La República Dominicana, a pesar de los políticos ha crecido y seguirá creciendo, producto de la dominicanidad, pueblo bendito, pero abandonado por sus dirigentes, quienes se entienden, todos ellos, una casta superior que hacen un favor al dirigirnos. Por eso cuando una pobre niña en una de las inauguraciones de escuelas en el Cibao, pide una guagua, salta el de Educación y dice, que el padre bueno y generoso de Danilo la ha oído, y que la próxima semana tendrá su “guaguaaaaaaaaa,” con bullas, parafernalia y aplausos incluidos. De ahí sacaran un anuncio pagado por educación, y por mí y por ti que me haces el favor de leer esta inquietud.

Todo lo anterior lo cuento, porque me jode, realmente me molesta que pretendan a base de exordios y mutilaciones a la verdad convencernos de que, no se están usando los recursos del Estado, y por vía de consecuencia de nosotros, en la campaña electoral del predestinado. Baste ver y les invito uno de los programas de mayor audiencia en la mañana, u oír uno de los mismos por la radio para darse cuenta de que, el noventa (90%) de los anuncios que se reproducen son el Ministerio de Educación, o de la CDEEE, o de Información y Prensa de la Presidencia, en un constante martilleo, en una reproducción insólita e infinita que sinceramente jarta, son j.

En países desarrollados, los políticos deben establecer como obtienen cada centavo, rendir cuentas de su recaudo y como lo gastan, en que lo invierten, y devolverlo cuando son obtenidos del público. En nuestro paisaje la Junta Central Electoral y su inefable presidente establecen que no pueden meterse en las actividades de los candidatos y cuando mucho hacen, prohíben el corralito y el barrilito, como si fuera un ucase o una proclama de independencia, hasta junio, y con ello se sienten prohombres, rechazando la propuesta del Magistrado y amigo Olivares, lógica, justa y racional para el real uso en más o menos igualdad de los recursos del Estado en estas lides.

La verdad es mancillada a diario, los políticos se mueven en el estercolero de su propia depravación e imponen a la sociedad la malicia con que realizan cada actuación, lo abyecto de su condición, y lo insólito de su accionar. Gastar más dineros en restaurantes, viáticos, viajes y tarjetas que en medicinas y hospitales es una aberración. Botar en dinero en publicidad y anuncios cansones y martillantes constituye una humillación a quienes trabajamos, pagamos la luz, el agua, los colegios de los hijos, los impuestos, la seguridad, el inversor, el gasoil de la planta y los empleados, seguridad social y salud privada, itebis, sincebis, y todos los que terminan en ebis.

Ruego porque un día, y sé que llegará porque tengo fe, los impuestos que pagamos deban ser invertidos de manera racional y no para que un pendejo sub ministro o directorcito de departamento le ponga un negocio a una megacuero, le compre una jeepeta y se pretenda el más rico entre los ricos, mire usted de los ministros, que lo de ellos no es de este mundo.

Cuando de chiquito me decían “Mete el dedo ahí que la cotorrita no está” me llevaba tremendo pinchazo, ahora de grande pretenden estos maestros de la “percepción” y del engaño, consecuentemente, que entendamos que no es real el gasto constante, y desproporcionado que es utilizado en la ponderación y aupamiento del candidato del gobierno, solo hay que recordarles a su mentor Ignacio Lula da Silva, quien está casi preso, por menos del 10% de lo que aquí se hace, y de Dilma ni decir.