“Me gusta innovar, me encanta tener algo nuevo que ofrecer,
pero sin alejarme de lo que por tantos años ha distinguido
nuestro trabajo, basado mas que todo en la calidad”.
Mi querida hermana, amiga y comadre, Jenny Polanco nació un 18 de enero del año 1958, en Santo Domingo de Guzmán. Yo le llevaba dos meses de edad…pero ella siempre fue la que trilló primero todos nuestros caminos, se casó joven, tuvo sus hijos, y desarrolló su vida profesional artística a temprana edad. Sin duda alguna, que ella estaba destinada para "el arte"…..y que su talento y alma, era la creación….
La conocí a los 19 años, yo muy inmadura, y Jenny ya muy segura de si misma, de sus planes de su vida sentimental y profesional….siempre tenía metas y sueños.
Era impactante físicamente, preciosa, alta, con un bello pelo negro de unos salvajes rizos, tipo gajos, que representaba a la mujer dominicana…. con su color de piel canela, y unos intensos ojos negros, pero de forma almendrada, de mirada tierna, facciones estilizadas, nariz refinada, con expresivos y grandes labios, que rodeaban una eterna sonrisa blanca, y para finalizar, un sexy lunar arriba de su boca del lado derecho, que pareciera que se lo hubieran pintado a propósito, el día que nació, para hacerla única.
Yo iniciaba la carrera de derecho, en la UNPHU. Mientras Jenny ya había tenido el coraje de presentársele a Don Oscar Lama, (como ella lo llamaba), para solicitarle que le alquilara, unas de las tiendas del recién inaugurado Hotel Sheraton. Estoy segura de que él palpó, en la fuerza de sus ojos, esa tenacidad y disciplina, con ese enorme talento, donde solo quería desarrollar ese proyecto de vida, ¡Ser diseñadora de modas!, y le respondió que "sí". ¡Que tremenda responsabilidad! Así Jenny comenzó su primer proyecto.
Había estudiado la única carrera que ofrecía la UNPHU, que se versaba en las artes, diseño de Interiores, una carrera técnica, que llenó un gran vacío para éste país, pues fue la única plataforma de lanzamiento para muchos artistas, que no tenían donde apelar para poderse desarrollar.
El descubrimiento de Jenny y su belleza impactó a muchos, y le insistieron que se lanzara como reina de belleza del concurso de Miss República Dominicana, donde ganó como Miss Azúcar. Sin embargo, no se conformaron, y por una razón que desconozco, la incitaron y la enviaron al certamen de Miss Mundo, como representante de Miss República Dominicana, a los 20 años de edad.
Jenny volvió mas convencida que nunca, que su vocación tenía que ser el vestir a la mujer dominicana. Desde pequeña le cosía ropa a sus muñecas, era una pasión que llevaba muy por dentro desde su infancia, que ahora no podía dejarse cegar, por su belleza, y tenía que mantenerse firme en sus metas, y dedicarse al diseño de moda solamente.
Su éxito fue instantáneo, su exquisito gusto, la calidad de sus telas, todas los diseños fueron clásicos y elegantes que fascinaron al público, ya en el 1981, su clientela esperaban sus vestidos de fiesta de navidad, para engalanarse. Ya Jenny Polanco se había posicionado en el mercado local.
En el año 1982, decide trasladarse con su familia a vivir a Nueva York, donde Jenny, como siempre, (ni corta ni perezosa) aprovechó su estancia allí, y estudió en Parsons Institute, diversos cursos, como de diseño, patronajes, drapeados, etc.
Regresa a Santo Domingo en el año 1984, porque la boutique Jenny Polanco, siempre se mantuvo abierta, y el taller produciendo.
Luego llega el “BOOM DE JENNY POLANCO!”, ¿Cómo? Ella y yo nos inventamos hacer el primer desfile de pasarela de una diseñadora dominicana…..
Escogimos la música, las modelos, el lugar fue en el Hotel Hispaniola, hicimos la lista de invitaciones juntas, y también las repartimos! Fue un total éxito!
Jenny Polanco se consagró como la primera diseñadora dominicana, con un talento excepcional, lleno de refinamiento, clase, exaltando a la mujer criolla, y todo lo que era femenino y que estuviera de moda…..sabía lo que hacía, y cómo hacerlo, con su impronta personal de tener una línea muy chic, combinada con una fina terminación de sus trajes…..
