A este sacerdote lo conozco desde hace muchos años, desde esos años en que ninguno de los dos veía claro el proyecto de vida que Dios tenía reservado tanto para mí como para él. Los grupos de oración de jóvenes, de la Renovación Carismática de la iglesia Católica, fueron el espacio para este encuentro.

Allí descubrimos el encanto de la intimidad con Dios en la intensidad de la juventud. Mi iglesia me enseñó desde muy joven, junto a gente tan especial como él, valores tan importantes como la sensibilidad ante el dolor ajeno, el respeto, el sentido de justicia y sobre todo el amor incondicional al prójimo.

En la adultez volvimos a encontrarnos en esa sincronía de la vida que nos habla de un plan a cada paso de nuestras vidas. Como siempre el dolor nos lleva a las experiencias de mayor crecimiento y este encuentro fue sólo el preludio de lo que en unos años traería un gran cambio en mi vida.

Este cura, mi comunidad de hermanos y un terapeuta, me acompañaron en el difícil tránsito del divorcio. Fue tan clara su mirada que compensó la carga social y religiosa del “matrimonio para toda la vida”. Su compañía me dio confianza de estar haciendo lo correcto y al pasar de los años compruebo que fue así.

El padre Geraldo tiene un muy buen balance entre espiritualidad y sentido de la realidad. Por un lado, se deja convertir en canal limpio y transparente para que el Espíritu obre en él y reparta  sanación  física y espiritual  en una gran comunidad en oración.

Por otro lado, tiene una mirada tan práctica y real acerca de las situaciones humanas que le permite en una prédica hablar con  sabiduría, humor y claridad cotidiana acerca de las problemáticas familiares, personales y sociales. Es un hombre actualizado, sencillo y que lleva con gallardía  los conflictos propios de su vocación.

Cuando entré profesionalmente a trabajar el tema violencia contra la mujer me senté a conversar con él para conocer la postura de la iglesia en este sentido y su respuesta de nuevo fue coherente al sacerdote conocido para mi, el sentido de justicia y respeto a la dignidad de la mujer prevalecieron en su postura. Más adelante compartimos casos reales y su actitud ha sido de humildad y sencillez, para dejarse asesorar en el manejo de situaciones difíciles.

Me decidí a escribir, pues en este ejercicio me dejo llevar por los acontecimientos que pasan, los casos en la consulta y vivencias personales que guían la musa hacia determinados temas, sencillamente fluyo con el acontecer de la vida.

El día del nombramiento del padre Geraldo Ramírez pasé por la parroquia para una diligencia poco común y por “diosidencia” nos encontramos, y él de sus propios labios me dio la noticia y pudimos hablar con la sinceridad que siempre lo hacemos.

Para mí fue una sorpresa no agradable y con la transparencia que me caracteriza se lo dije. Le manifesté mi preocupación por el momento en que ocurre y lo difícil que será para él.

Su respuesta reflejó la fuerza de los valientes que aceptan los retos y sencillamente pidió oración. Nos despedimos con un abrazo y sólo le dije "el modelo es el Papa" y ahora digo más, "el modelo es Jesús de Nazaret".

Dios le guarde, preserve y bendiga.

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@solangealvara2