Hace apenas 12 años conocí el merengue típico y puedo jurar que no he podido desprenderme de la pasión de escucharlo una y otra vez y descubrir en sus notas melodías que acentúan más mi orgullo de sentirme dominicano.  He aprendido a degustar una buena ejecución del acordeón, el toque macho de la tambora y los encantos traviesos de la güira. Me sabe diferente el ron y los pies ya se han acostumbrado a esa música tan apasionante que muchos dominicanos no han tenido todavía el placer de disfrutar.

Nuestro merengue típico, el gran desconocido y el mas discriminado desde sus primeros asomos, es hoy orgullo de santiagueros, linieros, nagüeros y puertoplateños . No se concibe una fiesta verdaderamente dominicana en esas latitudes sin recurrir a nuestra música por excelencia.

Podemos enorgullecernos de tener entre nosotros a muchos de los más versátiles acordeonistas del continente y la mayoría de nuestros compatriotas lo desconoce. Y qué decir de los saxofonistas típicos, de cuyas destrezas  muchos jazzistas de reconocida fama internacional quisieran saber sus secretos ?

Nuestro merengue típico – da pena decirlo – es discriminado no solo por altas capas de nuestra sociedad, sino lo que es peor, por instituciones públicas y privadas cuyo propósito es precisamente defender nuestra cultura y nuestra identidad. Asombran los eventos patrocinados por estas instituciones que dejan a un lado a genuinos representantes de uno de los símbolos mas característicos de nuestra dominicanidad.

Solo se piensa en un conjunto típico a la hora de recibir turistas o como un simple elemento decorativo de una actividad festiva. No obstante eso, en Santiago, la Línea Noroeste, Nagua o en Puerto Plata  se abarrotan los ranchos merengueros donde el sudor da testimonio de la pasión que felizmente renace cada día al escuchar esa música nuestra tan embriagante y cautivadora.

Mientras algunos se pierden el sabor de esta música tan alegre y vivaracha, muchos nos deleitamos al escuchar esas dulces notas que nos invitan a mover los pies, al ritmo inconfundible de nuestra tambora y a los acompañamientos cómplices de la güira, interpretadas por verdaderos grandes maestros del acordeón como lo son  El Ciego de Nagua, Rafaelito Román y Lupe Valerio, entre otros.

No concibo mi vida sin el merengue y, como el secreto de la dicha está en compartir, he querido llevar hasta usted estas notas, querido amigo, para invitarle a disfrutar, como yo, de la música mas alegre y contagiosa del mundo : El merengue t pico dominicano . Si me hace caso, luego me cuenta como le fué.