Aunque el título suene insoportablemente poético, iniciaré este ensayo con algunos conceptos prácticos, ya que para adentrarnos en el interior, ese adentro al cual se llegará a través del análisis minucioso de la mente y del cuerpo, debemos tener claros ciertos conceptos básicos para adecuarnos a la terminología que utilizaremos en lo adelante.

Cuando escuchamos la palabra umbral, nos viene a la mente una frase específica: “el umbral de la puerta”.

Escalera

¿Qué es el umbral de una puerta más que un paso? Una simple pisada, acción intrínsecamente transitoria, en la cual pudiéramos permanecer, si así lo deseamos, por hecho de esperar, pero sabiendo en nuestro subconsciente que ese lugar existe con el propósito básico de ser cruzado.

Apoyándonos en esta premisa, la palabra umbral será utilizada en lo adelante para nombrar o agrupar aquellos espacios que cumplen con una función de tránsito, de ser efímeros en su uso. Espacios que aparte de servir de conexión a dos espacios o más, no poseen otra función específica más que la anteriormente descrita en el umbral de la puerta.

Dentro de esta categoría espacial – literaria, podríamos nombrar algunos espacios esclareciendo la idea de los mismos: una ventana, una puerta, la escalera y el pasillo, elementos fácilmente encontrados en una escala pequeña o manejable para el hombre. Mas allá de esta escala, saliendo un poco hacia el exterior, podríamos de igual manera encontrar espacios que cumplen con la misma función, conectar, ser nexos urbanos o internacionales. La carretera, debajo del puente (espacio parecido a una puerta), la sala de espera, el aeropuerto.

Carretera

Este concepto ampliado de los umbrales, nos hace dirigir la mirada hacia el antropólogo francés Marc Augé, quien en su libro “Los no lugares. Espacios del anonimato. Antropología sobre la modernidad” de 1993 introduce el concepto del “no lugar” dentro de la era en que vivimos o como bien él lo llamaría “la sobre-modernidad”. Quiero hacer aquí un paréntesis, pues luego de haber estudiado los conceptos de Auge, me he dado cuenta que los espacios a los que llamo umbrales, no necesariamente son “no lugares”, aunque se coincidamos en algunos.

El no lugar de Augé es un espacio que puede llegar a tener una función más que la espera o el tránsito, aunque sean lugares de corto uso. En su concepto Augé, califica como “no lugar”, aquel espacio con el cual el ser humano no necesariamente tiene que crear un vínculo afectivo ni modificar, por el uso del mismo, su identidad, espacios como habitaciones de hoteles, aeropuertos, grandes centros comerciales. Lugares a los cuales se accede, sin intención de permanecer por largo tiempo pero si percibiendo un uso específico.

Mariposa

Algunas diferencias entre estos dos tipos de espacios, siempre tratándolo de hacer desde un punto de vista interior, no necesariamente erudito, sino basado en reacciones naturales del cuerpo en los diferentes ámbitos de estudio podrían ser:

Los espacios a los que llamo umbrales son utilizados sin el interés previo de hacerlo, por lo cual no necesariamente pueden ser llamados lugar. Los mismos son la vía para lograr algún objetivo. Los “nos lugares” a pesar de ser un espacio que no genera apegos sentimentales, son espacios a los cuales el usuario desea ir, o debe ir. Se planifica para hacerlo. Por lo tanto, la diferencia clara entre estas dos clases de espacios sería que el umbral tiende poseer un uso más efímero, en el cual el usuario permanece en movimiento, vivenciando la transición física o bien, con  la expectativa de abandonarlo lo antes posible. Nadie dice, “déjame ir a la casa que tengo que subir la escalera”, el simple hecho de pensarlo parece absurdo.

Otra diferencia es, que el “no lugar” es un concepto que surge con la era actual, en la que vivimos, en la modernidad extrema. Los umbrales, sin embargo,  han existido siempre, aunque hayan sufrido variaciones físicas a través del tiempo.

Escalera II

En lo sucesivo y hasta que me canse, traeré a este espacio descripciones subjetivas de los distintos umbrales que he encontrado en mi búsqueda, hecho que se ha convertido más bien en una divertida cacería de los mismos. Degollamiento subjetivo de los mismos, efecto que obtenemos a partir de la observación intima de algún objeto a ser intervenido. Los umbrales serán tratados sin tapujos, sin tabúes, finalmente, ¡qué les importa a ellos lo que piense yo!