Sí, yo tengo un hipopótamo que es amigo mío, al igual que otros pueden tener como amigos un deportista, un médico o un electricista. Sé que es raro, poco corriente, hasta excepciónal, pero no imposible porque a mí me ha sucedido. Se llama Hippus, lo conocí un día que hice un recorrido por el zoológico, me paré frente a su estanque, lo miré atentamente, y más por bromear, por estar solo en ese momento, y como era lógico sin esperar respuesta alguna se me ocurrió hacerle una pregunta muy directa ¿Qué opinas sobre el coronavirus?

Para mi total sorpresa me respondió en perfecto dominicano que lo había aprendido del público visitante y me agradecía que le planteara este tema tan actual porque las personas que allí legaban solo decían tonterías sobre lo feos que son  ¨mira, mami, se parece al tío Dagoberto pero aún es más horrible, jajajajajaja, lo gordos que estaban ¨papá, está relleno de grasa como la prima Remedios, jajajajajaja¨, lo peligrosos de su carácter y los colmillos tan grandes y afilados, Juan, igualito al mal genio y con los dientazos de tu suegra, jajajaja… y solo yo le había considerado como un animal inteligente capaz de opinar sobre cosas importantes.

Me dio unas explicaciones muy completas sobre el virus, sus efectos y las formas de prevenirlo y combatirlo, estaba realmente muy bien informado y sus razonamientos fueron muy acertados e ilustrativos. Me quedé sorprendido, anonadado, obnubilado, que un paquidermo pudiera no solo hablar o repetir algunas palabras como lo pudiera hacer un loro por haberlas oído una y mil veces, sino razonar con tanta inteligencia, y ya un poco repuesto de la sorpresa aproveché para seguir la conversación abordando otros temas sobre su procedencia, su vida y si estaba conforme con ella pues por más que estuviera bien cuidado y protegido no dejaba ser en cierta medida un cautiverio.

Yo nací, me respondió con mucha ponderación y cortesía, en las orillas del gran río Zambeze, en el país africano de Zambia, de ahí viene su nombre, y desde muy pequeño fui capturado por unos traficantes de animales sin escrúpulos separándome cruelmente de mi familia, fui vendido varias veces a intermediarios que solo pensaban en enriquecerse a mi costa hasta que llegué a este país todavía siendo muy joven y me instalaron de manera definitiva en este reducto para ser exhibido al público, aquí llevo varios años y por eso y poniendo mucha atención he aprendido el idioma local y gracias a ello puedo hablar y pensar, también me sé todo un amplio repertorio de malas palabras, insultos y disparates contados una y mil veces por quienes me ven, pero no me gusta repetirlos.

Aprovechando el momento seguí la conversación ¿Y no echas de menos tu río, tú familia y tu apasionante África? Que quieres que te diga me respondió, como vine de muy pequeño apenas me acuerdo de ellos, sí me gustaría haber crecido en estado salvaje, pero mi destino ha sido otro unido a la fatalidad, por otra parte el vivir en cautividad al igual tantas cosas de este mundo tiene sus ventajas e inconvenientes, uno no es libre pero por otra parte se vive más tiempo, estás cuidado por veterinarios, la comida aunque no es la misma que las algas del fondo de un río y algunas veces escasea no te falta ningún día, siempre hay agua en el estanque, en África cuando llegan esas sequías tan terribles pasamos el Zambeze en bicicleta, como ustedes dicen de manera jocosa que pasan en las crisis el Niagara, así mismo  no corres peligro de que un cazador blanco o un furtivo africano te capture o te mate.

Tampoco tienes que pelearte por cubrir una hembra, pues siempre aparece al algún hipobichán muy fiero con unos colmillos enormes y afilados que puede lastimar muy seriamente, muchos mueren por infección de las heridas, además los directivos de este zoológico me han puesto una compañera, Marippys, no es una gran belleza pero es muy simpática y hacendosa, tiene todo muy limpio y ordenado maquillada da gusto verla, con los pantalones ajustados queda muy sexy, y aunque los hipopótamos somos promiscuos eso de tener al lado la misma pareja permite crear mucha intimidad, ahonda los sentimientos y aporta mucha paz interior.

Lo que sí me gustaría es dar paseos por sitios amplios como el malecón y sobre todo bañarme en el mar, sentir el agua salda y las olas masajear mi piel, también me encantaría bailar el son, dicen que en Villa Mella hay verdaderos templos de este ritmo, lo único malo son los pisotones, con lo que pesamos pueden triturarte un pie, pero parece que esto no es posible para mí ¡qué lástima!

Los razonamientos de Hyppus eran iguales que los de una persona inteligente y sensata, también le señalé que los hipopótamos tenían fama de ser agresivos y que causaban más víctimas humanas que los mismos leones o cocodrilos. En efecto, respondió, no quiero justificarnos, pero es que los veterinarios, los científicos que meten sus cámaras hasta por dentro de las narices, por las orejas, y hasta por el ano para ver nuestras gestaciones de bebés, los cazadores, los turistas que ahora los traen en botes poniéndose muy cerca para acentuar el morbo de la aventura, no hacen más que molestarnos cada vez más en nuestro propio hábitat y eso nos hace enojar mucho y pasa…lo que pasa, y las mujeres nativas que lavan su ropa en las orillas no tienen conciencia de que están contaminando nuestras aguas con sus jabones, cloros y lejías, de esas sí que acaban algunas trituradas entre las grandes y feroces mandíbulas.

En ese preciso momento por el camino se acercaba un grupo de visitantes con intención de verlo así que Hippus se sumergió sin dilación en el agua junto a su compañera y me dijo a modo de despedida: Ven otro día y por favor tráeme algún libro, preferiblemente de filosofía quiero aprender el significado de muchas cosas. Y así lo he ido haciendo, Platón, Sócrates, Séneca y otros clásicos que Hippus ha devorado en lectura en contenido y también el papel impreso que le gusta mucho.

Hoy espero llevarle la obra de Anaximadro de Eleas en la que está sumamente interesado por el concepto ápeiron y tal vez hablemos del papel de gran médico árabe Aberroes en la transmisión del pensamiento griego en la cultura musulmana, temas que no abordo con muchos amigos más interesados en fiestas, chateos y otros temas baladíes.

Sí, tengo un amigo, un buen amigo hipopótamo y estoy muy contento de ello. Pruebe usted, amigo lector, con un pingüino, un avestruz o un rinoceronte, tal vez tenga la misma suerte que yo he tenido.