Vimos, en la entrega anterior, el juicio de Pedro Henríquez Ureña (PHU) acerca de Amelia Francasci y Leonor María Feltz (11-XII-1870/16-III-1948), pero he aquí el de Mercedes Mota (MM) sobre PHU: «Aunque eres tan sumamente raro, i tan ingrato amigo, no me cojen de susto tus rarezas, ni te olvido por eso.» (Treinta intelectuales dominicanos escriben a Pedro Henríquez Ureña. SD: Academia Dominicana de la Historia, SD: 2015. BVega, 122).
Luego de su primer viaje al extranjero, Búfalo 1901, hela aquí en Ponce, luego de haber pasado cuatro días en San Juan, desde donde le escribe a su dilecto amigo PHU, estante en Nueva York. ¿A qué vino MM a Puerto Rico? Al parecer, existieron dos motivos: el primero, acompañar a una tal doña Zenona a operarse de cataratas.
No se sabe, a juzgar por las cartas a PHU, cuál es la relación de MM con Zenona. Pero es muy estrecha y PHU la conoce. El segundo motivo fue cumplimentar una invitación que quizá por medio de Eugenio Deschamps le hicieron a MM para que dictara alguna charla en San Juan (BVega, 120). Recuérdese que Deschamps, jimenista, fue Vicepresidente de la República en el gobierno de Morales Languasco, en representación de la Unión, pero antes vivió en aquella isla como exiliado de la dictadura de Lilís, quien envió un sicario a asesinarle y aunque le pegó un tiro, el político y periodista salvó la vida. MM habla de las cartas de recomendación que le dio Deschamps para sus conocidos en Puerto Rico Más adelante ella explica el motivo de este segundo viaje al exterior.
Sin embargo, lo interesante de esta carta es la prueba de amistad y confianza entre ella y PHU. MM es colaboradora de la revista costarricense Pandemónium. Su director, el señor Lomónaco, le ha pedido una semblanza suya. Ella, a su vez, le pide a PHU que se la haga, pero en carta del 6 de octubre, también desde Ponce, le informa que enviará a Pandemónium el poema “Mariposas negras”, enviádole por PHU desde Nueva York para su lectura personal y que MM ha leído a sus amigos de Ponce: «Todo ha gustado mucho. Y conste que los lectores i oyentes han sido jente culta i de buen gusto artístico. Hay que felicitar al pensador i al poeta. Llevar hasta él frase de gratitud, de afecto i admiración. Y yo, haciéndome intérprete del ajeno i propio sentimiento, las envío con sinceridad i amor. Mi cariño hacia ti es tan puro, tan sentido, que cualquier cosa que te haga aparecer mejor y más grande, ya sea ante el concepto propio o (…) el extraño, me llena de satisfacción i orgullo. (…) eso ocurre por afinidad de espiritual, porque nuestras almas (sic) son jemelas.» (BVega, 129). MM recomendará al director de Pandemónium a fin de que les sean publicadas las colaboraciones de PHU.
Al final de su carta, MM retoma el tono pesimista de su vida: «Escojo los au8tores conforme a tus indicaciones. Parece que tu gusto literario va siendo el mío. ¿No crees que soi buena discípula? (…) ¡Con que quieres que renueve mis ideas i mi estilo…! Noto que en el extranjero escribo de distinto modo que en Santo Domingo. Parece que inconscientemente, se refleja en mis escritos el medio mefítico, enervante en que jiro. ¡Y siento deseo de lanzar un grito, grito interminable: el de la desesperanza, de la inconformidad i el desaliento! ¡Qué terrible es eso, Pedro! ¿No lo comprendes? Por eso, qué se yo… desconfío de mí misma, i solo espero como inevitable resultado, el decaimiento prematuro del espíritu, la atrofia intelectual. El porvenir responderá» (BVega, 131).
