Acusan al  crecimiento poblacional de  amenazar  a nuestros pueblos en Occidente.  Aun cuando  esta acusación encierra  algún mérito,  también sirve  para ofuscar la razón mas importante degradando e envileciendo  los países en general, principalmente los mas  ricos:   el  consumerismo ilimitado.  El "consumo" abstracto de bienes y servicios religiosos, culturales, y sociales, y aun el "consumo" de familias mayores (vamos hacia un niño por pareja)  son desplazados por  la cosificación del ser y su cultura. La densidad de gasto por persona aumenta mucho mas rápidamente que el número de personas.   Con la polarización del ingreso, la tendencia empeorará.

 No es el materialismo en si el desencadenante de la robotización de la persona, sino  el colapso de nuestros valores morales, éticos, cívicos y espirituales.  En América, la propaganda busca convertir  a nuestro valiente pueblo en uno de cobardes pusilánimes.    Nos convertimos nosotros y nuestros hijos y nietos  en  cosas, nos definen el auto, la casa, el televisor,  las armas de asalto,  la escuela VIP de nuestros niños,  el gasto lujurioso y lujoso. Ningún nivel de ingreso basta, la corrupción y la deshonestidad campean por su respeto. La perdida de   nuestro yo esencial se convierte en la  raíz de los males  enfrentados en el Occidente.
Lamentablemente, el resto de los billones de seres humanos quieren mas de lo mismo. La obesidad ya es la peor epidemia en México. Sin valores, nuestra insaciable bestia exige egoístamente mas, y mas, pasión sin limites en un mundo con ellos.  Ante este dilema, como si hay límites, la solución es fácil: ,eliminemos seres humanos al máximo para que los pocos restantes puedan consumir a sus anchas.  Si se elimina parte de  la población, habrá menos tráfico y quienes queden disfrutaran las bellas ciudades hoy por hoy amenazadas o ya victimas del horrendo urbanicidio causado por la densidad de consumo expresada en el transporte personal.
Feliz Navidad  celebrando la humanizacion del Principe de la Paz, una con menos regalos cosificados y con mas amor y tiempo compartidos; no necesariamente gastemos menos, sino compartamos mas.  Pedante y humildemente  sugiero,¿podríamos postponer el cambio del carro, del par de zapatos lujosos,  del televisor y de otras cosas "urgentes"  un año mas? Y quizás, horror ante  la obsolescencia arropándome,  leer mas, sobre todo libros en la "pila por leer."  Perdonen, no tengo autoridad moral para decir nada, solamente necesidad espiritual de compartir–a fin de cuentas  la conversación electrónica poco consume y mucho enriquece.