A raíz de mi artículo en defensa de Juan Bolívar Díaz, he pasado a ser blanco de comentarios  de todo tipo. Pensaba no responder pero entonces se refirieron a mi relación con Acento.com.do, señalando que ya no estaba en el Consejo de Administración de Acento por razones que yo debía explicar, pero que tenían el veneno de pretender inducir que era porque algo no estaba claro en el medio digital.

Mi relación comenzó en marzo del 2004 cuando apoyé la iniciativa de tres talentosos  periodistas (Fausto Rosario, Gustavo Olivo y Víctor Bautista) de crear el medio digital Clave. Todo el trabajo legal fue realizado en la oficina de abogados para la que trabajo, que incluso le facilitó local y toda la ayuda posible.  Se trataba de apoyar el talento y la libertad de expresión, lo mismo que hago con mi participación todos los martes en El Matutino Alternativo, de otra persona que admiro, respeto y además aprecio como es Carmen Imbert Brugal.

Lamentablemente Clave no pudo lograr la sostenibilidad necesaria y era preferible venderlo para  evitar su desaparición en ese momento. Fui el abogado que trabajó en la venta al Grupo Hazoury. No percibí honorarios profesionales ni me tocó por ningún concepto parte del precio, pues no era accionista.

Clave desapareció por motivos que no vienen al caso, pero de inmediato surgió la idea de crear Acento por parte de Fausto Rosario y Gustavo Olivo y nuevamente presté mi colaboración desinteresada. Al inicio formé parte del Consejo de Administración aunque informé a los propietarios del medio que sería temporalmente pues es política de nuestra firma que sus abogados no participen como miembros en los Consejos de sus clientes, salvo en forma excepcional y por coyunturas especiales.

Editora Acento, SAS, ha tenido varios accionistas desde su formación, y algunos se han incorporado con posterioridad. Al igual que con Clave, no poseo acciones en esta compañía obedeciendo a una política de mi oficina de mantener claramente nuestro rol solo de abogados para evitar conflictos de intereses.  Como abogado de la empresa, conozco cabalmente quiénes son los accionistas de la misma y puedo confirmar que aunque existen empresarios, ninguno está vinculado a la política partidaria y que los periodistas poseen la mayoría de las acciones y existen disposiciones estatutarias para asegurar que en ningún momento la libertad que debe existir para trazar la política informativa será controlada por otras personas que no sean los periodistas accionistas.

Editora Acento comenzó con un pequeño capital de RD$100,000, totalmente suscrito y pagado  y recientemente acaba de aumentar su capital autorizado a RD$10,000,000.00, y el suscrito y pagado a RD$9,100,000.00, lo que se produjo al mismo tiempo que mi sustitución como  miembro del Consejo por Juan Camilo Cortés. Esta situación ha provocado los venenosos comentarios ya señalados, queriendo inducir que los fondos son de origen ilícito.

De los RD$9,100,000 que constituyen el capital suscrito y pagado de Editora Acento, solo RD$4,000,000.00 han sido en efectivo, aportados por personas de muchísima reputación a través de compañías de su propiedad. Los periodistas fundadores han realizado aportes en naturaleza, incluyendo desarrollos tecnológicos que han sido indispensables en la vida de Acento.com.do. Y todo esto consta en el Registro Mercantil, donde quienes han lanzado el veneno consiguieron la información de mi sustitución como miembro del Consejo, pero omitieron los demás detalles revelando su mala fe.

Lo más grave de todo esto, lo realmente imperdonable, es que esas personas han violado el artículo 39 de la Constitución de la República, que prohíbe todo tipo de discriminación, incluso la basada en nacionalidad, pues han arrojado dudas sobre el origen del dinero partiendo de la nacionalidad colombiana de mi sustituto, el amigo Juan Camilo Cortés, que apenas tiene acciones por RD$100,000 cedidas por Fausto Rosario y Gustavo Olivo de su participación accionaria.

Conocí a Juan Camilo en el primer local de Clave, que estaba en mis oficinas, a mediados del 2004, cuando era un adolescente que apenas llegaba a la mayoría de edad. Su padre y su tía colaboraron en la salida de Clave y Juan Camilo llegó para quedarse gracias a sus méritos propios, ese enorme talento que tiene para todo lo tecnológico. Cuando se creó Acento ahí estaba Juan Camilo, mucho más maduro, más creativo, con el mismo entusiasmo. Los aportes de Juan Camilo a Acento son sencillamente invaluables.

Y es que Colombia es un país de mucha gente buena, pero sobre todo preparada. Desde hace ya muchos años nuestro país recibe una migración de colombianos y colombianas que realizan aportes importantes al desarrollo de nuestro país. Trabajo con varios de ellos en diferentes  áreas, desde la financiera hasta  los medios de comunicación.  A todos ellos, comenzando por Juan Camilo,  les presento, como dominicano, excusas por esos comentarios discriminatorios y le agradezco su contribución a nuestro país con su trabajo.

Salí del Consejo de Editora Acento SAS, pero no del rol que como abogado desempeño y espero seguir desempeñando mientras mantenga la confianza de los accionistas del medio.