En los últimos meses, la humanidad ha estado expuesta al coronavirus que se ha propagado por el mundo y ha afectado a cientos de miles de personas, otras han fallecido como consecuencia de la gravedad de la infección.
Cuando vemos la otra cara de la humanidad, la de la bondad, la solidaridad, la entrega, la compasión y el altruismo, se evidencia que existen personas; otras con valores y principios de orden existencial, es decir, dispuestas a preservar y reafirmar la vida de los demás a través de sus acciones.
Muchas personas arriesgan sus vidas; otras, sin tener lo suficiente obvian sus propias necesidades para compartirlo suyo con quienes consideran que tienen menos y necesitan más. Puro acto de amor y generosidad.
Estos escenarios reflejan esencialmente la bondad y generosidad de personas dispuestas a colaborar y contribuir con el bienestar común; son dadores espontáneos, se movilizan por su espíritu de cooperación cuyo fin es preservar la especie humana.
Personas anónimas o famosas empresarios, compañías, artistas, universidades y otras instituciones se han movilizado por la misma causa. La creatividad, la innovación, los estudios de laboratorios, entre otros aportes, han dado respuestas inmediatas, con el fin de preservar la vida y la salud.
Todos han ganado méritos, valoración y reconocimientos, por el desprendimiento y la solidaridad que han cruzado fronteras. Son personas e instituciones dignas de que se les reconozcan sus buenas acciones.
Quien da sin esperar nada a cambio, se retroalimenta a sí mismo, en vista de la satisfacción que proporciona dar y saber que sus acciones salvan vidas o cambian las de muchos. Es la esencia del altruismo.
El altruista piensa primero en los demás, su capacidad empática se sobrepone a sus propias necesidades. La gratificación de dar es superior a la se siente cuando recibe.
También hay que reconocer a las familias y a sus integrantes que se han volcado de igual manera a manifestar sus buenas acciones, agradable compañía y buen trato entre ellos.
Las familias han invertido su tiempo para acompañarse, demostrarse afectos, cuidarse, protegerse, tolerarse y solidarizarse en estos tiempos en los que el panorama luce tenebroso, angustiante e incierto, y en el que muchos han pensado que no sobrevivirán.
Profesionales de la salud mental han recurrido a los diferentes medios electrónicos para orientar a las familias, facilitar herramientas en el abordaje con los hijos, la gestión de las emociones y ofrecer alternativas para el control de la ansiedad.
En estos días de distancia social, las familias se han convertido en foco de atención con el propósito de que conviertan su pequeño universo de vinculación emocional en un escenario de convivencia pacífica. Quienes han aportado han ganaron méritos.
Mi respeto y admiración para quienes consideran que dar es un acto de fe y de trascendencia.
“La gratificación recíproca como meta trasciende las necesidades del individuo” (Boszormenyi-Nagy & Spark, 1994).