Cuando inicié el ejercicio de mi profesión como abogada sin saber a ciencia cierta cuál sería el norte de mi carrera, luego de cursar una maestría en derechos fundamentales en la ciudad de Madrid, tenía como meta ser parte de una organización internacional que defendiera derechos humanos. Sin embargo, al regresar al país con este propósito, mi esposo me estimuló a que aplicara al primer concurso de fiscales de carrera que se promovía en ese entonces. Confieso que no sentí interés alguno en esa oportunidad, sin embargo, apliqué para satisfacer su petición.

Sorpresivamente, cuando fui evaluada y finalmente seleccionada, me alegré efusivamente de esa oportunidad, y así fue como inicié una carrera de lucha por la justicia, buscando que el responsable de un delito responda ante su hecho y lograr así restitución para la víctima. Así duré poco más de 7 años hasta que encontré la oportunidad de ser parte de Misión Internacional de Justicia, organización internacional que vela por esos mismos intereses, con gran enfoque en los derechos de la víctima.

A propósito de que el próximo lunes 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, reflexiono sobre el rol que como mujer y abogada me ha tocado desempeñar defendiendo los derechos de otras mujeres, de niñas o adolescentes que han sufrido violencia y han sido vulneradas en sus derechos. He tenido la gran tarea y el privilegio de alentar a otras mujeres, desafiando la injusticia. Pero al mismo tiempo veo y valoro cómo muchas otras mujeres desde la posición que estén, públicas o privadas, juegan también un rol importante en la defensa y protección de otras mujeres.

A ti, mujer que me lees. Desde tu empresa, tu casa, tu trabajo, tu negocio, tu centro de estudios o desde cualquier actividad que realices, estás defendiendo el derecho de la mujer y desafiando la injusticia. Injusticia de ser discriminada, rechazada, denigrada, maltratada, de ser tratada con injusticia o no ser reconocida en tus derechos. Sólo recordar la historia y lo loable que resultó alcanzar igualdad y protección sobre nuestros derechos, debe movernos a procurar su cumplimiento y su aplicación.

Mujer, hoy te reconozco y te felicito por tanto que has aportado a la humanidad. Eres poderosa, esforzada, entregada, inquebrantable, eres fuerte y frágil, pero con un espíritu que va más allá de cualquier límite, eres eficaz en el hacer y valiente al andar en un mundo lleno de dificultades. Con el alma rota has sabido salir adelante gracias a tu valor, tu lealtad, tus principios, tu dominio propio y el apoyo de otros.

Mujer, no desvanezcas en procurar la justicia en un mundo que promete ser justo, pero a quien la injusticia le impide imponerse. Y aunque en ocasiones has visto a la injusticia acechar y reinar, también has sido testigo de que la injusticia es pasajera, no eterna.

Me siento honrada de representar a una mujer ante un tribunal, a quien le ha sido arrebatada su paz y su integridad por cualquier acto de violencia. De aportar un granito de arena en el fortalecimiento del sistema de justicia que busca garantizar su protección y la garantía del cumplimiento de sus derechos.

Yo desafío la injusticia buscando justicia para la mujer que ha sido dañada, violentada, explotada. Tú también puedes buscarla desde el escenario en que encuentres. El Día Internacional de la Mujer conmemorémoslo con sororidad.

*Sonia Hernández es abogada litigante, procesalista penal. Tiene una maestría en Derechos Fundamentales por la Universidad Carlos III y una especialidad en Derecho Procesal Penal por la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Actualmente se desempeña como Directora asociada del fortalecimiento del Sistema Público de Justicia para Misión Internacional de Justicia.