La  filtración (Wikileaks de 2016) de archivos del bufete panameño Mossack Fonseca son 11.5 millones de documentos que equivalen a la población de un país como la India y abarca un período que va desde la década de 1970 hasta los primeros meses del 2016.

La participación de decenas y decenas de periodistas de más de 180 países y la estrategia de silencio que se mantuvo durante un año en el proceso, clasificación y manejo de estas informaciones, indican la complejidad del caso, por lo que no se trata  de un entramado en la que tan solo  intervino el poder imperial norteamericano (lo cual no descartamos) o  un simple empleado interno del bufete.

Lo que debe importar es que en el cibermundo  envuelto en redes virtuales, ninguna institución privada o pública se encuentra protegida por la presunción de confidencialidad. Eso ha pasado a ser un mito, ya que cada día más las personas luchan por la transparencia en la información y en los manejos de los fondos públicos.

En estos tiempos, el poder digital de vigilar y ser vigilados no solo emana del Estado y sus diversas instancias de poder,  sino que está en todas partes, desde un hacktivista hasta una ciberciudadana ama de casa.

Con la entrada en escena de la ciberpolítica los sujetos cibernéticos han entrado en una fase de empoderamiento para el ejercicio de los derechos a una vida digna, libre,  autónoma y democrática.

Estos sujetos (franja de nativos digitales)  están cambiando los escenarios del ciberespacio y el espacio de hacer política como nunca antes se había conocido en la historia.

Esos  escenarios virtuales interactivos aceleran los acontecimientos sociales, mientras que los espacios sociales languidecieran, sino fuese por la entrada en escena de las redes sociales del ciberespacio. Los acontecimientos políticos en las calles producen vientos que los líderes políticos pueden resistir; en cambio en el ciberespacio, los acontecimientos producen huracanes y tornados que barren a esos líderes en un instante.

Es en ese contexto que se produce el miedo político a las redes sociales y a los papeles de Panamá, en donde hay involucrados decenas de líderes políticos, empresarios, artistas y deportistas. Dichos papeles han comenzado a expandirse por todo el cibermundo y esto va desde el Medio Oriente, Asia, Norteamérica,  Latinoamérica y  Occidente.

Según los periodistas alemanes Bastian Obermayer y Frederik Obermaier, del periódico alemán Sueddeutsche Zeitung,  todo se manejó en el marco de la ciberseguridad,  en la que los encuentros con la persona que filtró la documentación a dicho periódico, prefirió comunicarse solamente con archivos encriptados, descartando todo tipo de contacto físico y utilizando dispositivo digitales como el de Reconocimiento Óptico de Caracteres, conocido por su sigla como OCR, esto les permitió organizar los archivos encriptados y convertir las imágenes en textos digitales.

Por todo esto,  el sujeto que filtró la información y que tuvo en contacto permanente con el periódico alemán, es un sujeto cibernético que se mueve entre el hacktivismo y el sistema digital del cibermundo.

Pero además, de estas ideas en que me inscribo, no descarto la expuesta por la prestigiosa revista cibercultural, Wired, y que explica cómo los sistemas computacionales de Mossack Fonseca estaban desactualizados y con un conjunto de fallos en materia de ciberseguridad.  Esos fallos, los cuales fueron detectados por expertos, consistían en que su servidor de correo electrónico, webmail de Outlook Web Access desde 2009, estaba desactualizado, entre otras aplicaciones.

Además la  empresa de ciberseguridad informática Wordfende dice que se trató de un hackeo como resultado de que el  plugin de WordPress (un tipo de gestor en la redes estaba desactualizado)  y en la que el bufete de Mossack Fosenca tiene diseñada su ciberpágina web de servicio para usuario y un portal  para sus clientes en el que al parecer el otro gestor (basado en el CMS Drupal) en que descansaba esta última, también era una versión antigua, desde el 2013.

Estas desactualización según la empresa de ciberseguridad Wordfende, pudo haber facilitado la vulnerabilidad y la irrupción de hackers, que se clasifican de acuerdo a la relación con el poder digital. Los hay desde mercenarios, ultraderechistas, de seguridad de Estado, empresariales hasta contestarios a todos los niveles en las profundidades del ciberespacio.

En ese aspecto, hay que indagar el tipo de relación  del sujeto cibernético que realizó la infiltración con ese poder digital, financiero y político del cibermundo  para develar la estrategia en torno al porqué de esa filtración. Lo demás se queda en la especulación de lo predigital, de la política y no de la ciberpolítica y las redes sociales.

Pero, ahora, lo que nos interesa es el analizar cuáles efectos políticos, económicos y sociales seguirán  teniendo  los papeles de Panamá en el mundo y el cibermundo de aquí al mes de mayo, que es la fecha para revelar los demás implicados   y específicamente lo que podría tener para la República Dominicana, en donde hay 486 compañías, 57 clientes, 67 beneficiarios y 192 accionistas del país donde de seguro se encuentra parte de la élite política dominicana.

De esa lista, a los ciudadanos dominicanos solo les interesan, los sujetos relacionados con prácticas ilícitas,  evasores fiscales, corruptos y criminales. Son esos sujetos, que viven la política, el mundo de los negocios en antros, y en acto de hombre al margen de todo acto humano.

Las repercusiones apenas comienzan a sentirse en Argentina (presidente, Mauricio Macri), Perú , Reino Unido, con magnitud de maremoto político en  Islandia en donde ha dimitido el primer ministro Sigmundur David Gunnlaugsson, el cual está implicado en dichos papeles,  lo que adelantaría el proceso electoral, la posible disolución del Parlamento y el posible triunfo del Partido Pirata, que se caracteriza por una visión ciberpolítica de hacktivismo contra la corrupción y la evasión fiscal, a favor de la participación ciudadana, por una democratización de la democracia que implica  la defensa de los derechos civiles, el libre acceso al conocimiento, la democratización del ciberespacio, con acceso igualitario a la misma.