Para enfrentar los constantes cambios que nos presenta el mundo de hoy, es preciso tener una mente abierta. La neofobia o miedo a lo nuevo, rechazando los cambios, realmente no tiene cabida en nuestro mundo actual y puede convertirnos en elementos obsoletos e inadaptados. Aunque la neofilia excesiva, considerando que cualquier cosa nueva es necesariamente mejor, puede conducir al caos y provocar verdaderos retrocesos.

Estamos convencidos del valor de una mente abierta, pero vamos a analizar el término, porque como hemos señalado anteriormente, la semántica en nuestras expresiones debe estar clara para que se produzca una verdadera comunicación.

Ampliar tus horizontes conceptuales puede favorecer el utilizar mayores porcentajes de tu capacidad mental. A veces nos bloqueamos sin saberlo, cuando decimos que no podemos cambiar, que no tenemos edad para aprender, que no nos ayudan nuestros genes, o cualquier otra creencia limitante, es nuestra forma de decidir que no mejoraremos, de justificar el mantenernos en la mediocridad. Por otro lado, sólo puedes superarte si te conoces bien. Recuerda que no necesitamos ser mejores que los demás, a la persona que necesitamos superar es a nosotros mismos.

Si consideras que pocas personas tienen las condiciones para interactuar contigo, no son los demás los cerrados. Si piensas que el mundo no es lo suficiente bueno para ti, debes mejorar tú, luego podrás ocuparte del mundo.

Los humanos aprendemos de forma constructivista, integrando los nuevos conocimientos a los conocimientos previos. De hecho, todo lo que descubrimos adquiere su significación a partir de lo que ya sabíamos, por lo que, si descartaras lo ya aprendido, no tendrías forma de comprender e integrar de forma satisfactoria los nuevos conocimientos. Si no escuchamos a los ancianos, nuestra adaptación a los nuevos conocimientos podría ser inadecuada, pero sin el empuje de los jóvenes, se dificultaría avanzar. La sabiduría permite el equilibrio entre nuevos elementos adquiridos y los ya establecidos.

Talvez esperas tener una base muy firme para avanzar, pero en lo que la logras debes aprender a caminar sobre arenas movedizas.

Hay cierta tendencia a atribuirle mente abierta a las personas que rompen con todo lo establecido, que no se amarran a reglas o normas. De tal forma que alguien sin valores morales, sin costumbres ni madurez, podría entenderse que está libre de prejuicios y que por tanto tiene mente abierta, lo que sería un lamentable error. La promiscuidad sexual, al igual que las personas con conductas antisociales y psicópatas, no se catalogan como de mente abierta, en realidad son mentes cerradas ya que tienen dificultades de adaptación y de desarrollo.

Nuestros valores y forma de pensar son lo que nos diferencian de los animales irracionales. Nuestra capacidad de aprender y mejorar todo lo que hacemos, es la puerta que nos ha permitido superarnos. Las posturas rígidas encadenan al pensamiento, pero la conveniencia de cualquier nuevo elemento debe evaluarse en base a ventajas evidentes.

En la Edad Media, los religiosos atacaban a las personas de mente abierta, hoy los que no aceptan a los religiosos presumen de ser mente abierta.

Si te irritaras porque sea diferente a ti, el problema no estaría en mí.

Si tu inteligencia y muchos años de estudio, te llevan a rechazar a los que no tienen tu nivel, tienes que empezar a aprender de nuevo.

Si en cinco años más, esperamos pensar, sentir, saber y actuar, igual a como lo estamos haciendo hoy, no estamos teniendo la apertura que requiere nuestra vida.

Debemos aceptar los aportes que nos dan las ciencias, pero no de forma ciega, porque el científico puede tener intereses ocultos, las investigaciones pueden tener errores y las evidencias presentadas podrían estar manipuladas. La historia de la ciencia está llena de cambios radicales de opiniones, engaños y errores, pero pese a eso, ha permitido nuestro desarrollo. Hacemos mejores decisiones cuando cultivamos nuestro intelecto, conservamos el sentido común y nos mantenemos comunicados.

Tenemos que estar despiertos, ser críticos sin ser necios, escuchar ideas diferentes, buscar la fuente de toda información, cada día aprender algo nuevo, trabajar, leer, estudiar, meditar, viajar, amar, escuchar mucho y hablar poco, comunicarte con tu cuerpo, leer una sonrisa, sentir el dolor ajeno no expresado y descubrir que es mejor arriesgarte a caminar en tierras extrañas, que pasarte toda la vida en una caverna segura.