Las escalas de la ciudad van desde la aldea o el pequeño poblado hasta la Megalópolis. La cantidad de pobladores definen la escala, así, una megalópolis es una conglomerado urbano de mas de diez millones de habitantes. En esa escala se encuentran ciudades como Tokio, New York, Ciudad México y São Paulo. En ese tenor, una metrópolis tendría mas de un millón de habitantes. La zona urbana de Santo Domingo, esa que llamamos el Gran Santo Domingo, tiene actualmente mas de tres millones de habitantes, por lo que cae dentro de la escala metropolitana. Igualmente, Santiago cuya población se calcula actualmente en mas de un millón de habitantes.
Otra acepción del concepto metrópolis, plantea como tal la o las principales ciudades dentro de una región. Para el caso nuestro, podemos considerar que la República Dominicana posee dos zonas metropolitanas, donde en los días laborables se concentra probablemente mas de la mitad de la población del país.
Estas grandes conurbaciones son espacios supramunicipales que requieren una planificación que permita la coordinación eficiente de todas las acciones que ocurren en su territorio, canalizando los recursos donde la demanda los requiera para lograr un desarrollo local sostenible y equitativo.
En la ultima década del siglo XX y la primera del XXI, se dio en América Latina un movimiento de reforma del Estado que contempló la descentralización administrativa con el fin de descongestionar a los gobiernos centrales de las presiones ocasionada por la demanda territorial, fortalecer la democracia y crear una gobernanza de cercanía. Santo Domingo fue hasta el 2001, una demarcación política unitaria; a partir de esa fecha se descompone en cuatro municipios y el Distrito Nacional con la intención de mejorar la atención y los servicios demandados por una población creciente. Sin embargo, a pesar de que lógicamente siguió funcionando como un solo organismo, esa división política no logró, ni aún lo ha logrado, una coordinación efectiva en términos de gestión.
Así tenemos que el consumo de suelo del Gran Santo Domingo es de 8.9 km2 al año según datos de la Oficina Nacional de Estadística, o sea, casi 9 veces la Ciudad Colonial por año, lo que habría que pensar a la luz de la seguridad alimentaria (algo que pasa también, peligrosamente, en el Cibao Central). El parque vehicular privado aumenta cada año debido a que el sistema de transporte urbano no satisface la demandade la población; mas del 30% de la zona urbana del Gran Santo Domingo carece de alcantarillado pluvial y sanitario, ocasionando el uso masivo de pozos filtrantes para disponer de las aguas servidas que contaminan las aguas subterráneas.
Adicional a todo esto, las carencias se concentran en las zonas mas pobres, convirtiendo la ciudad (o las ciudades) en un espacio que no cumple con la promesa de equidad social; sin embargo, producto de la híper concentración de bienes y servicios en las zonas metropolitas , y en las diferentes escalas , en las áreas urbanas, la ciudad , y en este caso la metrópolis, sigue siendo la meta de la población pobre rural porque en ella se tiene mas oportunidades de desarrollo y mejor acceso a los servicios básicos. De esa manera, aunque las zonas rurales siguen siendo los territorios mas pobres geográficamente, la pobreza como tal se concentra en las grandes ciudades.
Si consideramos, como mencionamos anteriormente, la concentración poblacional de Santo Domingo y Santiago, se entiende la necesidad de crear un instrumento de planificación que coordine todas las acciones de los diferentes actores sobre el territorio metropolitano y direccione las políticas publicas hacia los proyectos de desarrollo prioritarios identificados a través de un diagnostico integral y las consultas realizadas en espacios de participación ciudadana.
Una estrategia que se ha planteado para frenar la concentración de población en las zonas metropolitanas es la desarrollar, como sistema, las llamadas ciudades intermedias de manera que se oferten servicios y oportunidades a la población en estas ciudades y de esa forma quitar presión a la metrópolis. Sin embargo, independientemente de la necesidad de fortalecer las ciudades intermedias para descentralizar la oferta de los servicios básicos y de crear redes de ciudades que articulen sus ofertas con las metrópolis, es necesario abordar el Plan Metropolitano de Ordenamiento Territorial, en el Gran Santo Domingo y en Santiago, como un plan supramunicipal que aporte un espacio de gobernanza que coordine las actuaciones y organice los servicios transversales comunes.
Desde 1939, cuando el arquitecto español Bernardo Ginés De Los Ríos, quien había sido viceministro de obras publicas en el gobierno republicano, es contratado por Trujillo para hacer el Plan Director de Ciudad Trujillo, se han estado formulando planes para la ciudad de Santo Domingo. Además del de Ginés hemos tenido el Plan Vargas Mera-Solow de 1956; el Padco-Borrell de 1978 financiado por el BID y el Plan Indicativo de la Zona Metropolitana de Santo Domingo, formulado por el CONAU con recursos de la Unión Europea a través del PARME en el 2007, entre otros. Ninguno de esos planes se pudo implementar, por razones políticas principalmente. Sin embargo, constituyen unos referentes que nos muestran que desde hace tiempo se necesita construir una visión de planificación de la ciudad para mejorar la habitabilidad de la misma.
Santo Domingo y Santiago, necesitan pensarse como metrópolis, ahora, cuando todavía se puede.