Las elecciones municipales separadas en el tiempo de las presidenciales, tienen beneficios enormes para el proceso democrático, la economía y los partidos que no tienen a manos el Poder Ejecutivo.
Benefician el proceso democrático, por varias razones, a saber:
1.- Porque se constituyen en un mecanismo de evaluación al partido que controla el gobierno central. Sin otro medio eficiente y eficaz de control, el pueblo, o si se quiere, la ciudadanía, tendría en las elecciones municipales, y eventualmente las congresuales, uno idóneo para castigar, o confirmar, las políticas públicas y estilos del gobierno central. Serían así un instrumento más que vinculante de evaluación, rectificación o confirmación del voto popular emitido en las elecciones presidenciales.
2.- Contribuirían a poner en relieve liderazgos locales, y al pueblo a discernir entre estos con más libertad. Estos líderes, eventuales relevos del liderazgo nacional, probarían sus méritos y destrezas en la búsqueda del apoyo popular, sin el padrinazgo del presidente de la república ni de ningún líder nacional.
3.- Fortalecen la participación política del pueblo, quitándole espacio a la indiferencia en los asuntos públicos que es, en gran medida, razón de que los grupos dominantes dispongan a su antojo el destino del país.
4.- Aportarían al equilibrio necesario para la gobernabilidad democrática, en tanto apuntarían a contrapesos y entendidos entre instancias diferentes del Estado para la marcha del país.
5.- Ayudarían a reducir la centralización del régimen, del presidencialismo, manifestación todavía en el siglo 21 del caudillismo, que es uno de los más graves problemas políticos para la democracia y el desenvolvimiento con equidad de todas las regiones del país.
Son, en definitiva, un aporte al proceso democrático.
En otra perspectiva, contribuyen a dinamizar la economía nacional. El gasto público y privado en elecciones, impacta en el aumento del consumo general de toda índole; porque crean empleos ocasionales, aumentan las compras a editoras, imprentas, publicitarias, estaciones de radio y televisión, y a las empresas de bienes y servicios en general; y todo eso regresa multiplicado al Estado, vía los impuestos.
Está probado en la teoría económica que el gasto público tiene un efecto multiplicador en la economía nacional. Cada peso gastado, en economías como la dominicana, suele ir principalmente al consumo, a la demanda general, y de este a las empresas; y en esta cadena, se convierte en muchos pesos que se mueven en muchas manos, entre consumidores y productores. Podría ser que cada millón de pesos gastado en el proceso electoral, se convierta en cinco y hasta en seis millones en el PIB.
Es falso que las elecciones afecten el desenvolvimiento económico del país.
Y por ultimo, las elecciones separadas en el tiempo hacen más difícil al presidente de turno inducir el voto para todas las candidaturas de su simpatía en todos los niveles. El arrastre es más difícil.
Es un error darle al presidente de la república, más si este es habilitado para poder volver en el 2024, la oportunidad de hacer uso de todos sus poderes públicos para garantizar que la mayoría de los funcionarios electivos de arriba abajo sean de los suyos.