Solo un sicoanalista podría, a partir del discurso victimista de MM, diagnosticar el mal que le aqueja. ¿Tedio, esplín de fin de siglo, enmascaramiento de su sexualidad, complejo de inferioridad, sentimiento de abandono, de no ser amada, petición de reconocimiento?: «… hay en mi espíritu el vacío, la noche tenebrosa. Y tú, alma noble, una de las poquísimas que en mi camino he hallado, eres para mí rayo de sol que alumbra las tinieblas de mi alma enferma i desolada.» (BVega, 132)
Es recurrente, a todo lo largo de esta correspondencia entre MM y PHU, el desconsuelo, sin importar el amor que le tiene a este joven de 19 años que se abre paso en la gran urbe y que la aconseja con desconcertante sentido de la calidad literaria, con respeto mío a la ortografía de PHU: «Ahora que estás en Puerto Rico, procura conseguir libros de buenos autores, creo que la casa de Maneci publica a Tolstoy, Bourget, Dostoievski, Suderman, Maupassant, etc. ¡Qué autor para enfrascarse en él[,] Bourget! Seguir paso a paso la psicología de El Discípulo que nos enseña a analizar y a profundizar, aunque hace tenerle miedo a los extremos. O Maupassant, que es superior a Bourget en su insight diremos instinto de la vida, con aquel cuadro vívido que él tituló Una Vida y que Tolstoy creer la mejor novela francesa desde que se escribiera Los Miserables. (…) Yo no opino así, porque mejores novelas que Los Miserables me parecen Madame Bovary de Flaubert y Germinal de Zola. La casa de Maucci parece que publica mucho nuevo, porque también tienen el Diario de una Camarera, Le journal d’une femme de Chambre, de Octavio Mirbeau, la mejor o más sensacional novela francesa del siglo XX.» (BVega, 133-1349.
Vayamos por parte. A los 19 años, sin ser licenciado, maestro o doctor en Literatura, sostener con firmeza estos juicios sobre obras y autores solo puede compararse con el Rimbaud que a los 18-19 años publica Une season en enfer y después La bateau ivre. El juicio posterior, a cien años de distancia de esta carta de PHU a MM, confirmó la calidad de Madame Bovary como la obra que funda la novela moderna; Maupassant, superior a todos los cuentistas de su época y el siglo XX; la novela de Mirbeau, reconocida y valorada por Luis Buñuel que la llevó al cine con Jeanne Moreau. ¡Que maestro tuvo MM! Y aun así, el pronóstico de ella se cumplió. Al irse con sus tres sobrinos a Nueva York en 1919 cerró para siempre el capítulo de la escritura. Los artículos recogidos por sus alumnas puertoplateñas en Vida y pensamiento de Mercedes Mota la muestran como un capullo que no brotó.
MM hubiese podido ser una gran crítica literaria, una gran observadora de los males sociológicos y literarios dominicanos, pero sucumbió a su programación emocional, a la que ella le llama suerte; y los griegos clásicos, destino: «Para complemento del desastre, recibí por último correo la noticia de que había muerto mi sobrinito más pequeño. El penúltimo, entre la vida i la muerte. Esto que me pasa a mí, ¡es horrendo, pavoroso! (…) ¿No tiene nombre, ¡verdad? Si hubiese podido prever los disgustos, las angustias de este memorable viaje, de ningún modo habría salido de casa. No culpo a nadie, culpo a mi suerte, que es siempre fatal, ¡mui fatal!» (Carta a PHU, San Juan de Puerto Rico, 21 de noviembre de 1903, BVega, 141).
En carta a PHU del 7 de noviembre de 1903, MM observa desde la capital boricua el destino poco halagüeño de su país: «Puerto Rico se convirtió en foco de revolucionarios. Aquí en San Juan estuvieron varios días, Mon Cáceres, Rodolfo Limardo, Francisco Rodríguez i otros personajes más de nuestra desacreditada i funesta política. El María de Herrera los trajo de Cuba i el francés Olinde los llevó al Cabo. En la expedición iba también [Juan Isidro] Jiménez (sic), no como aliado de ellos, según me manifestó el mismo señor Cáceres. Este parece estar muy descontento de Jiménez (sic), pues dice que es hora de unión, no de división. En esto tiene razón. Allá ellos.» (BVega, 138).
