“Me puse del lado de los indios,

y me derrotaron;

Me puse del lado de los negros,

y me derrotaron;

Me puse del lado de los campesinos,

y me derrotaron;

Me puse del lado de los obreros,

y me derrotaron;

Pero nunca me puse del lado de los que me

vencieron;

Esa es mi victoria!!”

Darcy Ribeiro

Esos versos de Darcy Ribeiro que busqué hace unos días para este artículo, guiaron mi mirada hacia nuestro sistema político, especialmente hacia una cultura política que es, por supuesto, la negación de lo que escribe ese gran luchador social brasileño. Desde ese prisma, aunque celebren,  los últimos derrotados este 15 de mayo son todos aquellos que han terminado instalándose al lado de los que antes los vencieron. En ese grupo caben los que en el 2000 votaron por Hipólito luego del fraude en la interna peledeísta de 1999, los que apoyaron al ex presidente Fernández en el 2008, los que… Creo que entre ellos podemos encontrar algunas explicaciones de por qué se ha hecho tan difícil el avance de la democracia.

Y lo digo consciente de que ese hecho importa simplemente porque la impunidad no puede ser eterna y porque, les guste o no, todos disponen de cuatro años, aunque todos saben como viene la mano. Llamar a votar por Wessin Chávez en esta ocasión no era ni políticamente correcto, ni éticamente presentable ¿no es cierto chinito?

Responder a la pregunta de ¿quién ganó? será tema para largo. Por ahora me atrevo a escribir que el recién pasado lunes 16 de mayo, Joaquín Balaguer se hubiera despertado radiante y satisfecho por la tarea hecha.

Los resultados son el sueño de Balaguer, la consumación de sus esfuerzos iniciados en forma pública y notoria cuando hizo elegir presidente de la Cámara de Diputados a un legislador de un partido minoritario (Norge Botello) y cuando pocos años más tarde consumó su andar antidemocrático con el pacto patriótico de 1996, perfectamente identificable ahora con la alianza PRSC – PRM, los del cambio.

No debemos ni podemos olvidar que la reforma constitucional de 2015 es la obra culminante, emblemática de esa tarea y sirve a la perfección para entender esta materialización del sueño de Balaguer sin gacetazo, pero con juntazo para que nadie niegue al inspirador.

Entre tantas preguntas que surgen de este proceso electoral hay una que no quiero dejar de formular: ¿qué habría dicho Almagro, el de la OEA, si lo del domingo en República Dominicana hubiese ocurrido en Venezuela, o en Ecuador o en Bolivia? Seguro que en los periódicos se estaría hablando de la Carta Democrática. Pero aquí seis muertos son hechos aislados para los observadores.

Las votaciones –difícil llamarlas elecciones- van a tener interesantes consecuencias y ojalá las universidades y los intelectuales les quiten el protagonismo a los comunicadores que, salvo honrosas excepciones, el domingo fueron leales relacionistas de la Junta y extraños al pensamiento democrático.

El nuevo orden ha hecho desaparecer a todos los impostores que quisieron actuar en nombre de Balaguer: no llegaban más allá que a atracadores para hurtar celulares, no tenían ni la habilidad malévola, ni la perversidad, ni la inescrupulosidad necesaria para hacerse de la herencia dejada por su jefe.  Ahora les toca aprender y memorizar un discurso menos falso que aquel que contenía el llamado a cuidarse del Trujillo del siglo XXI, pues ya está a tiro de hit la nueva reforma constitucional que elimine otra vez, ‘por única vez’, la reelección. ¿300 millonarios? Eso es chercha, vamos por más.

El sueño cumplido de Balaguer se notará en primer lugar en que ya no hay PRD (el camino malo se cerró) y también en su culminación de pesadilla: nada de poderes independientes, de justicia independiente, de instituciones que funcionen y fiscalicen, nada. Constitución, tampoco.

Por el otro lado ya les llegó la hora del retiro a todos los que gastaron municiones en la “unidad de la oposición”. Políticos y comunicadores que no repararon en el hecho de que lo que se jugaba no era sacar a este para poner a otro, sin tener otro. Hay que estudiar, y mucho. Los de la unidad nunca repararon que en 1978 los candidatos eran nueve y ahora querían ganar con uno y en primera vuelta.

Como la conceptualización ya quedó para los cadáveres, a esto habrá que ponerle nombre. He escuchado que hablan de dictadura lo que es obviamente un dislate.  Aunque la política no se hace por los nombres sino por los hechos, no estaría de más que nos pongamos de acuerdo en algunas cosas básicas, pues todos estamos con muchas preguntas, el punto de partida de la investigación y la ciencia.

Quizás alguien me ayude a responder la primera de esas tantas preguntas, que me surge ante algunas interpretaciones demasiado livianas de los resultados, como las de aquellos que se alegran por una presunta derrota de los conservadores, ¿significa que ganó el progresismo?

Tratar de entender la “voluntad del voto” –los clivajes de los que saben- debería ser un desafío urgente sobre todo para quienes nunca nos hemos puesto del lado de quienes nos vencieron porque además necesitaremos hacerlo con ayuda.  Lo triste para  los estudiosos y preocupados por el futuro del país es que deberemos reconocer que el dato de que el senador Félix Bautista haya sido uno de los candidatos más votado facilita la tarea.