Ensayo en varias partes. Disertaciones que pasean entre la arquitectura y la presencia onírica en los espacios.
La cacería de umbrales no terminará. La conclusión, será abarcada independientemente a la continuidad de los umbrales encontrados y sus descripciones, las cuales con seguridad llegarán y seguirán surgiendo ante el ojo curioso que les busca.
Descubrirlos, es una tarea que se ha adjuntado a mi mente, me acompaña en las búsqueda incansable que persigue el otro ser de las cosas y por ello, muy posiblemente, en un futuro no muy lejano su observación y búsqueda irá degenerando en aspectos más abstractos, menos tangibles. Desde estas suposiciones y acercándonos al eje central de este escrito, el cual se refiere a la simple existencia de espacios utilizados simplemente como paso, me planteo las siguientes preguntas: ¿Será el ser humano un umbral? ¿Será por eso que su simple existencia genera atención en mí?
Basándonos en las descripciones dadas, y entendiendo que como bien lo describe Michel Foucault el cuerpo es el lugar irremediable, espacio al que estamos intrínsecamente obligados de por vida, planteo las preguntas entendiendo que todos hemos sido umbrales alguna vez. Todos hemos sido un lugar de paso. Y no deseo basar estas hipótesis solo en el hecho de haber sido utilizados por otros, intelectual o físicamente para llegar de un punto a otro; Para alejarnos de las implicaciones negativas, expresamos de igual manera, que en vastas ocasiones hemos sabido ser a consciencia, herramientas esenciales y facilitadoras para que las situaciones en nuestro entorno fluyan, no permanezcan estancadas.
Claro está, que las mismas preguntas, por su estructura y dualidad, despertarán la naturaleza subjetiva del ser humano y llamarán inclinarnos inconscientemente al aspecto sentimental, pues finalmente, detrás de tantas cortinas, pasos, pasillos, escaleras y salas de espera, somos simples seres, generados por cúmulos de anécdotas que tocan muy de cerca el alma.
Mi cuerpo es un umbral en este preciso momento, cuando la vida continúa su paso sobre él, cuando las divagaciones fluyen y no quedan simplemente contenidas. Soy un umbral, soy aquel envase que capta y emite ideas, que se llena y libera de llantos, de sonrisas sucesivas, de carencias y necesidades y todo pasa, todo pasa por ese ducto sensitivo que es el hombre (y la mujer, claro),todo en la vida, finalmente, pasa, sobre nosotros y sobre el cuerpo que nos acompaña en el camino.
Sí, soy un umbral.