¿Qué hacían todos estos políticos venidos de Cuba, llegados a San Juan y que se dirigen ahora a Cabo Haitiano? Ustedes leyeron en mi entrega anterior el contexto socio-político en que se desarrollaba el intercambio epistolar entre MM y PHU. Bien, todo ese meneo “revolucionario” indica que les tienen la barba en remojo a Alejandro Woss y Gil, lilisista, quien ha traicionado a jimenistas y horacistas. Y Mon Cáceres muestra su disgusto hacia Jimenes, pues este no le perdona a Horacio y los horacistas el golpe de Estado que le sacó del poder en 1902 y que le mantiene en el exilio a él y al clan Henríquez-Ureña. Woss y Gil se juramentó el 1 de agosto de 1903.
¿Qué se avizora en el horizonte? El levantamiento de Morales Languasco, que sacará del poder a Woss y Gil el 24 de noviembre de 1904, y como es hora de unión, como le decía Mon a MM, se concretará el pacto de la Unión. Gobierno provisional de Morales Languasco: elecciones el 31 de mayo de 1904, gana Morales Languasco, gobierna del 19 de junio de 1904 hasta el 29 de diciembre de 1905 y Mon será el Vicepresidente. Y luego vendrá el otro pacto de la Desunión para tumbar a Morales Languasco y Mon Cáceres se quedará con todo el poder desde 1905 a 1911.
Y he aquí el pronóstico que le comunica MM a PHU, compartido también por el joven abogado y exiliado venezolano de 31 años Jacinto López, quien ama a Santo Domingo con el mismo fervor que a su patria. A este Jacinto López le encontraremos en Nueva York a la llegada de MM a esa urbe en 1919 y juntos trabajarán en contra de la ocupación militar yanqui en nuestro país que tanto la prensa de Puerto Rico como MM y López veían venir: «¡Qué doloroso es convencerse de ciertas verdades! Según telegramas de la prensa de aquí, habrá ahora una intervención en Santo Domingo, por parte de los americanos. No sé qué pensar de esto. (…) Recibí tu obsequio. Gracias. Mi cerebro es cárcel ardiente en que se consumen mis dolorosos pensamientos. Gracias que el infortunio ha templado un poco el alma, en las recias tormentas de mi temprana vida, i llevo en mí misma la fe que conforta i salva. ¿Qué puedo decirte pues, a ti que vives lejos del cuadro desolador que ofrece nuestra Patria? Lejos de ella es menos dolorosos el desastre, menos abrumadora su ruina i su desgracia.» (BVega, 139).
En efecto, los políticos bolos y coludos han pactado a bordo de un barco anclado mar afuera, pero cerca de las aguas marítimas dominicanos, el apoyo de los Estados Unidos para derribar a Woss y Gil y se verá luego el precio que hubo que pagarles: la Convención de 1905 y luego su ratificación en 1907 en virtud de los cuales se entregaban las aduanas a los Estados Unidos y siete años después la imposición del nombramiento de una Secretario de Hacienda norteamericano nombrado por el presidente de los Estados Unidos para cobrarse la deuda de los tenedores de bonos (Hartmont y Santo Domingo Ímprovement).
El rechazo a esta intromisión por parte de Jimenes y Henríquez y Carvajal fue el pretexto para la ocupación militar yanqui de nuestro país, la que avizoraron a finales de 1903 Mercedes Mota, Jacinto López, la prensa boricua allá en la capital de la Isla del Encanto, colonia norteamericana desde hacía cinco años, menos los políticos dominicanos bolos y coludos y sus aliados.
(*) Publicado en el suplemento Areíto del periódico Hoy del 9 de julio de 2016 y reproducido con permiso del autor en Acento.com de la misma fecha.