Michelle Obama, la esposa del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, abordó en un artículo periodístico la situación del programa que ha venido impulsando para terminar con la epidemia de obesidad infantil de su país en el plazo de una generación.

En el artículo nos dice que en los Estados Unidos un tercio de los niños y las niñas padece de sobrepeso y que uno de cada tres sería diabético en algún momento de su vida. Así como que anualmente se gastan cerca de US$190,000 millones de dólares en el tratamiento de enfermedades relacionadas con la obesidad. Unos costos humanos y económicos muy altos.

Su programa Let’s Move!, ¡A moverse! en castellano, busca que los niños y niñas que entran al sistema escolar tengan una vida sana en el presente y el futuro. Fue concebido y diseñado para atravesar con éxito los exigente tamices de aprobación de la sociedad norteamericana, por lo que las propuestas se basan en datos científicos recientes y en iniciativas que hayan demostrado efectividad previamente.

Las evidencias científicas han establecido que los niños y niñas "necesitan menos azúcar, sal y grasa en sus dietas". Con base en esta información se modificó el menú escolar para proporcionar comidas más saludables. Igualmente, se introdujeron alimentos más sanos y se aumentaron las actividades físicas de los menores en las guarderías infantiles, apoyándose en estudios sobre cómo se crean los hábitos en la primera infancia.

El programa ha tenido una buena repercusión en los hogares ya que las familias están evaluando mejor los alimentos que adquieren y consumen. Así mismo, algunas empresas ahora producen alimentos más sanos para responder al cambio en la demanda. El país invierte más de US$10,000 millones de dólares anuales en comidas escolares, una tres cuartas partes de todo el presupuesto público de la República Dominicana.

A cuatro años de su inicio, decenas de millones de niños y niñas están recibiendo una nutrición más beneficiosa, reduciendo la tasa de obesidad infantil a nivel nacional. Es un gran logro que incide en la calidad de vida de los escolares y en la construcción de una mejor nación. Comer bien en la infancia y adoptar buenos hábitos de alimentación, significa también una mejor vida en la adultez y vejez en términos físicos, mentales, emocionales y espirituales.

Sin embargo, y a pesar del impacto del programa, algunos buscan revertir lo ganado empobreciendo el menú escolar. Lo más preocupante es que estos intentos provienen del Congreso de la nación.

Miembros de la Cámara de Representantes están tratando de reducir la calidad de los alimentos, rebajando los estrictos criterios nutricionales aprobados en la "Ley de Niños Sanos y sin Hambre" del 2010. Criterios que fueron establecidos a partir de las recomendaciones del Instituto de Medicina de los Estados Unidos. En estos momentos cerca del 90% de las escuelas cumple con la norma y los infantes están ingiriendo más frutas, vegetales y cereales. Con la modificación que proponen se busca que estos alimentos sean optativos y no obligatorios. También permitirían que se consuma más sodio y menos cereales integrales de lo recomendado.

De producirse estos cambios, se tendrían repercusiones negativas en la salud, calidad de vida y longevidad de quienes hoy asisten a las escuelas. Además, conllevaría consecuencias económicas por el incremento del ausentismo laboral y por un mayor gasto en salud, tanto de los hogares, como del gobierno y las empresas.

Esta situación muestra como grupos económicos presionan a favor de sus intereses mediante el financiamiento de campañas electorales y a partir del “lobby” que pulula en las instancias del poder político de esa nación. Ilustra la colusión de intereses de grupos privados con los de los políticos electos por una población que deberían representar.

A muchos les extraña que existan empresas y grupos económicos dispuestos a lucrarse a sabiendas del daño que generan a una parte de su propia población, que en este caso son millones de niños y niñas. Esto resulta insólito para quienes no estén vinculados a esos intereses, pero serían más flexibles y proclives a esas causas, si fuesen accionistas de esas empresas o políticos financiados por ellas. La verdad es que lo que hacemos incide mucho en la conformación de la conciencia social y en el comportamiento individual, por lo que hay que ser cuidadoso con el oficio que escogemos en la vida.

Lo que sucede en torno al programa de alimentación escolar nos muestra cómo hay políticos dispuestos a vender sus almas con tal de obtener recursos para enriquecerse o seguir en sus cargos. Evidencia que hay sectores que no les importa desplazar productos más beneficiosos para la población para colocar los que a ellos le reditúan de mayor forma. Nos enseña también, que las conquistas sociales estarán siempre amenazadas por aquellos que ponen su codicia por delante del bienestar de los otros.

Finalmente, concluiremos este artículo con las palabras con que Michelle Obama terminó el suyo: "como padres, nuestra prioridad es siempre el interés de nuestros hijos. Todas las mañanas nos levantamos y todas las noches nos acostamos preocupados por su bienestar y su futuro. Y, cuando tomamos decisiones relacionadas con su salud, confiamos en los médicos y los expertos que nos dan informaciones precisas, basadas en datos científicos. Nuestros dirigentes … deberían hacer lo mismo".