“No entendemos la democracia… pero tampoco nos entendemos a nosotros mismos si nos negamos a ver la mezcla de los argumentos heterogéneos, racionales y míticos que sustentan nuestras creencias y, en general, nuestra siempre compleja convivencia política”. -Gregorio Luri

Soy un monteplatense del montón, que a fuerza de sueños ha pretendido descifrar la marcha de las élites políticas en su paso por el poder, y procura, con escaso razonamiento, entender el proceder secuencial de sus acciones. En gran medida, acciones apartadas radicalmente de prédicas anteriores, que desvisten aquella ilusión forjada bajo la más excelsa de las aspiraciones humanas, pero soñador al fin y al cabo.

Vivo en una época banal, difícil, artificial en cuanto al fondo, accidentada en la forma. Donde los que construyen el futuro ya no surgen del dogmatismo romántico de tiempos inmemoriales; aquí, es contrario a lo que se estila en lugares donde la gente sabe para el equipo que juega. Mis condiscípulos, no son el resultado de la pujanza de las viejas ideas que parieron las luchas de poder azuzadas por postulados filosóficos de izquierda o derecha.

Son un receptáculo vacío, fruto del desgaste de una ciencia incomprendida que fluctúa entre la razón, el interés de gobernar y la ambición de capital, sin importar el costo humano o la procedencia del mismo.

La retórica argumentativa de nuestros tiempos, ha cambiado vertiginosamente y corre el riesgo de involucionar a la misma velocidad con que la tecnología y su virtualidad surrealista avanza; siendo hoy la herramienta fundamental del conocimiento moderno y tropiezo del desarrollo intelectual a partir del estudio pormenorizado de los conceptos básicos. Su liquidez es envolvente y roba de los jóvenes la semilla libertaria que otrora nos mantuvo unidos, conminándonos a superar las contradicciones de este sistema injusto e inmoral.

El sendero por donde viajó la antorcha, se ha estrechado, no tiene espacios para arengas de integración en beneficio de los depauperados. Mi mundo, lastimosamente, es la incubadora perfecta de un individualismo descarnado… brutal. Indudablemente en ascenso. Es el reflejo de la degradación social que causa el desinterés por los temas que nos competen a todos.  La desdicha es de fabricación local, pero su origen guarda colindancias con el esquema impuesto por la hegemonía mundial.

Tengo ideas controversiales, únicas, no porque sean mías, sino porque las encontré justo cuando alguien decidió olvidarlas. Sostenidas con dolor, en su mayoría a fuerza de vencer obstáculos y la elaboración de una coraza invisible que me ayuda a adaptarme a cosas que no creo, que no comparto. Como todos, tengo mis propias utopías y me sumerjo inconsciente en mis anhelos. Conservo aún, algo de resentimiento, lo he acumulado en el devenir del tiempo a causa de las insatisfacciones naturales de mi cuerpo colectivo.

Me desempeño como defensor honorífico de una gesta inexistente y sin causahabientes que la reclamen, sujeta a esa interpretación quimérica que damos los humanistas al reflejo de una verdad interna, pero visible en rostros ajenos. Vivo con ilusión. Mi fe en la construcción de un sistema igualitario y retributivo morirá siendo ciega.

Descansará en mí el laborantismo político inspirado en el modelo epistemológico del siglo XIX, solo cuando exista una norma capaz de sustentar un Estado sin crisis económica, que frene el deterioro del aparato productivo, que vele por el cumplimiento de los derechos de las mayorías, ampare las prerrogativas de la dignidad del hombre, y, en gran medida, que sea capaz de realizar importantes cambios en el orden social.

Soy portavoz impenitente de ese tipo de cosas y del descrédito del sistema, lo he realizado de manera directa, o por interpósita persona, sin más razón que la defensa de los indefensos y sin pretender como los dichosos social-civilistas, alimentar mi ego con el monopolio de la moral. Soy parte de una realidad  distinta a la que quise.  Me reciclo inconforme en un ambiente de actitud desdeñosa, impropio de lo que predico. Las apetencias humanas me obligaron a vivir en este mundo que subvierte mis ideas y alteran mi realidad.