“El optimista siempre tiene un proyecto.
El pesimista siempre tiene una excusa”
Decenas de suicidas motoristas en una carrera criminal por las calles de Villa María -un barrio de clase media-, pero para muchos resentidos políticos, llenos de amarguras y frustraciones, eso es sal pal chivo. No dicen ni esta boca es mía, claro, estamos en plena campaña electoral y no se van a tirar en contra del tigueraje, porque de una u otra manera, representan los votos duros con que ellos cuentan, pero todo es un bandidaje. Lo peor de este tipo de situaciones, es que siquiera el Estado -al parecer-, cuenta con las fuerzas necesarias para combatir este tipo de delincuencia que produce la alteración del orden público y la inseguridad ciudadana.
Pero desconozco si aún existe la que otrora llamaban “La Poderosa” Primera Brigada del Ejército, y menos, si en realidad cuenta al menos con dos Batallones someramente preparados en acciones de Policía Militar, es decir, que todo cuanto diga es solo por simple apreciación de la situación política-social actual y el desempeño de las Unidades Especializadas, incluyendo las Fuerzas Especiales de la FAD y hasta un supuesto o real Batallón Táctico de la Armada, que solo se sienten en los carnavalescos desfiles militares. Todo lo anterior, porque la gran mayoría de las instituciones –principalmente la mayoría creadas en las últimas décadas- solo existen por intereses momentáneos o por caprichos de algún funcionario y en cuanto a las tradicionales, desde un punto funcional, han sido víctimas del clientelismo político que las ha llevado a perder la esencia del porqué de su existencia, mientras sus jefes se pavonean cual si fuesen dirigentes políticos en campaña.
Es por eso, que desde hace determinado tiempo, nos encontramos con miembros de los principales estamentos que deberían ser usados como instrumentos para ejercer el monopolio de la violencia, dirigidas a los caprichos de aquellos que han violado todo género de respeto hacia los organismos que dirigen y se comportan más bien como lacayos de la dirigencia política.
Y es que la falta de un régimen de consecuencia, ha traído el irrespeto a los reglamentos y las leyes, como estos motoristas a que hacemos referencia o el estamento militar o policial, que continua saltando verjas para ponerse desde antes de la elecciones a las órdenes de quienes consideran van a ser los ganadores, verbigracia, lo acontecido con el militar de inteligencia cuyo caso fue conocido solo porque tuvo la mala suerte de encontrarse de frente con un grupo de periodistas que lo sorprendió infraganti, ya que de lo contrario, este acto no hubiese tenido consecuencia alguna, muy a pesar de que es alto conocida esta modalidad de muchos militares y policías, pero que los jefes no toman las medidas de lugar porque “ellos” subieron de igual manera.
Joder y luchar tanto por hacer las cosas, llega un momento que hastía y triunfa la opción de dejar correr sin obstáculo, la sucia corriente que se ha apoderado del limpio riachuelo, y consciente como estoy, de que el desarrollo de los métodos solo se consigue a base de ensayos y errores, pero que es imposible que quienes nos mal dirigen y gobiernan, mejoren los métodos si se niegan admitir las críticas de todos aquellos que buenamente tratan de señalarles sus fallos y errores en la conducción de las cosas del Estado. Pero todo ha sido inútil, no le hacen caso a nadie, y en este momento, pienso con resignación, aunque denote victimismo, que lo mejor es parafrasear un gran pensador y decir: “No era mi día. Ni mi semana, ni mi año. Ni mi vida. ¡Maldita sea! ¡Sí señor!