Invitaba a la mujer dominicana, a nueva opción de un “Pret a Porter” y “Couture”, para no tener que depender de la moda internacional.
Ya estamos hablando circa 1987, cuando no daba abasto con sus confecciones vendidos localmente, y a la vez exportaba al extranjero.
Ella seguía creciendo y el éxito nunca le caló como tal, siempre quería mejorar, se tenía que buscar una nueva idea, un nuevo color, una tela diferente, tafeta de seda, organza, eran vestidos de fiesta…se movía con los tiempos de la moda, la perfección era su mejor componente…y por ello la calidad insuperable.
Así pasaron los años, y ya Jenny volaba su propio vuelo, iba a ferias a comprar telas, y en una de ellas decide crear con sus hermanos, una tienda de accesorios, llamada Axxessori, que también fue muy exitosa, aprovechaba y compraba en esos viajes las bisuterías para los nuevos locales.
Cuando intentó exportar a otros países, se le hizo muy difícil, encontraba muchas trabas, y todas las reglas aduanales muy complicadas, y me decía “Anita déjame aquí, en mi país, es donde me quiero desarrollar como artista, yo no necesito ningún reconocimiento internacional, yo solo sé vivir en el arte, y para el arte, no se necesita otra ambición que tener esa libertad de crear”. Pero ya Jenny era “una marca país".
Nos unía una blindada amistad, pues nos hablábamos y consultábamos todo tipo de confidencias, con amor y comprensión, y mucho respeto. Imagínense, una diseñadora y una abogada, que mezcla tan divina!.
Así fue como Jenny se desarrolló “íntegra, seria ,responsable y un gran ser humano”, como la gente la describía, con una “joie de vivre”, que todos identificaban tan pronto la conocían.
Comenzó con las joyas, las carteras, luego con los utensilios de la casa, siempre inventando y reinventándose. De manera que cuando se liberó del peso de comercializarse, comenzó verdaderamente a crear su propio sello, “el lino blanco”. Allí se encontró con la plenitud de verse con un material versátil, que combinaba con ámbar, con larimar, con corales… un estilo fresco para nuestro clima, que se podía usar de día y de noche…
Además, no le tuvo miedo a la monotonía, pues siempre le buscaba la nueva vuelta a la creación de la temporada, con un encaje, con un vuelo, en una cola de organza, o unas mangas anchas, también pantalones de lino medios transparentes, o pantalones de seda, con botones de perlas en los lados, o unos shorts con tiras enlazadas.
Pero Jenny, no solo fue arte, fue un gran familiar, buena hija, cariñosa hermana, madre excepcional, una columna de apoyo e integridad y una amiga incondicional.
Sabía como incentivar a las nuevas generaciones. De hecho, recientemente en el Agora Mall, hizo una iniciativa de abrir una tienda, para la nueva generación de diseñadores, donde podían vender sus piezas, llamado Selección Dominicana.
También estuvo involucrada por varios años en un proyecto con el Ministerio de Cultura, como Directora de la Aldea de Santa Rosa de Lima, en la ciudad de la Romana, sirviendo como un departamento más de ese ministerio.
Jenny llegó a su propio infinito, a su propia identidad autóctona, a lo que siempre aspiraba enaltecer, la dominicanidad y el Caribe, con madera, con paja de coco, con madre perla, con carteras de pinturas haitianas….Jenny era patrimonio nacional.
Es que era un calidoscopio de disfrute de vida, del mar, de comer, de la moda, del diseño de interiores, de viajar, y todo lo que le ponía la mano lo convertía en una obra de arte, pues esa fue siempre su fuente para dejar su gran legado a la vida, y su fortaleza e ilusión para existir.
Para este país, en el mundo de la moda, habrá un antes y después de Jenny Polanco…..
Para mi se me fue mi hermana escogida por la vida, mi confidente, mi gran apoyo, la que hacía reír con mis locuras, y la que me daba sus sabios consejos…
Se nos fue a destiempo, la inmensa Jenny, la única, donde me ha dejado con un infinito e irreparable dolor…
Nunca te diré adiós amiga del alma, pues nuestras vivencias son demasiado hondas para olvidar, y los recuerdos intensamente marcados para borrar, siempre llevaré conmigo el lujo de haber sido tu amiga.
Te quiero mucho.