejía en una Convención que hizo historia, lo descalifican para ser una opción presidencial en el futuro, porque el pueblo está viendo estupefacto como se resiste a reconocer un hecho irreversible, transparente y democráticamente ejemplar.

Pero yo no creo que Miguel esté liquidado políticamente ya que tienen en su haber grandes meritos acumulados dentro del PRD, siendo el responsable de haber rescatado el voto perdido en el 2004, cuando Hipólito fue derrotado por amplio margen en las elecciones presidenciales. De eso no hay ninguna duda y por eso hoy el PRD es una fuerte opción de poder.

Sus valores y aportes al PRD, opacan por mucho sus yerros y cualquier solución rápida al conflicto que el mismo ha generado, podría hacer olvidar su inexplicable comportamiento, que está minando su liderazgo, credibilidad e imagen pública.

Sin embargo, cada día que pasa eso se va revirtiendo y muy pronto sus yerros lo consumirán, pasando a la historia como el hombre que lo perdió todo por sus incongruencias y desatinos, rodeado de un entorno de asesores y colaboradores políticos, que lo empujaron al abismo.