La República Dominicana es un universo en donde reina la mentira. Somos un espacio que nadie sabe lo que realmente está sucediendo. Políticos, empresarios, funcionarios de cualquier jerarquía mienten con tal naturalidad que asusta. Todo se maquilla y se dice estar más que bien.
Acuerdos y convenios ficticios, personas que dicen ser y hacer el bien y no son más que farsantes faranduleros que les gusta estar en el medio. Hombres y mujeres honorables, que señalan a todo mundo y dicen ser dueños de la verdad, hasta que se sabe que han vivido sin trabajar, cobrando un cheque del Estado, tan solo por decir que “son”.
La prensa es cómplice de todo esto, la que no está comprometida por un sueldo, lo está por ser amigo de “x” o “y” persona y están los que plasman en el papel todo lo que le dicen, sin investigar de qué o quién se trata el que habla, incluso, en muchas ocasiones ilustran sus grandes noticias con imágenes que no corresponden, no sólo a la realidad, sino a la misma información que están suministrando.
Todo esto crea una burbuja que algún día explotará. Se está construyendo un camino falso, que no es firme y por eso no avanzamos como nación. Ya no se limita a lo político, sino a todos los estamentos de la sociedad dominicana. O peor aún, ya se terminó de politizar todo y se debe continuar con la práctica de mentir.
Ser “allantosos” es una condición que conlleva a ser mentiroso. Estamos dirigidos por personas “allantosas” que se aprovechan de un pueblo que todavía es bueno e inocente, que se cree cualquier embuste que se dice.